La comida

7 1 6
                                    

PIERO: ni caso, sólo es envidia.

Nos quedamos por unos segundos en silencio, hasta que decidió romper el hielo.

PIERO: ¿te apetece que salgamos a tomar algo?.

Mi mente no lo pensó mucho, y respondí algo, aunque mi corazón me gritó que era estúpida.

REBECA: no te molestes, ya te he robado suficiente tiempo.

PIERO: no es molestia, enserio. Es sólo que me gustaría seguir conociéndote.

Su respuesta me dejó un poco aturdida, pero finalmente decidí aceptar.

PIERO: pues... No sé si quieres cambiarte, aunque debo decirte que te ves preciosa así mismo.

Yo sonreí y negué divertida.
Definitivamente me encantaba la personalidad de este chico.

REBECA: pues si tu lo dices, me quedaré así.

PIERO: bueno, pues si me das menos de 5 minutos, me cambio.

REBECA: los que necesites.

Se metió en su cuarto y se cambió para luego aparecer con una camiseta blanca básica y unos pantalones negros.
Me sorprendía ver que se veía bien con cualquier cosa que se pusiera.

PIERO: listo, ¿nos vamos?.

Asentí y salimos, nos montamos en su coche y antes de arrancar me preguntó.

PIERO: ¿qué te apetece comer?.

REBECA: tú eliges, cualquier cosa estará bien -le respondí con una sonrisa-.

Me devolvió la sonrisa y arrancó el coche, hasta que en menos de 10 minutos llegamos al sitio.

PIERO: bienvenida al "Ristorante Donatello".

Era un restaurante muy hermoso y acogedor, y además había poquita gente, dándole un ambiente tranquilo. Luego de un rato, ordenamos comida y comentamos cosas de algunas cosas de las que estábamos probando.

PIERO: bueno Rebeca, háblame de tí -comentó echándose hacia delante en la mesa-.

REBECA: ¿qué quieres saber?.

PIERO: pues no sé, ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre?.

REBECA: digamos que soy un poco distinta a la gente normal -contesté con una pequeña risa-. Me gusta leer y escribir.

PIERO: ¿escribir? -cuestionó curioso-.

REBECA: sí, he estado escribiendo unos libros. Pero no he terminado todos ellos. Aunque no descarto acabarlos algún día.

PIERO: así que no sólo eres una chica hermosa sino que además eres inteligente y creativa.

REBECA: ¿y tú a qué te dedicas en tu tiempo libre? -pregunté evitando su respuesta para no sonrojarme-.

PIERO: me gusta hacer deporte... Aparte de componer claro.

Su respuesta no me sorprendió, por la ranura de su camisa en los brazos se veía perfectamente que se cuidaba notablemente.

REBECA: se nota... -dije sin prestarle mucha atención a lo que acababa de soltar por la boca-.

PIERO: ¿cómo? -preguntó con una mirada pícara y a la vez graciosa-.

REBECA: quiero decir... -traté de buscar una respuesta rápida, pero no la encontré- Nada.

PIERO: si quieres algún día puedes venir a hacer deporte conmigo -propuso para luego darle un sorbo a su copa de vino-.

REBECA: vaya, gracias.

PIERO: no tienes que dármelas.

REBECA: claro que sí. Apenas me conoces y estás tratando de ser amable conmigo.

PIERO: en eso consiste el hecho de entablar una amistad, ¿no?.

Por un momento, le miré enternecida y asentí.

Los días fueron pasando y me fui acoplando mejor a la ciudad. Piero trató de incluirme en algunos de sus planes y, aunque intenté de no hacerlo para no acostumbrarme a él, acabé cediendo.

Ahora estaba desayunando y luego me daría una ducha, ya que tenía pensado salir a dar un paseo por el centro.
Así que recogí lo que había ensuciado en el desayuno, también mi cuarto y cogí ropa para irme al baño.

NARRA PIERO:

Gianluca y yo habíamos salido a desayunar con mi hermano y luego decidimos ir un rato a mi casa a jugar a la Play hasta que luego él tuviera que irse a comprar.

GIANLUCA: y pensar que tenememos casi 30 años y seguimos jugando a la consola -dijo mientras salíamos del coche casi enfrente del portal-.

PIERO: es entretenido cuando no hay nada más que hacer.

Entramos por la puerta y nos dirigimos al ascensor, pero cuando este se abrió nos topamos con Rebeca.

Por un momento le miré confundido, venía con el pelo suelto, un pantalón vaquero gris y una camisa de botones blanca por encima abrochada y con un brazo doblado por dentro de esta. Se veía perfectamente que se le había salido el hombro, ya que a Ignazio le pasó igual hace unos años.

GIAN: bella, ¿qué te pasó?.

REBECA: me resbalé duchándome -dijo en tono preocupado pero aún más que eso, quejoso-.

Miré a Gianluca y de momento lo entendió.

PIERO: vamos, te llevamos nosotros a Urgencias.

REBECA: no tranquilo, el hospital no queda muy lejos de aquí.

GIANLUCA: eso parece, pero andando se hace eterno.

Sin más que hacer, terminó desistiendo y nos dejó que la llevásemos al hospital, donde conseguimos que la atendieran de urgencia.

ENFERMERA: te has dislocado eo hombro, se ve perfectamente por el bulto.

REBECA: duele mucho -dijo cuando la enfermera comenzó a desabrocharle la camisa-.

Gianluca y yo, al ver esto nos giramos disimuladamente, ya que ella quedaría en sujetador y podría ser incómodo para ella.

NARRA REBECA:

Cuando la enfermera terminó de quitarme la camiseta, me dí cuenta que los chicos evitaban verme.

REBECA: no os preocupéis, no me incomodáis. Esto es como estar en bikini.

Los chicos volvieron a como estaban antes y entonces la enfermera trató de comenzar.

ENFERMERA: vale, necesito que no muevas el brazo para nada. Yo lo moveré para donde tenga que moverlo.

Me cogió la muñeca y ví las estrellas cuando comenzó a estirar mi brazo.
En ese momento sentí la mano de Piero cogiendo la mía, y al mirarle, por medio de sus ojos me transmitió una gran tranquilidad.

En un par de movimientos rápidos y dolorosos, me recolocó el brazo.

ENFERMERA: esto ya está. Puedes volver a ponerte la camiseta y ahora vengo con el cabestrillo.

La enfermera salió y solté un suspiro.

GIANLUCA: ha sido muy rápida. A Ignazio tardaron más en recolocárselo cuando se le salió hace unos años.

PIERO: la verdad es que sí.

Cogí la camisa que había dejado la enfermera a mi lado y traté de ponérmela, pero los chicos me frenaron.

Viaje a ItaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora