¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Yo solo te invité porque Nayeon me dijo que esto ayuda a la convivencia entre desconocidas —Jihyo suspira, dejando en el bolso en el maletero del auto.
Deben de ser aproximadamente las siete de la mañana, Mina odia despertar temprano, pero ahora tiene una sonrisa en su rostro que no piensa borrar. El hecho de verse desanimada, es motivo suficiente para que Jihyo se eche para atrás y, finalmente, no acompañe a su novia a ese día de campo en familia.
— Yo solo te digo que si roncas como tractor, te vas a de mi casa —la señala firmemente, mirándola con un pequeño aire de desconfianza.
Mina asiente, aunque por dentro quiera lanzarse sobre el asiento del auto y dormir hasta que su cuerpo lo permita, pero no puede ser así; Park Jihyo es una mujer muy productiva en lo que hace y detesta a la gente que duerme más de lo que debería, o que sencillamente es "floja". Mina no quiere generar más malas impresiones en su suegra, puesto que ya ha dado un paso importante para generar por fin un buen vínculo.
— Tienes cara de sueño —Jihyo la mira determinadamente y Mina solo sonríe, no piensa darle la razón.
— Estoy bien.
— No quiero que te duermas, eh —la apunta —. Nuestro día de campo con la familia Park es perfectamente ideal para un buen entrenamiento y las mejores energías. El sueño no existe.
Para eso, Mina suena como una tortura. No tiene aquella costumbre de salir tan temprano los días sábados, ni siquiera cuando Nayeon se queda en su casa despierta tan temprano y sin duda alguna, el sueño la consume lentamente, solo que disimula.
— Dice un dicho, dudo que lo conozcas porque no eres de mi bando, pero dice que al que madruga, Dios lo ayuda —Mina no entiende. — Así que madruga para que me acompañes a la iglesia.
— Señora Park...
— Jihyo unnie —corrige.
Mina asiente. — Jihyo Unnie, sí. Verá, yo estoy en periodo de crecimiento, necesito dormir para crecer.
— Estás bien de altura, de ser más alta me dejas a Nayeon enterrada en la tierra, así que no necesitas dormir. No crezcas más, no lo necesitas.
— Pero...
Jihyo voltea a mirarla como el exorcista y le da una sola mirada para que Mina trague en seco.
— ¿Dijiste pero?
Entonces sabe que el seguir hablando no le favorece, aún así piense que Mina comienza a aceptarla más en la familia.
— P-Para nada —murmura.
— Eso creí —suspira, volteándose y dejando de mirar a Mina. Ésta suelta aíre aliviada. — Ahora, ayúdame a subir los bolsos.
Ahora está considerando seriamente en hacerse la sirvienta de la casa Park. Seguramente así su suegra la acepte más rápido.