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Chuya.

Sentía que había muerto, nuevamente.

Así se había sentido el ver que Dazai confirmaba todo, el aceptar que estaba implicado en la muerte de mi padre, tal vez incluso estuvo involucrado en el incidente del monte Fuji, aunque dudaba que realmente fuese de esa forma, después de todo, él no hubiese podido provocar la explosión de un volcán.

Pero en mi interior sentía que era bastante justo el atribuirle el merito de todas esas muertes y transformarlo en un monstruo en mi mente.

Sentía que era mejor que fuese eso a que siguiese siendo simplemente alguien por quien comenzaba a sentir demasiado.

"Cariño" podía escuchar el recuerdo de la voz de Dazai llamándome de esa forma.

Se estaba volviendo insoportable.

Solamente escucharlo del otro lado de la pared era un constante recuerdo de todo, lo bueno y lo malo de los últimos meses, la ilusión estúpida que me había hecho de él, había terminado por crear un Dazai en mi mente que era bastante diferente a la realidad que estuvo frente a mi todo el tiempo.

Era malvado, cruel y un completo desconocido.

Y yo era un idiota, había dejado de ser humano, había abandonado muchas cosas al transformarme, pero ser un idiota no parecía cambiar en mi.

No me sentí para nada nervioso ni triste cuando me puse en pie y comencé a recolectar algunas cosas en un pequeño bolso de tela, parecía viejo y sucio, pero no me importaba, lo había conseguido hace un tiempo en París, nunca me había desecho de él y ahora le daba un uso.

La mayoría de las cosas en ese cuarto no eran realmente mis pertenencias, no tenía algo como eso en realidad, así que solo me preocupé de llevar algo de ropa, guardaría espacio para algo de comida y agua, era lo mas prudente que podía hacer.

Dazai estaba dormido, su respiración era pesada, nunca lo había escuchado de esa forma, sus latidos eran lentos, señales de que se encontraba en un sueño profundo y era mi oportunidad de salir de ese cuarto sin tener que lidiar con él.

Hace apenas unas horas había tenido una conversación con alguien que no reconocía realmente, pero solamente con escucharlos podía hacerme una idea.

Y parecía que Dazai se encontraba cansado.

Era mi oportunidad. De forma silenciosa había abandonado mi cuarto, no sin antes echar un ultimo vistazo hacia este, no sentí algo como nostalgia, para nada, mi verdadero cuarto se encontraba en Japón, en una casa abandonada o habitada ahora por completos desconocidos, no lo sabía. Tampoco sabía si deseaba averiguarlo.

Cerré la puerta despacio y bajé las escaleras, evité siquiera mirar en dirección hacía la puerta de Dazai, mis pasos se sentían algo pesados, pero no me detendría. Bajé las escaleras y me dirigí hacia la cocina.

No fue siquiera necesario entrar en esta para saber que alguien estaba allí esperando, tampoco fue necesario pensarlo demasiado para simplemente saberlo.

Oda me miró en cuanto di un paso en la habitación, estaba simplemente sentado en la silla que siempre solía usar, una silla vieja que solía hacer un ruido molesto cuando alguien se removía demasiado sobre ella, pero él insistía en que era mas cómoda que el resto, yo la había probado una vez, no era tan cómoda como él decía.

Una taza descansaba entre sus manos, vapor creaba figuras sobre esta, sabía que era algo de té, con solo acercarme un poco ya lo sabía.

- Buenas noches, Nakahara-san – me saludó, por un momento sentí la necesidad de irritarme con él, no podía controlarlo, guardé silencio por un momento - ¿piensas marcharte? – me preguntó

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