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Chuya. 

El olor del tabaco había comenzado a parecerme agradable.

Dazai me observaba con el ceño fruncido, había dejado bastante en claro su desagrado hacia mi nuevo vicio, yo lo ignoraba y se mantendría de esa forma.

Solté el humo del cigarrillo de forma lenta, la habitación se encontraba con las ventanas abiertas, pero debido a nuestra condición y sentidos desarrollados nada de eso serviría, lo olíamos de igual forma, como si estuviese impregnado en mi cuerpo.

- Esa cosa no me deja percibir tu aroma – reclamó nuevamente Dazai, iba a ignorarlo nuevamente, tomé aire y decidí mirarlo

No pude evitar sonreír al ver su expresión, era como un niño reclamando y luchando por conseguir lo que deseaba. En su caso deseaba que dejase de fumar, me giré sobre la cama, escuchaba el sonido de la ciudad a las afueras, habíamos terminado por vivir en esa posada los últimos meses, ya ni siquiera me esforzaba en recordar por cuanto tiempo.

Pude percatarme de la forma en que sus ojos repasaban mis piernas y terminaban en mi trasero, siempre me recordaba de una forma amable que la moda de esta época favorecía mi trasero, también me recordaba lo bien que me veía con suspensores.

Volví a llevar el cigarrillo a mis labios y exhalar el humo de forma lenta, observando sus ojos de forma desafiante. Había comenzado a gustarme jugar con él.

- No fumes en la cama – dijo Dazai mientras cerraba su libro y lo dejaba en la mesa de café cercana, estaba en el sofá, se acercó caminando de forma lenta, se inclinó hacia mi, note como su expresión cambiaba debido a la cercanía del aroma desagradable

- Te has vuelto un viejo cascarrabias – le dije, nuestra diferencia de edad era de aproximadamente cien años, no era demasiado para dos vampiros. Dejé salir el humo de mi boca, direccionándolo hacia su rostro, sonreí aun mas

La verdad si había pensado en dejarlo, después de todo, no era como si realmente me sintiese dependiente a este, simplemente deseaba molestar a Dazai, él me debía siglos de molestias.

- Solo me gusta disfrutar de tu aroma, esa cosa no me deja

- Eres encantador, ma moitié – le dije

A Dazai le gustaba que hablase de vez en cuando en francés, lo hacíamos, y es que ninguno de los dos se acostumbraba realmente al Alemán.

Escuchamos un gran estruendo provenir del otro lado de la ventana, nos encontrábamos en el tercer piso del edificio, debía tratarse de algún tipo de accidente, vivir en la zona principal de la ciudad conllevaba un escándalo diferente todos los días. Lo disfrutaba, pasábamos los días de forma bastante aburrida.

Me moví sobre la cama y me asomé por la ventana, las calles se encontraban llenas de personas. Y en efecto había terminado por ocurrir un accidente, observé como la gente se reunía y comenzaban a chismear al respecto, la policía se acercaba a paso acelerado.

- De nuevo automóviles - dije

- Cuando usábamos caballos había menos accidentes – comentó Dazai

Pude verlo como tomaba mis cigarrillos y terminaba por llevárselos, se lo permití y le sonreí mientras veía como terminaba por deshacerse de ellos, los botaba a la basura.

- Tampoco te agradaban demasiado los caballos – volvió a hablar mientras se acomodaba a mi lado – los evitabas

- Yo recuerdo que destruiste el primer automóvil al que te subiste

- Es muy diferente a un caballo – observó Dazai, sonreí ante sus palabras, la primera vez que habíamos visto una maquina como esa había sido un gran impacto para nosotros

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