marzo

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1/03/22

0: 09 am

Estoy en un punto de no retorno

conmigo misma, si al menos pudiera

abandonar mi cuerpo unos instantes

y entregarme al vaivén de los trenes

a la multitud de hojarasca y personas

que van caminando a ciegas por las calles.

De vuelta al Derby, a la sensación

de un agosto que a intervalos

mi mente estaba llena de nieve,

pero mi corazón empezaba a abrirse.

Volver a ver las calles pintadas

de auto firmas que las canciones

me hacían escribir en las paredes.

Mi habitación calló un montón de cosas

la tuya escuchó todo lo que no me atrevía

a decir.

Siempre has sido capaz de escucharme

aún cuando soy un puente de silencios

y no puedo tender la mano a la locura

de mi lengua que cuando hablo falla.

Los demás se suelen asustar

cuando confirman que una persona

no puede explicarse con palabras.

Pero para mí, significa

( autodescubrimiento)

que eres algo más que inefable

inevitable tal vez,

como no ponerse a temblar

cuando escucho tu voz

entre los ecos de una grabación de madrugada.

Y me siento con mi gorro de lana

o mi boina belga,

en una estación de tren

dándole la espalda al frío,

mientras te espero.

Eres tanto como el estado

líquido del frío,

pero que no amenaza lluvia.

Parezco confundir el sol con tus ojos

y otras veces tu piel con la nieve.

Cualquier poema mío

a estas alturas

está firmado con las huellas

en la arena de tu nombre.

Por eso a veces también me confundo

con el humo de una calada

y tal vez me sientas cuando veas quemarse

rastrojos de recuerdos en alguna ciudad

desierta.

Te acordarás de mis mejillas pálidas

y de los viajes de tren

en medio de un beso francés

entre nuestros labios fruncidos en la garganta

de los fiordos noruegos.

Crépuscule (poesía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora