One Shots Cowboy Bebop

Belleza convulsa.

Él parece impresionado por la manera en la que ella entra al salón. Un elegante vestido color negro se ciñe a su cuerpo, y no puede evitar mover los ojos a lo largo de la femenina figura y frenar su recorrido en la esbelta cintura. Ella, a veces odiosa, a veces taciturna, se mueve entre la gente, buscándolo. Y la ve caminar, con ese trote grácil y misterioso cual felino despreocupado.

Le gusta mirarla cuando ella no lo mira, sólo porque siente un placer retorcido al deleitar a sus curiosos ojos con aquel contoneo en las femeninas caderas. Ella es bella. Lo admite al fin, en el momento preciso en que se lleva un cigarro a los labios para prenderlo, y fingir que el fuego recorriendo su cuerpo es por fumar, y no por lo que su cabeza le hace pensar cuando un par de estrechos hombros se asoman delicadamente por encima del escote de aquel vestido. Y delicadeza, no es una palabra que él usaría para describirla, pero así es ella a veces, y le gusta también, que a veces ella lo mire con esa perturbadora insolencia que la caracteriza. Insolencia que quiere escuchar proferir sucios ánimos en su oído.

Una ola de calosfríos lo recorre por dentro, erizándole los vellos detrás de su nuca. Le tiembla la mano con la que lentamente se lleva el cigarro a la boca, quiere disimular la reacción involuntaria que se germina en su cuerpo con solo ver los labios carmín abrirse para decir algo que él no puede escuchar. Se muerde la parte interna de su mejilla, buscando cortar el flujo de deseos que le llenan la cabeza, despertando un hambre voraz en su regazo. No le gusta, porque admitir algo cuando él es Spike Spiegel, es tragarse el orgullo, y su orgullo, se tambalea ante la belleza convulsa de esa mujer que camina hacia él. Porque la belleza convertida en arte subvierte el estado de las cosas, y él está completamente inmerso en las agonías efímeras de un nuevo placer recién descubierto: Faye Valentine.

Y finalmente Faye se detiene frente él, lo mira con sus misteriosos ojos verdes y se jala el labio inferior con los dientes. Le dice algo que él no entiende aunque escucha perfectamente su voz. No sabe lo que pasa, lo único que sabe es que se desliza lentamente hacia la locura. 

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