Humo.

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«Como el humo, me gustaría desvanecerme

*

Era 14 de agosto, o al menos eso decía el calendario digital de su teléfono. Pasaban de las diez de la noche y finalmente había terminado de llover. Los días lluviosos de agosto, en el solitario Planeta Tierra, solían ser fríos y melancólicos, como ella. Ese día, aquel cielo oscurecido por la noche, se hallaba tan alto y lejano de su pequeño cuerpo que se mantenía aferrado al brazo masculino de su acompañante. Con la cara vuelta hacia arriba y los ojos cerrados, sintió cómo las últimas gotas de brisa mojaban sus párpados. En lo más profundo de su ser deseaba convertirse en una partícula minúscula y fundirse con cualquier elemento del Sistema Solar, de la Vía Láctea... del universo, y así, difuminarse infinitamente hasta convertirse en nada. Deseaba ser nada. Desaparecer.

«¿Alguna vez lo has deseado tú también?» su propia voz sonó en su cabeza, mientras miraba el perfil taciturno de Spike.

Su cuerpo trémulo se aferró más al brazo firme, intentando calmar el frío.

―Frío ¿Eh? ―dijo él con voz grave, gesticulando una sutil sonrisa. Faye se volvió para verle la cara.

Sus miradas se cruzaron durante una fracción de segundo, y ella sintió su corazón detenerse. Había algo en aquella sonrisa varonil que le provocaba un remolino en el vientre.

Spike se colocó un cigarrillo en la boca y tomó su encendedor para prenderlo.

―¿Quieres uno? seguro que esto te quita el frío. -Habló con el cigarro en la boca, mirándola de reojo-. No debiste beber mucho -Dejó escapar el humo.

Los ojos verdes miraron fijamente los labios masculinos moverse al hablar. Se veían suaves, rosados, y por un momento, deseó besarlos. Jaló su labio inferior con los dientes para reprimir cualquier impulso inapropiado. Luego, tomó aire para hablar.

-Justo ahora no me apetece fumar. -Fue su respuesta, y recargó su cabeza en el hombro de Spike. Se sentía mareada por haber bebido demasiado-. Además, no sabía que te importara cuánto bebo.

Había un-no-sé-qué en el alcohol cuando corría por sus venas que la hacía desear cosas que normalmente no desearía, como querer besar a un hombre que ama el recuerdo de otra mujer. Un dolor extraño se desencadenó en su pecho, y podía sentir cada latido de su corazón, aunado a eso, la embriaguez que la invadía osaba con apoderarse de su lucidez, y entonces, en un instante en que cerró y abrió los ojos, se imaginó a Spike besándole el cuello, deseándola, mientras perdía el control ante su cuerpo.

Sin darse cuenta, Faye arrugó el entrecejo ante dicho pensamiento, y fue justo en ese momento que la vida le pareció insípida. «¿Por qué sólo quiero lo que no puedo tener?» chasqueó la lengua, luego apretó la boca.

―Jet aún no volverá -comentó Spike, soltando una bocanada de humo por la boca-. Tiene un asunto que resolver en Ganímedes. Tendremos que permanecer en este planeta un par de días más.

-Así de importantes parecen los asuntos entre ustedes los hombres y las mujeres de su pasado -repuso seria, fijando la vista en un charco de agua que reflejaba las luces de la ciudad- ¿No es así?

-Tú qué vas a saber -comentó Spike, fumando.

Hubo un silencio repentino que fue llenado con un repiqueteo causado por el choque de los dedos de Spike contra el metal de la barandilla en que se hallaban recargados.

One Shots Cowboy BebopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora