Stonía 1/3

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¿Estas segura que estarás bien sola?... —El sonido de pasos y algunas voces de fondo interrumpieron su plática— ¿¡Quieren callarse!? —Todo quedo en silencio luego del grito femenino— ¿Estarás bien, querida?

No te preocupes, estaré bien tía María. —Trató de tranquilizar a la mujer al otro lado del teléfono— Cocinare algo para la cena y dejaré un poco de comida para papá en el refrigerador. ¿Podrías avisarle, por favor?

De acuerdo Stonia.—El tono tranquilo en la voz de la fémina la hizo sonreír— Haremos todo por terminar cuanto antes los pendientes para que tu papa pueda llegar contigo.

¿Puedo hablar con mi padre? —Se meció sobre sus pies mientras jugaba con el cordón del teléfono.

Por supuesto, espera un momento. —Pude escuchar algo de movimiento y algunos murmullos que no comprendió—Cuídate cariño

Gracias tía Maria —Esperó un par de segundos mientras el teléfono cambiaba de manos antes de finalmente poder hablar con su padre— ¿Llegarás muy tarde?

No es nada seguro aún. —Como siempre, su progenitor era de pocas palabras— Llegaré cuando termine aquí. Sabes dónde está el dinero para que puedas prepararte algo de cenar.

Estaré bien. —Sabía que su padre nunca lo diría abiertamente en palabras, pero muy a su manera se preocupaba por el hecho de que probablemente esa noche estaría sola en casa hasta muy altas horas de la madrugada— Cerraré todo antes de dormir.

Quiero ver tus tareas sobre la mesa del comedor. —Estaba segura que en ese momento su papá estaba con los ojos cerrados— Todas las luces apagadas excepto...

Excepto la del pasillo. Lo tengo

El sistema de alarma está conectado a mi teléfono, lo activaré a las ocho en punto.

—Entendido.

Bien, me voy.

Suerte en la misión. —Fue lo último que dijo al teléfono antes de escuchar una especie de gruñido seguido del tono de llamada terminada. Dejó el teléfono en su base sobre el mueble antes de sonreír un poco.

Sabía que el trabajo de su padre no tenía un horario fijo y que en cualquier momento podía ser llamado a alguna misión pero eso a ella realmente no le molestaba en absoluto, todo lo contrario, estaba bastante orgullosa pues eso significaba que su papá era el mejor y solo él podía realizar tal misión.

Se encaminó a la cocina para comenzar con los preparativos de la cena antes de reorganizar su horario para la tarde pues desde muy pequeña se le había inculcado un horario muy estricto a seguir. Cualquiera diría que eso no estaba bien para una mujer de quince años como ella, pero como siempre decía su padre, ella no era para nada como los demás niños pues ella era la heredera del trono.

Miró la hora en su reloj de muñeca, descubriendo que eran las cuatro con quince minutos, contaba con solo quince minutos para comenzar a cocinar, comer y preparar la cena de su papá antes que dieran las seis en punto para ducharse y después comenzar con sus tareas hasta las siete con treinta, hora en la que tenía que lavarse los dientes y revisar las ventanas y puertas para finalmente a las ocho en punto encontrarse en su cama leyendo los veinte minutos que su padre le permitía antes de terminar el día exactamente a las ocho con treinta minutos.

Bien... —Cambio la dirección, yendo ahora a la que era la habitación de su padre mientras calculaba el tiempo que tardaría en cada una de sus tareas— Son diez minutos para ir a comprar al súper mercado, tardare mínimo veinte minutos en elegir los ingredientes, otros quince minutos para formarme y pagar... Un total de casi una hora. —Llegó a la puerta del cuarto de su padre— Tengo que darme prisa.


Ojalá pudiera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora