Stonía 2/3

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Tomo la perilla de la puerta para abrirla, empujando suavemente la madera dejando ver el interior de la habitación. Las paredes tenían un color arena con unas cuantas fotografías enmarcadas colgadas en estas. Una cama matrimonial con un cobertor de color gris con almohadas blancas, junto a esta había una pequeña mesa de noche con una sencilla lámpara, un despertador, un marco con una fotografía y un cenicero de cristal. Del otro lado de la cama estaba un ropero largo con algunos adornos sencillos encima.

Se encamino hacia la mesita de noche para abrir el cajón donde se encontraba guardado el dinero que su padre dejaba para que, en ocasiones como esa, pudiera comprar lo que necesitara para cocinar. Por un momento su vista se posó en la fotografía enmarcada sin saber exactamente que era el sentimiento que tenía cuando veía ese tipo de imágenes: su padre con la expresión de siempre, el ceño ligeramente fruncido y brazos cruzados, junto a una eriza de púas azules y ojos jade que sonreía con mucha alegría mientras cargaba un pequeño bulto que dejaba entre ver mechones azules 


Con un pequeño nudo en la garganta continúo con su búsqueda del dinero. Movió un par de libros que al parecer su padre leía en esos momentos, sorprendiéndose un poco al ver que eran sobre temas de crianza y consejos para la educación infantil. Sacó los libros del cajón para buscar mejor dentro de este pero sin mucho éxito.

¿Habría cambiado el lugar? Pero si apenas le había dicho que estaba donde siempre. Quizá no busco bien.

Volvió a ver dentro del cajón obteniendo el mismo resultado que la vez anterior. Metió su mano para asegurarse que realmente no había nada, palpando por los rincones esperando encontrar algo.

Su mano finalmente toco algo, era redondo y pequeño. Lo sujeto entre sus dedos para poder sacarlo y ver de qué se trataba. Cuando lo tuvo frente a sus ojos notó que era una llave plateada. No parecía ser de la entrada principal o de la trasera, era mucho más pequeña.

¿De dónde...? —Pregunto a nadie en particular mientras movía la llave en sus dedos— No parece ser de ninguna de las puertas.

Continuo mirando la llave por un par de minutos, tratando de adivinar qué era lo que podría abrir. Su mirada se despegó un momento del objeto para descansar un poco cuando de reojo notó que, debajo del cajón había una pequeña puerta, curiosamente con una pequeña cerradura

La curiosidad adolescente era algo que ningún adulto, aun con la más estricta educación y reglas, podía controlar en su totalidad. Y eso era algo que Stonia Rose estaba por demostrar sin duda alguna.

Con un movimiento fluido cerró el cajón antes de sentarse sobre sus rodillas, mirando fijamente la puerta de madera. En su mente había un pequeño debate mental sobre si lo que estaba a punto de hacer estaba bien o si valdría la pena el castigo que muy probablemente su padre le daría por revisar entre sus cosas sin su autorización.

Con un suspiro pesado y pidiendo miles de disculpas en su mente, introdujo la llave en la cerradura, girándola un poco para escuchar el sonido del seguro siendo levantado.

La puerta se abrió sola con lentitud luego de que quitara su mano de la llave. Comenzó a sudar un poco ante la expectativa de lo que podría haber escondido detrás. Tal vez se trataban de algunos papeles de su trabajo o quizá documentos importantes, por eso es que su papá los guardaba bajo llave. Empujo con suavidad la puerta para poder ver qué era lo que había allí. Ya no pensaba en los castigos o regaños que recibiría, la curiosidad innata en ella la empujo a solo concentrarse en descubrir que escondía el misterioso Stolas The Hedgehog.

No supo si era decepción o lo terriblemente obvio que fue descubrir lo que había: Un montón de libros.

¿Por qué? —Fue lo único que dijo mientras introducía su mano y tomaba el primer libro que había en la pila— ¿Qué son...?

Abrió los ojos con sorpresa al leer el título sintiendo como su corazón tamborileaba en su pecho con fuerza.

                                                                         "Mi diario

                                                             ¡No tocar sino eres yo!

                                                                    Sonia Rose."

Las manos le hormiguearon dolorosamente al sostener aquel libro de pasta dura color azul pastel, a mitad de la portada había lo que en su momento fue un bello broche con forma de una rayo pero que ahora solo se veía una figura amorfa que intentaba pasar por un intento de rayo.

Ojalá pudiera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora