Cap. 4 El baño

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Después de probarme 80 vestidos diferentes, me decanto por uno corto de color azul pastel. Tiene pequeñas flores que le dan un toque veraniego.

Bea me está llamando. Le dije que iríamos juntas a la fiesta, ya que nos queda prácticamente al lado. Así que debería coger.

– Eda ya estoy abajo. Mejor que bajes ya. Como lleguemos tarde Siena nos mata.

– Me calzo y bajo, no te preocupes, hoy no morirá nadie – digo riéndome. Bea es la típica amiga que está siempre ahí, la que si necesitas estar sola te deja, porque te entiende.

Bueno, el caso, me pongo unas sandalias y bajo las escaleras. Como siempre están mis dos hermanos junto a mi padre viendo la televisión.

– Uy hermanita, pero que guapa. ¿Quién es el afortunado? – se burla Liam. De verdad que no lo soporto a veces.

– Liam, que tú no triunfes no es mi culpa. Y no, no hay afortunado, por ahora – le guiño un ojo en forma de burla.

– Liam, deja de molestar. Y Eda, pásatelo bien, pero cuidado, ya sabes como son los chicos, y eso que yo soy uno – mi padre hace una mueca para que siga caminando.

– Adiós papá, adiós Alden – me olvidé de presentarlo, es mi hermano pequeño –, que te den Liam.

Y cierro la puerta detrás de mi. Como me dijo, Bea ya estaba esperándome. El camino hasta casa de Siena era de unos 10 minutos, así que de lo único que hablamos fue de cómo sería la fiesta y el curso. Bueno y le conté, por encima, que había conocido a un chico en la cafetería.

– Espera, espera. ¿Era guapo? – me pregunta demasiado ilusionada.

– Te acabo de decir que me llamó bicho raro. ¿De verdad que eso es lo importante?

– Obviamente eso es lo importante. Es más, estoy segura de que quería ligar contigo.

– ¿Sabes que? La próxima vez no te cuento nada. Quería criticarlo contigo y me vienes con esto. Lo siento pero ya no confío en ti.

– Eres una exagerada. Solo quiero saber toda la información para poder opinar, si no me la das, no puedo ser objetiva.

Siguió burlándose de mí durante todo el camino. Y por mucho que me molestara, no podía quejarme, había hecho que me sintiera bien, bien de verdad. Así que esta vez se lo perdono.

Siena llevaba siendo nuestra amiga durante mucho tiempo, y por muchas veces que fuéramos a su casa, seguía pareciéndonos un castillo. Es enorme. Tiene una entrada muy grande, con dos figuras de leones a cada lado. Cuando entramos llamamos al timbre, al segundo unos desconocidos nos abrieron la puerta.

– ¿Pero la fiesta no empezaba en media hora? – me pregunta Bea, un poco perdida.

– Si, pero ya conoces a Siena, es impredecible.

Y como si la invocáramos, Siena aparece a nuestro lado. Está vestida como una modelo. Siempre la he envidiado, es guapa, con buen cuerpo, rubia, además de que todo le queda bien.

– Llegáis un poco tarde. Pero tranquilas, yo os enseñaré la mejor parte.

Me coge de la muñeca y yo le agarro la mano a Bea. Nos guía, entre toda la gente que ya había en la fiesta, hasta la cocina.

– Podéis beber lo que queráis. – a continuación nos abre un armario lleno de botellas de alcohol – Me gusta llamarlo "La zona del placer".

– Muy original Siena. – decimos Bea y yo al unísono, mientras ponemos los ojos en blanco y nos reímos.

– Ahora que ya os he enseñado lo principal, me voy, Izan me espera. – nos dice, justo antes de guiñarnos un ojo e irse.

Dos copas y un chupito después, en un periodo demasiado corto como para admitirlo, estábamos las dos bailando en medio del salón, es decir, la pista de baile. No conocía ni a la mitad de los presentes, pero ya había llamado "amigo" a cinco personas.

Me lo estaba pasando muy bien, hasta que el golpe de una chica hizo que mi copa se cayera encima de mi vestido. Genial.

Eso te pasa por beber y por venir a estas cosas.

– Voy al baño a limpiarme este desastre – susurro a gritos, para que Bea me escuche, mientras señalo mi vestido.

Ella asiente divertida y me voy. El baño está subiendo las escaleras, algo bastante complicado para mi estado actual. Tardo unos cuantos minutos en llegar a la segunda planta. Si no recuerdo mal, el baño está al fondo a la derecha. Cuando llego a la puerta está cerrada, así que decido sentarme a un lado y esperar.

Llevo esperando 20 minutos, y no estoy de humor para esperar más. Empiezo a aporrear la puerta entre gritos.

– ¡Venga ya! ¡Llevo media hora esperando! ¡Haber ido en tu casa! – empecé a escuchar ruidos un tanto extraños. No me lo puedo creer, que asco.

Eso es la envidia querida.

Que asco.

– ¡Dais asco! ¿Hacer esto en un baño ajeno? ¡Buscaros una habi...! – no puedo terminar mi recomendación cuando se abre la puerta.

No. Puede. Ser

Lucas, es decir, el chico de la cafetería, del cual no recuerdo su nombre, porque no me importa nada.

Claro que te importa.

Bueno, ese, acababa de abrir la puerta del baño sin camiseta y con una chica abrazándolo. Debería darle vergüenza, pero su cara demuestra lo contrario. Tiene una sonrisa de superioridad que me molesta bastante.

– Bicho raro... – dice sonriendo – No sabía que ibas a estas fiestas.

– Uno, no me llames así. Dos, si, vengo a fiestas. Y tres, deja de hacer guarrerias y déjame pasar al baño.

Intento pasar, pero no me deja. Quiere caerme mal, porque es lo que está consiguiendo.

– Lo siento, no se repetirá. Y gracias por el consejo, iremos a una habitación. – dice y se va con la chica agarrada a él.

¿Enserio? ¡No necesitaba saber esa información!

Envidiosa.

¿De verdad cree que me importa lo más mínimo? ¡Yo también puedo hacerlo en baños!

Envidiosa.

Cuando salgo del baño, en el cual estuve insultando a ese tal Lucas durante 5 minutos, decido pasar del tema y seguir bailando. Y lo conseguí, hasta que me encontré a mi misma vomitando en el váter de ese mismo baño.

– Bea, este año, prometo ser el alma de la fiesta. Lo juro. – digo entre arcadas.

– Claro que lo serás, lo tengo clarísimo.

Cuando pude levantarme del suelo, salí apoyándome en Bea. Bajamos las escaleras y vimos que aún había mucha gente. Y, como si tuviera un sexto sentido, vi a Lucas con un grupo de chicas, como no. No pude evitar poner los ojos en blanco.

Él me miró, o eso creo, no lo tengo claro, y me guiñó un ojo mientras seguía hablando con las chicas.

Será gilipollas.

Después de eso no recuerdo nada más.

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¡Pero bueno! ¡Que fiesta! ¡Y que situación!
Deseémosle suerte a Eda, la necesitará.

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