Me desperté a causa de la luz que entraba por mi ventana. Al parecer alguien me había traído en brazos hasta mi cama otra vez, seguramente Liam, el único con suficiente fuerza como para hacerlo sin despertarme.
Me giré en busca de mi móvil, cuando lo enciendo veo la hora, 13:28, mierda, debería estar en clase.
Hoy necesitas descansar.
No, no y no. Soy demasiado cabezota para aceptar esa opción. Podría hacerlo, al fin y al cabo era otro día cualquiera.
No lo es, es su cumpleaños.
Un cumpleaños que ya no se celebra. Me había prometido a mi misma no faltar hoy. Y no lo haré. O esa fue mi intención al levantarme e ir a mi baño, una intención fallida. Porque nada más verme en el espejo vi un desastre de cara. Me había pasado varias horas llorando antes de quedarme dormida, y se podía ver en mis ojos rojos e hinchados.
Fue algo doloroso ver esa imagen, porque me recordaba a mi aspecto cuando me había enterado de... eso, ya sabéis.
Así que me lavé la cara con agua bien fría, me miré al espejo y , haciendo de tripas corazón, sonreí. Sonreí como si no pasara nada. Sonreí como si mi vida fuera la que tenía antes. Sonreí como cuando era pequeña. Sonreí como lo hacía antes. Sonreí como si ella estuviera ahí.
Pero esa sonrisa duró poco cuando mi móvil vibró con una notificación de calendario. En ella salió el nombre del evento, "cumpleaños Ane (la pesada)", lo que hizo que mi sonrisa disminuyera poco a poco. Y... bajó una lágrima, algo traicionera, por mi mejilla. La limpié con rapidez y volví a sonreír, no quiero repetir lo de todos los años.
Bajé las escaleras suplicando que no hubiera nadie, pero nada más llegar a la primera planta vi a mi padre esperando en el sofá. Algo bastante raro en él, no por estar sentado en el sofá, si no porque no tenía nada puesto en la televisión.
– Eda ven – dijo como si mis esfuerzos en no hacer ruido fueran en vano.
– Papá no puedo, ya llego tarde a clase, mejor... – intenté explicar antes de que me cortara.
– No, todos los años haces lo mismo y quiero hablar contigo. Además me parece el momento perfecto, porque por fin nos hemos quitado a las dos bestias, que tienes como hermanos, de encima. – Dijo con rapidez, aunque después de ver mi cara añadió – Siéntate, intentaré que sea rápido.
Tras varios segundos pensando en si salir corriendo, decidí sentarme.
– Papá, por favor, no quiero que te preocupes, no es lo mismo que antes. Ahora estoy mejor. Te lo prometo – dije apresuradamente.
– Eda, ya sé que es difícil aceptar que se está mal, pero no pasa nada por estarlo. Podemos volver a llamar a ...
– No es necesario – corté, más brusco de lo que pretendía, lo que tenía pensado ofrecerme.
– Escúchame, estos últimos días te he notado de caída, otra vez – dijo, haciendo énfasis en las últimas dos palabras.
– Enserio...
– A partir de hoy comerás con nosotros, nada de comer fuera. Y nada de "no tengo hambre" – dijo serio.
– Papá, los días de semana como en el instituto porque vosotros no estáis.
Parece que eso le hizo pensar en otra opción para controlarme.
– Está bien, comerás en el instituto por la semana, pero tendrás que mandarme un vídeo comiendo algo – ese "algo" tenía un tono de súplica que me partió el corazón – y el fin de semana con nosotros.
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Simplemente yo
Ficção AdolescenteDesde la muerte de mi madre todo se había vuelto oscuro, nada era lo mismo. Es verdad que ya habían pasado 2 años, y todo el mundo volvía a estar como siempre, pero para mi era imposible. O eso pensaba, hasta que en aquella cafetería conocí a mi luz...