Acomodó un poco su flequillo para poder ver mejor al profesor de anatomía, el hombre estaba explicando cosas en la pantalla recién estrenada en su cátedra. Resopló cansada, se descuidó dos segundos y dejó de comprender el tema, y por ende, se aburrió. Se rascó los brazos de forma impaciente y miró a su alrededor, el resto de estudiantes prestaron atención y tomaron apuntes.
—No te distraigas, Kanin —murmuró una voz varonil. El hombre tiró de su cabello un poco para llamar su atención—. Luego estás pidiendo apuntes.
Ran inclinó la cabeza hacia atrás y levantó la mirada para ver los ojos aburridos de Leif, el mejor amigo de Aegir, y su viejo compañero de escuela en la adolescencia. El hombre tenía una expresión casi fastidiada, como si estar allí fuese horrible.
—No estoy distraída —mintió en voz baja.
Leif arqueó la ceja izquierda y miró a los demás antes de inclinarse un poco hacia abajo, acercó sus labios al oído de Ran.
—Entonces dime cómo se llama nuestro profesor —murmuró con burla.
No hubo respuesta, ni siquiera se las ingenió para decir algún nombre similar. Una vez que se aburre se olvida de las cosas, si es que en algún momento escuchó cómo se llama el hombre. Se mordió el interior de la mejilla derecha cuando vio la sonrisa de victoria en el rostro de Leif y le picó la nariz con la punta de su lápiz.
Desvió su atención de nuevo al frente y se llevó las manos a la frente en un vano intento de masajes, hablar dos segundos con Leif le costó más apuntes de lo que esperaba. El profesor pasó a un nuevo tema en relación al anterior, pero abrió una segunda rama para explicar una tercera cosa al mismo tiempo que mencionaba cosas del primero. Era un lío. Un maldito lío que habría evitado si no se distrajera con cualquier cosa.
Cuando terminó la clase sacó su teléfono para enviarle una foto de su rostro a Aegir, algo que hacía todos los días, pero esta vez Leif se coló por detrás e hizo una mueca graciosa, antes de recuperar su expresión aburrida de siempre. Ran puso los ojos en blanco y envió la foto de todos modos, volvió a guardar el teléfono y su compañero pasó un brazo sobre sus hombros para abrazarla un poco.
—¿Qué me vas a dar a cambio de los apuntes, Kanin? —preguntó Leif.
—¿Qué te hace pensar que te los pediré? —contestó y lo empujó un poco para mantener la distancia.
—No sé, el simple hecho de que llevo toda la semana haciéndolo. ¿No te cansas de gastar dinero? —preguntó y sonrió con diversión. Los ojos de Leif se hicieron un poco más chicos por el gesto y se marcaron sus hoyuelos— Entonces, ¿qué me darás por hoy?
Ran se cruzó de brazos e hizo un gesto con su nariz en señal de molestia, la arrugó apenas y frunció el ceño del mismo modo que un conejo. Tenía la opción de pedirle las cosas a alguien más, a cualquiera de sus treinta y siete compañeros, pero solo era capaz de hablar con Leif debido al extraño pánico que le causaba hablar con personas nuevas.
No quería darle la satisfacción de darle algo otra vez, gastó mucho dinero en la semana por su propia culpa. Suspiró antes de separar los brazos y pasó sus dos manos por el cuello de Leif, acarició su piel unos segundos y luego le enterró las uñas con enojo.
—¡Deja de cobrarme por cada cosa! —dijo e hizo más presión— Si estuvieras en mí lugar yo no te pediría a cambio.
—Porque ni siquiera tendrías para pasarme los apuntes —jadeó Leif, manteniendo el tono de burla y agarró sus muñecas para hacerla retroceder—. Está bien, Kanin, no te pediré dinero de nuevo, pero no te los daré así nada más. Iremos a estudiar el tema en la biblioteca en nuestro tiempo libre. De nada te sirve copiar si luego no puedes resolver el parcial.
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Cinco días.
Teen FictionDicen que a las mejores personas le suceden las peores cosas. Aegir nunca contó con una personalidad amable ni caritativa con el mundo, pero está lejos de ser una mala persona y aún así afrontó la familia que le tocó. Un lugar lleno de dolor, agresi...