Los días en la universidad solían ser muy pesados para Ran, no lograba sentirse al mismo nivel que sus compañeros debido a sus constantes distracciones, así que compensaba su falta de desempeño con su apariencia bonita. Al menos eso creía de sí misma.
Se miró en la cámara de su teléfono, acomodó su abundante cabello hacia los costados y volvió a mirar al frente para prestar atención a los últimos veinte minutos de clase. La clase Embriología era, sin duda, una de las más importantes.
Miró a su derecha, Leif tenía la cabeza inclinada hacia atrás y los brazos cruzados, no se molestó en disimular que quería dormir. El ciclo biomédico era más que necesario dentro de su carrera porque, de otro modo, no podrían avanzar; sin embargo, casi ninguno de los estudiantes pudo disimular su falta de interés.
Ran golpeó el borde de la mesa con sus uñas de manera constante debido a la repentina ansiedad que le causó darse cuenta la cantidad de años que tenía que estudiar, el tiempo que iba a invertir aunque no fuera su pasión y lo mucho que le deprime estar estudiando algo que no quería, porque para ser forense primero se necesita estudiar Medicina.
Cuando la clase llegó a su fin, ella permaneció sentada en su lugar para pintarse las uñas a un color lila. Movió un poco sus dedos, como si estuviera lanzando hechizos de algún tipo, para que se secaran un poco más rápido, pero su cuerpo quedó congelado en ese gesto automático mientras sus pensamientos volvían a desviarse a lo que sería su futuro: las cosas que tendría que vivir, comprar, vender, lo que debería seguir estudiando, aprender, memorizar.
Aegir también llegó a su mente en un instante más vulnerable, pero no logró pensar nada porque vio a un chico de la clase acercarse hasta la mesa y levantó con timidez la pintura de uñas que se había caído sin que Ran lo notara. Lo miró con una curiosidad muy vaga, pero buscó algunos detalles que pudieran decirle que tipo de persona era para saber si debía mostrarse amable o no.
—Hola, Ran —saludó de manera alegre. Muy efusivo para su gusto.
La camiseta que estaba usando llamó más la atención de Ran, era de una banda que le gustaba mucho en ese momento y quería saber dónde la consiguió, pero no hizo más que fingir una pequeña sonrisa y saludarlo de regreso. Debajo de la mesa sintió los dedos de Leif, él apretó un poco su muslo a modo de advertencia. Solo fingió estar dormido.
Miró al castaño unos segundos para buscar una segunda advertencia, pero Leif seguía con los ojos cerrados y la cabeza inclinada, como si realmente estuviese ajeno a la presencia del otro chico.
—Elijah. —Se presentó el rubio— No quiere hacerte perder tiempo, así que seré directo. Hemos estado juntos en las clases por medio año y creo que deberíamos hacer este proyecto juntos. Ninguno de los dos pierde nada conociendo al otro. Ya sabes, para cambiar de aires —añadió e hizo un gesto con la cabeza, señaló a Leif.
—Elijah. —Ran repitió su nombre de manera suave y se llevó el bolígrafo hasta los dientes para morder un poco, entrecerró los ojos mientras volvía a verlo de arriba abajo y arrugó un poco la nariz—. ¿Por qué deberíamos hacer el trabajo juntos? Dudo que conocernos sea tu única intención, ¿o me equivoco?
El noruego rubio se pasó la zurda por el cabello para acomodarlo en un torpe gesto nervioso. Aquella pizca de desdén en los ojos de la chica lo incomodaron e incluso se sintió intimidado. Dudó antes de responder, aunque no fue capaz de formular su respuesta correctamente.
—Porque yo...Ah, es que...
—Ella no quiere tu ayuda de mierda en el trabajo, vete —amenazó Leif, sin abrir los ojos aún—. Si tanto te preocupa, soy un compañero excelente para los malditos proyectos grupales, gracias.
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Cinco días.
Teen FictionDicen que a las mejores personas le suceden las peores cosas. Aegir nunca contó con una personalidad amable ni caritativa con el mundo, pero está lejos de ser una mala persona y aún así afrontó la familia que le tocó. Un lugar lleno de dolor, agresi...