Las Crónicas de Shakespeare.

Capitulo III

Mientras la canción suena, la locura me persigue, la muerte me añora, el hambre me acecha, la vida me implora, el amor me tortura,y si mi canción no se acaba, yo tampoco lo hare.

Espero verte mañana horrible futuro, no te desvanezcas y me dejes, que lo que más quiero es verte, con mi canción de fondo.

     Edan Solares, Jefe de investigaciones del Circulo General.

En la actualidad.

29 de Agosto de 2020.

Central Park, 12:34 am.

Ronan jamás había estado tan feliz y tan triste por algo antes, es que nadie merecía sufrir de esa manera, mientras más tiempo tuviera su vista en ella, más pena le deba.

E hizo lo que el hubiera querido que hicieran si el estaba en su lugar, la abrazó, para que se olvide de sus penas.

Lo que no esperaba era que el abrazo fuera de hecho la causa de su muerte.

Se sintió horrible, Flor necesitaba un funeral digno.

Procedió a cavar en la tierra con las manos, sus uñas están llenas de arena apenas 2 min después.

Escucho su nombre de seguido de muchas maldiciones y amenazas de muerte.

Y supo inmediatamente que se trataba de Jared, su mejor amigo, quien debía entenderlo mejor que nadie, por el dolor que estaba pasando.

Escuchó la respiración acelerada de su amigo, Jared, era todo un debilucho, sin músculos, mejor dicho sin ganas de hacer ejercicio, le gustaba la vida lo suficientemente sana, pero no exagerando.

Osea comer lo suficientemente bien como para no tener que hacer ejercicio.

En cambio Ronan tenia una obsesión poco sana (Palabras de Jared) con los ejercicios.

Ronan seguía llorando por Flor, el simplemente no podía creer lo que le había hecho.

Al final su amor por ella la había matado, ya no volvería amar de ese modo, nadie merece morir de una modo tan trágico y dramático, pensó.

Una lagrima cayó, pobre Flor, esperaba que desde el cielo supiera, que viviría en su memoria para siempre.

Jared suspiro resignado, miró a su amigo-su único amigo-llorarle a una Rosa, como si fuera lo más importante para el.

Había veces en las que se preguntaba que demonios estaba pensando cuando aceptó ser amigo de Ronan, y esta era una de esas veces.

Lo había perseguido desde el club en la calle de abajo, hasta el centro mismo de Central Park.

Sus esfuerzos no importaban, no importa que tan duro tratara de que su amigo no bebiera o se drogara, no importa cuántas veces lo había acompañado ha rehabilitación, Ronan siempre recaía.

Una parte de él, quería rendirse, lo intento tantas veces, desde hace tantos años que ahora simplemente le parecía imposible.

Pero a pesar de todo, había esos momentos, muy escasos, en los que creía que había una solución, que Ronan mejoraría, y esos momentos fueron su perdición.

Esos momentos lo llevaron a seguir allí.

Ronan había empezado a drogarse a los 16, Jared jamás supo la razón, si es que había una.

Lo único que supo es que de un día para otro, su preocupación ya no era que su amigo entrara en clases, era que no estuviera tirado en la calle drogado.