Té y Limon

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Lo primero que hizo el castaño fue bañarse. Dejando que cada gota de agua fría borrará el bochornoso recuerdo de Steve sobre su cuello. O el contacto con su cuerpo, recordando la rara especialidad que tenía Steve sobre su él y su estúpido enamoramiento hace un año.

Había tocado y sentido otros cuerpos deseando que fuera el de Steve. Steve, Steve, Steve. Supone que con las nuevas hormonas circulando en su cuerpo, eso era lo único en lo que podía pensar

Tomó la toalla y comenzó a secarse mientras salía del cuarto principal, no se digno en vestirse, a el le gustaba dormir desnudo. Se había privado mucho de ello en el MIT.

Lo que si le sorprendió fue encontrar a Steve sentado en la cama doblando lo que parecía ser una media. El rubio bajo la mirada sonrojado.

—Tú y yo tenemos lo mismo colgando entre las piernas, además ya me has visto desnudo varias veces. Me cuidabas en mis estros menos potentes e incluso dormía sobre ti.

—¿Menos potentes? ¿Has tenido celos más fuertes? —Oh, claro. Eso fue todo lo que el capitán escuchó. Obviamente, Capitán.

—Y... ¿has recibido ayuda?

Tony sonrió y camino hacia la cama remarcando su aroma.

—Si. Fue fantástico.

Steve no pudo ocultar su aroma agrio al escucharlo. —Que b-bien. Espero que te cuidarás y-

Tony puso un dedo sobre su boca callándolo. —¿Crees que sería tan estúpido como para serle infiel a un super soldado?

—Ya te he dicho que esto-

—Es muy real para mí.

Y con eso último Tony se acomodó bien en la cama.

—Pensé en darte esta pijama, pero veo que... no.

—Ves bien pues realmente me encanta dormir desnudo, ahora, te daré la opción de dormir aquí si quieres.

Steve dejo las medias largas rojas en su cama así como el resto del pijama y volteó hacia él con las manos en la cintura.

—No creo que eso sea apropiado.

—¿Por que no? Estamos casados.

—Porque aún eres muy pequeño.

—Por favor, Steve, no vamos a seguir en este juego en el que negamos lo que somos. Me gustas y quiero que me aceptes como tu omega.

Suspiró.

—Quizá cuando cumplas la mayoría de edad.

—¡Faltan cuatro jodidos años!

—Eso es lo que todos los omegas esperan, además sería muy raro ¿No lo crees?

—No es como si me hubieras criado, Steve.

***

Esa noche Steve Rogers no concibió sueño alguno. Se la paso rodando en su cama y de vez en cuando tapándose con las sábanas.

Se rindió en eso de las cinco para despertar y observar como después de todo Tony si se colocó el pijama y durmió en su habitación.

Rogers disfrutó del aroma del omega antes de ir a correr.

No era dulce y empalagoso.

Era de Té con un toque de limón.

Olía a tanta calma y paz.

Fue justo antes de salir también que Howard llamó, primero para preguntar por su bebé y luego para decirle que lo cuidara mucho.

Tenía un buen plan para hoy. Comprarle ropa nueva, llevarlo a almorzar entre otras cosas.

Preparó un desayuno simple, de todas formas Tony estaba algo apático con la comida.

Tony despertó unos treinta minutos después de. Llevaba calzoncillos y un polo muy grande para él. Además de las medias largas y rojas que el mismo le dejo anoche. No tenía malas intenciones al dejárselas, solo quería que estuviera calentito durante la noche, pero ahora el que estaba calentito era él.

—Ponte pantalones.

—Oblígame. —sonrió. Su mirada se dirigió a la taza ya servida, creyendo que era café para el.

—No tomes café.

—¿Por qué no? Tomaba esto todos los días.

—¿Al menos te alimentabas bien?

—Comía lo que había. Sinceramente no tenía tiempo para eso.

—Tony, estamos hablando de tu alimentación.

El castaño lo ignoró una vez y casi yendo de puntillas se acercó a su hombro. —¿No hay un besito de buenos días?

Steve ya sabía por donde iba eso. Tomo sus mejillas y con ellas lo llevó a su asiento de nuevo.

—Veintiuno.

—¡Steve!

***

La moda y Steve nunca congeniaron. Con el omega era todo lo contrario, parecía que cada prenda estaba perfectamente hecha para acoplarse a cada músculo. Naturalmente su pequeño pancita resalto haciendo que el chico se avergonzara un poco cuando un pantalón no le cerró con tanta facilidad.

—Es normal, Tony. No te has alimentado bien y esos son los resultados, yo creo que es adorable. —Sonrió.

—No quiero ser adorable.

—Es tu maldición.

Tony rio un poquito y se abrazó a Steve. Le gustaban las luces de los probadores —Me vas ayudar a recuperar mi figura.

—Ya tienes una hermosa figura. —confirmó.

—Mentiroso.

—En serio.

—¿Estás seguro? —el chico tomó su mano y la deslizó por debajo de su camiseta. La levantó hasta que casi pudo rozar su pezón.

Tan cálida y suave.

Steve recogió su mano inmediatamente y carraspeó.

—No vuelvas a hacer eso. —Dijo antes de salir del probador.

***

Tony estaba muy confuso después de eso. Aceptaba que había subido un tanto de peso, pero no pensaba que tanto como para que Steve no lo encontrase atractivo. Así como vio el sonrojo pudo notar su incomodidad.

Steve se sentía mal por lo dicho. No quería ser duro con él.

—Tony... —susurró mientras se arrodillaba en la banquillo que estaba sentado.  —¿Quieres comer las hamburguesas que tanto te gustan?

El chico negó y sus ojitos marrones lo miraron con nostalgia.

—No, no llores. Por favor.

Eso solo lo empeoró. Tony comenzó a sollozar fingidamente mientras apretaba sus manos.

La mente de Steve se quedó en blanco.

El centro comercial estaba relativamente vacío. Aún así miró a ambos lados antes de acercarse al chico más.

—No entiendo porque lloras. Dime que puedo hacer.

—¿P-por qué me rechazas? ¿No me veo lo suficientemente grande? ¿O es que no soy tan bonito para ti?

—No es eso, Tony. Es algo más... personal.

—¿Cuándo sea más grande ya me amarás?

Rogers no supo que responder.

—Déjame.

Tony lo atrajo a si dándole un beso húmedo a Steve. 

—Déjame hacerlo de nuevo.

Arnie [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora