Sentada al fondo una criatura observaba al resto de sus congéneres ; pensaba en ellos minuciosamente...
La persona que se encuentra a mi derecha es amable, seguramente su día ha transcurrido tranquilo y sin alteraciones; la persona que está a mi izquierda parece ausente, nadie lo mira porque su estética es diferente y le hace parecer fuera de lo normal; los demás pasajeros viven su vida y la trayectoria en el bus no hace parte importante de sus vidas, pero para mi es el momento pleno de reflexión; en el bis encuentras historias en un lenguaje mayormente visual; la forma en que me miran las perdonas, no se dan cuenta de que yo los observo realmente y que indago solamente en mi cabeza sobre sus vidas y sobre lo que realmente son.
A veces, precisamente cuando voy en bus, me pregunto si está trayectoria que hago casi todos los días vale realmente la pena; me pregunto si mi vida, o la vida de cualquier otra persona tiene realmente un sentido trascendental, lo dudo; tenemos reglas por todas partes y guardamos nuestro yo sensible sólo para nosotros mismos; los yo sensibles que mostramos a los otros son simplemente máscaras que buscan beneficios para sí mismos; incluso aquí donde tengo a mi familia siento que las máscaras de hijo, de hermano, son eso, máscaras, y no trascienden más allá; quizá me equivoco en esta reflexión; quizá solamente veo desde el punto de vista solitario en que me encuentro; pero eso no me quita el haber pensado tantas veces atrás lo mismo.
Ahora que estoy en mi habitación me siento distante del mundo y quisiera quedarme aquí; pero también me gustaría salir para probar una nueva máscara que seguramente me traerá nuevas experiencias para seguir reflexionando hasta que el incienso de mi vida se agote por completo.