Prologo

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(Aclaración)
Como dice en la descripción. Está es una adaptación permitida (La original es de @Neiresu-chan)

✿⁠ 

—Si alguno de los presentes tiene algo que objetar para que no se celebre este matrimonio legal, que hable ahora o calle para siempre.

La sonrisa de Manjiro animó al obispo Newbury.

El reverendo le devolvió el gesto y abrió la boca para continuar... antes de operar en algo por encima del hombro de Manjiro.

En ese momento el también oyó las pisadas que cada vez sonaban más cerca..

No... no podía ser.

—Yo me opongo.

Las palabras perentorias cayeron como un yunque en el corazón de Manjiro.

Lo embargó una sensación de náuseas. Cerro los ojos.

Reconocía esa voz.... su tono suave pero con ribetes burlones. La había oído un millón de veces en sueños, en sus fantasías más ilícitas... esas que lo dejaban ruborizado y consternado cuando despertaba. Y cuando no había aparecido en los rincones más recónditos de su mente, había tenido la desgracia de captarla desde cierta distancia en un evento social o en alguna entrevista para la televisión.

Hubo un murmullo entre los congregados. A su lado, Haruchiyo se había quedado paralizado. El obispo Newbury se mostraba curioso.

Despacio Manjiro se volteó. Haruchiyo lo imitó.

Aunque sabía lo que se iba a encontrar abrió mucho los ojos al encontrarse con el hombre que debería haber sido un enemigo jurado para un Sano como el. Takemichi Hanagaki, marqués de Easterbridge, heredero de la familia que mantenía un odio inveterado con la suya desde hacía siglos... y la persona que conocía su secreto más humillante.

Cuando cruzaron las miradas, experimentó añoranza y temor al mismo tiempo. Incluso bajo el velo pudo ver que en los ojos de él había desafío y posesión.

Incluso desde cierta distancia en el altar se lo veía imponente. El rostro duro e intransigente, la mandíbula cuadrada. Solo unas facciones armónicas hacían que no pareciera tan rudo.

El pelo era del mismo tono negro que recordaba. Los ojos eran tan brillantes como intensos.

Manjiro alzó el mentón y le devolvió el desafío. Al menos agradeció que llevara un atuendo formal de traje negro con una corbata rojo carmesí.

Aunque no recordaba haber visto a Takemichi, el magnate inmobiliario, vestir algo que no fuera un traje a medida que no hacía nada para ocultar su complexión atlética. Bueno, salvo por aquella única noche...

Seduciendo a su esposa | takemikeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora