Dos

345 51 9
                                    

Se levantó el velo y encaró a Easterbridge.

¡Cómo has podido!

Estaba cerca. Hasta ese momento, Takemichi había sido la encarnación de su mayor secreto y su mayor transgresion. Había intentado evitarlo o soslayarto, pero huir ese preciso día quedaba descartado.

— Más te vale tener una buena razón para tus actos, Hanagaki. — expuso Haruchiyo con la cara tensa - ¿Qué posible explicación puedes exponer para arruinar nuestra boda con unas mentiras tan estrafalarias?

Un certificado matrimonial — respondió Takemichi impasible.

— Desconozco en qué realidad alternativa has estado viviendo, Hanagaki. — espetó Haruchiyo — pero a nadie más que a ti le hace gracia.

Takemichi simplemente lo miro a el con una ceja encarnada.

Nuestro matrimonio fue anulado. — soltó Manjiro — ¡Jamás existió!

Haruchiyo se mostró abatido.

— Entonces ¿Es verdad? ¿Hanagaki y tú están casados?

Lo estuvimos — respondió él — Y sólo durante unas horas, y de ello hace años. No fue nada.

¿Horas? — musitó Takemichi — ¿Cuantas horas hay en dos años? Según mis cálculos, diecisiete mil cuatrocientas setenta y dos.

Odió la facilidad de Takemichi para las matemáticas. Algo que en su momento le encantó, junto con el, en las mesas de juego antes de la impetuosa fuga a Las Vegas. Y en ese momento habia vuelto para hostigarlo. Pero, ¿Cómo podia ser verdad que llevaran casados los últimos dos años? Habia firmado los papeles... todo debería haber quedado anulado.

Se supone que debías haber obtenido la anulación — lo acusó.

La anulación jamás se ultimó — respondió con calma — Asi que, seguimos casados.

A pesar de enorgullecerse de mantener siempre la serenidad, no pudo evitar abrir los ojos debido a la sorpresa.

¿Qué es eso de que no se ultimó? — exigió saber Manjiro — Sé que yo firme los papeles para la anulación. Lo recuerdo con claridad — frunció el ceño con súbita suspicacia — A menos de que tú falsificaras los documentos que firmaba.

Nada tan dramático — lo corrigio con envidiable ecuanimidad — Una anulación es más complicada que la simple firma de un contrato. En nuestro caso, los papeles de la anulación no se archivaron adecuadamente para que los juzgara el tribunal... un último paso importante.

¿Y de quién fue la culpa de eso? - demandó el.

Takemichi lo miró a los ojos

El asunto se omitió.

Por supuesto. — espetó — Y has esperado hasta hoy para decirmelo?

No se convirtió en algo relevante hasta hoy — se encogió de hombros.

Su sangre fría lo dejó pasmado. ¿Era su modo de vengarse de el por dejarlo en una situación comprometida?

No me lo puedo creer — Haruchiyo alzó las manos.

Era la misma reacción que sentia Manjiro.

Había decidido continuar con la anulación de su matrimonio con Takemichi sin solicitar consejo legal, a pesar de que sólo poseía una comprensión superficial del derecho familiar. No habia querido que nadie, ni siquiera un abogado especialista se enterará de su increíble falta de sentido común.

En ese momento lamentó dicha decision. Era evidente que habia cometido otro error de juicio.

Sintió que Takemichi lo recorría con la mirada.

Muy bonito. Desde luego, un cambio radical del rojo con lentejuelas que llevaste durante nuestra ceremonia.

— ¿No crees que el rojo es un color idóneo cuando te casas con el diablo? — replicó.

Por aquel entonces no actuaste como si yo lo fuera —:respondió con voz sedosa y queda — De hecho recuerdo...

No era yo mismo — cortó.

"Estaba loco, Eso es" pensó en un estado casi febril

— ¿Acaso la locura no era una buena base para la anulación prácticamente en cualquier lugar del mundo?

¿Locura? — inquirió Takemichi — Ya intentas establecer una defensa hermética para la bigamia?

No he cometido bigamia.

Sólo gracias a mi oportuna intervención.

¿Oportuna? — que irritante era — Según tus cálculos, llevamos dos años casados.

Y contando.

Se quedó incrédulo ante su audacia. Pero no pudo dejar de reconocer que era más imponente que Haruchiyo, incluso fisicamente. Tenian la misma altura, pero era más musculoso y formidable.

Lamentó su continua percepción de Takemichi como hombre. No obstante, era una situación que pretendia rectificar sin dilación hasta donde pudiera.

¿Desde hace cuánto sabes qué seguimos casados? — demandó saber él.

Takemichi se encogió de hombros.

¿Importa si he llegado a tiempo?

"El muy miserable había querido montar una escena"

Obtendremos la anulación.

Pero no hoy. Ni siquiera el estado de Nevada trabaja tan
deprisa.

Tenía razón. Su boda había quedado arruinada.

Lo miró con furia impotente.

Hay fundamentos — insistió más para tranquilizarse el mismo — Es evidente que debía de haber estado loco cuando me casé contigo.

Recordarás que acordamos ausencia de consentimiento debido a embriaguez — repuso el.

¡Sí, la tuya! — espetó cada vez más irritado.

Por acuerdo mutuo, debido a carecer de mejor alternativa.

El fraude debería haber bastado — Respondió con los labios apretados — Tú exageraste tu actuación ante mí aquella noche en Las Vegas, y después de lo sucedido hoy, nadie dudará de ello. Esta última demostración de trapacería Hanagaki merecería figurar en los libros de historia.

¿Trapacería? — encarnó una ceja.

— insistió — Dar la noticia de tu negligencia para presentar los papeles de anulación justo el día de mi boda.

No hay necesidad de ofender a mis antepasados por asociación — indicó él con calma.

Claro que la hay — lo contradijo — La razón de que nos encontramos en esta situación desastrosa son tus antepasados. Ellos son la razón de que... - señaló hacia la iglesia — los invitados se quedaran estupefactos con la noticia de que un Sano se había casado con un Hanagaki ¿Qué vamos a hacer?

¿Permanecer casados? — sugirió Takemichi con un tono burlon.

¡Jamás! — se volteó para marcharse en el momento en que entraban su abuelo y el obispo Newbury.

Al pasar junto a su abuelo, lo oyó ordenar.

— Espero que tenga una buena explicación para esto, Hanagaki, ¡Aunque no soy capaz de imaginar cual puede ser!

Al parecer el infierno se había desatado en ese lugar sagrado.

Seduciendo a su esposa | takemikeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora