Capítulo 23

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En cuanto se marchó, un pesado silencio se instaló en la habitación. Me quedé a solas, todavía sentada sobre el borde de la cama, luchando contra la tentación de cotillear todos los rincones del dormitorio del capitán Levi. En lugar de eso, saqué un libro de mi bolsa y me tumbé boca arriba sobre la cama mientras intentaba deshacer el nudo de los cordones de mis botas con una sola mano. No conseguí leer más de dos páginas seguidas cuando empecé a sentir que me apretaba el corsé. Dejé el libro a un lado y lo desabroché, tirándolo al suelo. A los pocos minutos después, me quité la blusa y la falda porque tenía calor y tiré ambas prendas de nuevo al suelo, sobre el corsé, pero como me había quedado en ropa interior y la ventana estaba abierta se me erizó la piel y me tomé la libertad de destapar la cama para meterme dentro. Ahora sí, retomé mi lectura, pero media hora después, me quedé dormida entre sus pulcras sábanas.

Cuando Levi volvió, el sol estaba a punto de desaparecer por el horizonte. Ni siquiera oí cómo abría la puerta de la habitación, sólo noté su presencia cuando se sentó al borde de la cama y me puso una mano sobre el hombro mientras decía mi nombre suavemente para despertarme. Cuando abrí los ojos y le vi, creí que todavía seguía soñando.

-¿Qué hora es? -Pregunté aturdida, mientras me incorporaba.

-Bastante tarde. -Me respondió, mientras se agachaba para recoger mi ropa del suelo y la doblaba cuidadosamente sobre su regazo.

Me puse de pie y me pasé los dedos entre los mechones de mi pelo rubio para intentar peinarlo. Me asomé por la ventana para ver cómo los últimos rayos de sol desaparecían entre las montañas, contoneando sutilmente mis caderas para provocarle. Cuando me giré, pillé a Levi con la vista clavada en mí pero la desvió al segundo.

-¿No te suena el concepto de pijama? -Preguntó irónicamente.

-¿Le dan miedo unas bragas, capitán?

Me tendió mi ropa para que me la pusiera de nuevo, pero la rechacé. En lugar de eso, sin pensarlo dos veces y antes de que él pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, me abalancé, me senté sobre su regazo y rodeé su cuello con mis manos.

-Tenías razón, tu cama es mucho más cómoda que la mía. -Le dije, acercando mis labios a su oído.

Noté cómo colocaba sus manos heladas sobre mi cintura. El contraste de temperatura me estremeció y me provocó un escalofrío que me recorrió toda la espalda. Me di cuenta de que sólo me estaba sujetando de la cintura porque estaba intentando separarme de él, así que en cuanto noté que su intención era librarse de mí, me levanté para colocarme de frente.

-¿Qué ocurre? -Pregunté.

-Nada. 

-¿Podrías dejar de evitar que me acerque a ti?

-¿Podrías tú respetar mi intimidad? -Me respondió, mientras se colocaba de pie frente a mí.

Alcé las cejas y puse los brazos en jarra, desafiante. ¿Por qué no paraba de mandarme señales confusas?

-Me invitas a tu habitación pero no quieres tener ningún contacto conmigo. Me estoy paseando en ropa interior delante de ti, ¿por qué demonios no me estás terminando de desvestir ya?

Volví a recordar las palabras de Hitch. Por mucho que me molestara, tenía que darle la razón de nuevo. Sólo quería que esto sucediera. Completamente indignada empecé a recoger mi ropa y me la volví a poner. Él seguía ahí, sin moverse, con los brazos cruzados.

-Porque eso es lo que esperas que hagan todos, como estás acostumbrada.

Estaba terminando de abotonarme la falda cuando me detuve y le miré fríamente.

𝐈𝐍𝐃𝐎𝐌𝐀𝐁𝐋𝐄 ·ʟᴇᴠɪ x ᴏᴄ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora