Capítulo 9

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He tenido muchísima suerte, no solo por encontrar al hombre perfecto que es Sean, sino porque aún quedaban plazas y voy a poder seguir estudiando ni más ni menos que en Linston, no puedo parar de pensar en la de experiencias que voy a vivir allí, estoy súper emocionada aunque me da pena que Sean no esté allí.
—¿Te guardo esto en la maleta? -Sean me muestra una sudadera de color violeta.
—Por supuesto, es tuya, báñala en tu colonia por favor.
Sean se acerca y dobla la sudadera, guarda un pequeño frasco de su colonia en la maleta.
—¿Seguro qué estás de acuerdo en que me vaya? -le miro a los ojos.
—Lisa, vas a estudiar en Linston, ¿tú sabes lo que voy a presumir de ti con nuestros amigos? -Sean sonríe y me da un beso rápido en los labios—. Estoy muy orgulloso de ti, nena -me besa salvajemente.
—¿Me acompañarás a Linston y pasarás allí el fin de semana?
—Pues claro -sonríe y se muerde el labio.
—¿Te he dicho ya que eres el mejor novio?
—No lo suficiente -sonríe placenteramente.
—Idiota -sonrío y le beso la mejilla.
Termino de hacer las maletas con la ayuda de Sean y para celebrar que he sido admitida en Linston decidimos irnos a comer a un restaurante.

Me visto con una sudadera negra de Sean y unos vaqueros estrechos y unos botines negros. Me recojo el pelo en una trenza, me echo un poco perfume y espero a Sean en el salón.
—Ve yendo al restaurante, todavía tengo que afeitarme -dice Sean moviéndose con prisas de un lado a otro.
—Hay que ver lo que tardas -pongo los ojos en blanco.
—Si alguien no se hubiera pasado tres horas en el baño -se asoma por el marco de la puerta y me mira, comienzo a mirar para otro lado y a silbar para disimular—. Ve al restaurante y pilla mesa -me guiña el ojo y sonríe.

Salgo del bloque de pisos y camino por la acera hacia nuestra restaurante favorito de pasta. Espero en la puerta unos minutos, Sean tarda demasiado así que decido entrar y esperarlo en una mesa, este restaurante siempre esta lleno a todas horas todos los días. Elijo la mesa cerca de un ventanal que da al parque repleto de flores de colores.
El camarero se acerca para tomar nota pero le digo que se espere y le pido una botella del mejor vino rosado que tengan. En unos segundos vuelve con la botella y me sirve en la copa. Le esbozo una sonrisa, lo pruebo sin tener ni idea de vinos y le digo que está exquisito para quedar bien y hacerme una experta como si llevara toda mi vida catando vinos.
Sean aparece por la puerta, viste unos vaqueros  anchos de color rosa, una sudadera negra y unas Nike blancas. Se quita las gafas de sol y en cuanto nuestras miradas conectan me bendice con una increíble sonrisa. Camina hacia mi con paso decidido, me cojo la mano y me da un beso en ella, me ruborizo, acto seguido se pone de rodillas y saca un pequeño estuche.
—Esta es la prueba de que nuestro amor es eterno, y que nunca se romperá por mucho que pase por malos momentos y nos distanciemos, mi amor es puro y sincero Lisa, te quiero ahora y siempre por el resto de mi vida -sonríe y abre el estuche. En el interior hay dos anillos, son dos coronas, una de plata y otra de oro rosa.
Mis mejillas estallan en un color rojo intenso, mis ojos se vuelven vidriosos y no puedo parar de sonreír. Sean coge la corona de oro rosa y la introduce por mi dedo, yo hago lo mismo con la corona plateada.
—Te quiero, idiota -murmuro y le beso con pasión y ternura, como si fuese lo último que fuese hacer hoy.
La gente se pone en pie y rompe aplaudir con fuerza y silbar.
—Creo que piensan que nos hemos comprometido -murmura Sean sorprendido.
—No les rompamos la ilusión -susurro.
Los dos nos giramos y miramos a la gente, presumo de anillo.
—¡Vivan los novios! -grita el camarero.
—¡Vivan! -responde el resto de la gente al unísono.
No sentamos en la mesa y no puedo dejar de sonreír, es el día más feliz de mi vida.
—Vino rosado -Sean se relame.
—Lo mejor para el mejor -sonrío.
El camarero nos pone un menú en concreto, el típico que habría en San Valentin con muchos corazones y cosas varias. La comida está deliciosa, aunque lo que más me gusta son los brownies con forma de corazón y helado de vainilla.
Al salir del restaurante todos nos vuelven aplaudir y a dar la enhorabuena, no me puedo creer que de verdad piensen que nos hemos comprometido aunque si me lo hubiera pedido, le habría dicho que sí, el amor es joven y estoy segura de que me casaré con él.

Una vez en el apartamento, después de tener sexo durante tres horas, me preparo para ir a la estación de tren, no me puedo creer que en dos horas estaré en Linston. Sean se acerca mientras me maquillo y me rodea con sus brazos, me besa el hombro y el cuello, me giro, me subo al lavabo, y le beso y acabo el beso con una mordida de labio sensual.
—Hoy es el inicio de tú próxima gran aventura -sonríe Sean—. Estoy orgulloso de ti -me besa la frente.
—Te quiero -le susurro.

Adicta a ti (Robame un beso 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora