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Con sólo 25 años y ya con una niña de 3 Eda se enfrentó a una gran ciudad. Vestida con ropa muy lejana a estar en tendencia y algunas bolsas más, su pequeña niña cargada mientras la apoyaba en su cadera, esa era Eda Yildirim cuando llegó a Estambul y aunque tenía miedo estaba dispuesta a cambiar eso lo más pronto que pudiera. Miró a todos lados un poco desorientada sin saber a donde ir. Tenia la carta que le dio la amable señora de Mardin, en el sobre tenía una dirección, preguntó a una señora donde era ese lugar y con su cara le dejo ver que era muy lejos de allí. Eda tomo todo el dinero que le quedaba lo contó y se dio cuenta que si pagaba un taxi se quedaría sin nada así que siguió preguntando hasta llegar a una estación de bus.

Veía como pasaba el paisaje de las calles de Estambul y se fijaba de las chicas que parecían tener su edad, iban con bolsas y papeles en la mano como si fueran hacia la Universidad y Eda suspiro porque ella no tuvo esa oportunidad. Lo unico que le había dado de bueno la vida era su Zeyno que ahora miraba curiosamente por la ventanilla señalando todo a su paso. Eda la miro con una sonrisa y besó sus cabellos castaños.

El bus llegó a la última parada y el chofer le indicó que aún faltaba un kilómetro para llegar a donde ella iba pero que ese era un barrio millonario y que allí no pasaban autobuses así que Eda entendió que le tocaba caminar hasta llegar allá.

Iba con su niña por la orilla de la carretera y no sabía cuanta distancia había caminado pero el cansancio comenzó a ser palpable y algunas gotas de sudor en pleno mes de marzo empezaron a correr en su frente. Se detuvo un momento y trato de que Zeynep caminara y su bebé no se resistió pero a su paso llegarían muy tarde y la noche amenazaba con caer hasta que una camioneta se detuvo a su lado:

- Merhaba hanimefendi, puedo ayudarla? - dijo el señor de más de 50 años con un visible bigote negro.

- No, no es necesario- dijo Eda temerosa apretando a Zeynep a su pecho.

- La puedo llevar, todavía queda mucho camino, permítame ayudarla- Eda no quería aceptar, era un completo extraño pero la realidad era que los pies no le daban más y ya no aguantaba el peso de su pequeña así que decidió aceptar la ayuda.

El camino fue rápido, aún así cuando Eda notó todo lo que le faltaba por caminar agradeció haber guardado su juicio sano y permitir que la llevarán.
El señor amablemente la dejo frente a la casa a donde iba Eda, ella agradeció y se vio justo frente a dos grandes portones negros que imagino que escondían la propiedad.

Vio que al lado de las grandes puerta había una casita pequeña donde había un portero ella se acercó a él:

- Buenas tardes- dijo tímida- estoy buscando a esta persona.

- Buenas tardes, la señora Hatice- dijo el amablemente- la haré llamar pero quizás tarde un poco pues a esta hora debe estar ocupada.

- No se preocupe yo esperaré- dijo Eda  con una sonrisa pensado en que no le quedaba más opción que esperar, no tenía a donde ir.

Mientras esperaba se sento en la acera y vio a Zeyno atrañar varias hojas para jugar. Entendio cuando le vio la sonrisa que habia hecho lo correcto, su hija nunca pudo jugar el el patio o ir a un parque, vivia mas encerrada que ella misma aun no podia dejar de pensar si habia hecho lo correcto al menos alli tenia un techo.

Volvió el miedo, Eda por Dios"- pensó y recordó a su madre y cuanto la juzgó.

Se le pasó por la mente muchas cosas, ¿que haría si está señora no la recibía, como iba a alimentar a su pequeña, donde pasaría la noche? En eso pasaron 15 minutos y por fin salió la señora Hatice.

- Merhaba- dijo una señora de unos 60 años con un pañuelo en la cabeza- me buscaba?.

Eda se levantó del suelo con Zeynep en brazos y sonrió tímidamente.

Nueva VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora