Prólogo: La leyenda de un Caballero.

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La noche estaba aquí, reclamando su parte en el ciclo de la vida, y llenando todo a su paso de penumbras. Haciendo que aquellos que habitaban en la luz, retrocedan a sus guaridas con miedo.

Eso, eso es lo que enseñan a muchas personas a lo largo de su existencia: Tener miedo a la noche, a la oscuridad en general. Pero lejos de ser algo a lo que temer, era algo que debemos tomar como parte del todo. Porque la oscuridad siempre estará ahí, esperando para aparecer. Pero aunque pienses que es por esto mismo que debes temerle, no olvides los detalles que conllevan la aparición de la misma.

Arriba, en el cielo nocturno, las múltiples estrellas alumbraban incesantemente, las constelaciones y las galaxias distantes, dando orden a lo que en un principio fue un caos desenfrenado.

Junto a todo eso, estaba la luna. El astro destrozado iluminaba la tierra por donde su brillo pasaba. Demostrando sin duda que incluso en la oscuridad, puede haber luz.

Porque de eso, trata esta historia. Una historia basada en el simple hecho de que oscuridad, no es sinónimo de maldad. Porque incluso aquellos que ejercen el poder la oscuridad, pueden velar por la luz...

E ir mas allá, del dogma que se estableció.

[...]

En una pequeña aldea alejada de las fronteras de Vale, la última de las ciudades seguras de la humanidad, vivía una familia.

Esta familia era numerosa, conformada por 8 individuos: 6 niños, una madre y un padre, y un pequeño bebe en camino. Cada una de estas personas tenía sus propios pensamientos, creencias y cualidades, pero de entre todos estos individuos, nos enfocaríamos en uno en particular.

En una habitación alejada del resto, vivía un pequeño niño. Con una edad no mayor a la de los 7 años, el niño estaba lleno de esa energía infantil junto a los sueños y esperanzas que conllevaban la edad.

Aquel niño, el único varón nacido de la unión del padre y la madre, se encontraba saltando en su cama, queriendo agotar toda su energía para disfrutar de una noche de sueño, ahora que la noche reclamo su parte del día.

Con un último brinco, el niño dio una pequeña voltereta y termino acostado en la cama, con los brazos abiertos y respirando pesadamente.

*Click*

El sonido de una puerta abriéndose llamo la atención del pequeño. Colocando su mirada en la puerta de su habitación, el joven noto como una hermosa mujer, con la panza un poco hinchada, entraba al cuarto.

La mujer era su madre, y en su vientre, llevaba lo que en unos meses sería una hermosa bebe, aunque esto no lo sabrían todavía, considerando que su embarazo todavía era muy reciente y el pequeño aún tenía la esperanza de tener a otro varón en la familia.

El niño se sentó en su cama. La madre de este lo miro durante unos momentos, notando como este sudaba un poco y respiraba algo agitado.

-Cariño, ¿Estuviste saltando en tu cama de nuevo? – La madre del pequeño pregunto, un pequeño tono de amonestación que puso nervioso al niño.

-Ehm... ¿N-no? – El niño dio una débil mentira que fue de inmediato descubierta por su madre.

-Ay, cariño. – La mujer dio un pequeño suspiro. Le encantaba ver lo enérgico que era su pequeño hijo, pero gracias a esa energía el niño no se podía quedar quieto y eso lo dejo en muchas ocasiones lleno de sudor y/o tierra. – Mírate, estas todo sudado. No puedes dormirte así. Deberás tomar otra ducha si quieres que te lea tu cuento.

-¡Pero mamá! – El chico de inmediato exclamo, queriendo dormir lo más rápido posible y escuchar por quien sabe cuanta vez uno de sus cuentos favoritos.

RWBY: The Grimm KnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora