Moon, Jun

15 1 0
                                    

Siempre me inundaba la curiosidad sobre la hermosa luna que iluminaba el cielo, en la profunda obscuridad que albergaba la noche, junto a las estrellas, siempre lejana e inmensa, simplemente inalcanzable, puede parecer perfecta a la lejanía, pero una vez que la observas detenidamente te das cuenta de que también tiene pequeñas imperfecciones, no es redonda por completo, ni tiene luz como parece tenerla, las apariencias engañan.

Yo soy la luna, soy Moon Junhwi, no estoy seguro de si esto es una mera coincidencia, pero definitivamente soy el reflejo de la luna en la tierra, según las personas que han tenido la fortuna de formar parte de mi vida, ilumino la vida de los que me rodean; siempre he tratado de hacer compañía a mis 11 estrellas, estando ahí para ellos siempre que lo necesitan.

Conocerlos a ellos fue un regalo inmenso en vida, pero por más que ellos digan tantas cosas buenas de mí, yo en realidad no soy nada, ni siquiera cuento con luz propia, soy una persona indefensa, tratando de ser valiente, y nunca ha sido un problema fingir ser valiente, hasta que la obscuridad se apoderó de mi Sol.

Yo era capaz de iluminar al mundo entero en la profundidad de la noche gracias al Sol que iluminaba mis días, sin su radiante luz que le caracterizaba, yo era incapaz de brillar como antes, simplemente me convertí en un balón flotando en el universo.

Mi mundo se perdió en ese instante, me lastimaba ver sufrir a la persona que más bien le ha hecho a mi vida, esa persona que juré proteger por sobre todas las cosas ya no estaba a salvo, le fallé una vez más.

Recibí una llamada desconcertante dónde podía escuchar la voz de Hoshi suplicando ayuda. Sin embargo, eso no fue lo único que me desconcertó.

La persona que me había llamado desde el teléfono de mi hermano, era un maldito opresor que se encontraba privando de la libertad a Hoshi, yo en esa situación esperaba que pidiera cantidades exuberantes de dinero, me llevé una sorpresa al escuchar todo lo contrario.

—¿Dinero? Después de seguirles el rastro durante tantos años, después de matar a Dino y secuestrar a Hoshi, ¿tú crees que necesito dinero? —Dijo entre risas. Realmente se estaba burlando de mí, de nosotros.

¿Quién demonios es esta maldita persona? ¿Cuándo nos dejará en paz? Ya estoy harto de seguir en esta incertidumbre, sin saber qué pasará con nuestras vidas el día de mañana, ¿siquiera puedo pensar en un mañana?

—No entiendes, ¿verdad? No estás en una posición favorable, en esta situación eres tú quien obedece y yo quien ordena, así que deja de hacer preguntas estúpidas. Te mandaré indicaciones por mensaje, sé puntual, y deberías venir solo si de verdad valoras la vida de tu hermano.

Así fue como terminó la llamada, yo tenía más preguntas que respuestas, mi cabeza estaba a punto de explotar, pero después de todo, ¿qué podía hacer? Esa persona tenía el control de la situación, tiene la vida de mi hermano en sus repugnantes manos.

Seguí sus indicaciones, llegando al lugar acordado.

Mientras más me adentraba en el lugar, más pánico sentía, no era simplemente entrar, era entrar sabiendo que podía ver en cualquier momento a mi hermano siendo torturado, o no encontrarlo con vida en el peor de los casos.

Esto último era lo que me impedía avanzar con confianza, por el contrario, daba pasos cautelosos, con cada paso que daba creaba un nuevo escenario en mi mente completamente desagradable, en ninguno de los escenarios que imaginé estaba la escena en la que me tocó ser parte aquel día.

Hoshi se encontraba atado a un pilar de concreto, con golpes en todo su rostro, podía ver aún a la distancia la sangre derramándose por sus mejillas.

—¡Jun, no! ¡ALÉJATE! —Me advirtió entre lágrimas, pude sentir su desesperación escaparse a través de esas palabras que llegaron a mis oídos para abrirme los ojos, y darme la fortaleza que necesitaba en ese momento.

Lo único que pude sentir en ese instante fue el instinto de protección por mi pequeño hermano que se encontraba en peligro. Tuve la necesidad de ir hacia él y sin importar qué, asegurarme de que él estuviera bien.

—¡NO TE VOY A DEJAR!

Probablemente, fue esa la primera vez en que él me escuchaba levantar la voz, pero no lo pude evitar, yo de verdad estaba sufriendo al verlo de esa manera.

Me aproximé a él, sintiendo una adrenalina inmensa recorrer mi cuerpo, presentía que el final de esta pesadilla estaba cerca, y sabía que esta historia tendría un desenlace infeliz.

—Nunca te podría dejar, eres mi hermano, te prometo que vamos a salir de aquí. —Dije aproximándome a él, sintiendo una adrenalina inmensa recorrer mi cuerpo.

Presentía que el final de esta pesadilla estaba cerca, y sabía que esta historia tendría un devastador desenlace. Sin embargo, eso no me importaba, yo estaba dispuesto a dar mi vida si fuera necesario a costa de salvar la de mi pequeño hermano.

Después de unos pasos más, finalmente llegué a él y lo desaté para después rodearlo con mis brazos

—Todo va a estar bien, hermano, te lo prometo. —Dije cerca a su oído.

Lo abracé aún más fuerte, siendo este un cálido abrazo dónde ambos pudimos sentir lo que el otro sentía, sin decir una sola palabra, rompimos en llanto, ambos teníamos miedo de perder al otro.

Este momento fue interrumpido al escuchar los pasos de alguien acercándose.

—Jun, tenemos que irnos. —Susurró Hoshi.

Tomó mi mano y sin más, salimos de ese lugar corriendo sin un destino en mente.

Tratamos de ir más rápido, pero correr sin parar solamente nos llevó a un lugar sin salida.

Hoshi estaba mal, en todos los sentidos, el inmenso miedo se apoderó de él, logrando llevarse cualquier pizca de calma que su cuerpo pudiera albergar, incitando a una gran intranquilidad que le impidió respirar cómodamente. Sí, estaba teniendo un ataque de pánico.

Mi niño, ese niño que juré proteger, me necesitaba más que nunca. Yo solamente pude pensar en él. Mirando los alrededores visualicé una casa que podía servirle de refugio, necesitaba tranquilizarse y yo necesitaba terminar con esto de una vez por todas.

—No salgas de aquí. —Le ordené entrar a esa casa abandonada que podía salvarle la vida—. No te dejaré, nunca. —Dije antes de cerrar la puerta.

La persona responsable de la muerte de Dino, ese asqueroso y repugnante ser estaba frente a mí, había logrado alcanzarnos, sin dudar sacó el arma oculta en su bolsillo, apuntó fijamente a mi entrecejo.

—De esta manera tiene que suceder. —Dije mirándolo fijamente a los ojos.

Hoshi pudo ser quien perdiera la vida ese fatídico día, de haber ocurrido así yo jamás me lo habría perdonado.

Dirigí mi vista hacia él, yo aún podía reconocer su silueta a la lejanía, ocultándose detrás de la ventana de esa casa.

—No escuches, por favor. —Dije una vez más, sin poder cubrir sus oídos, esas fueron mis últimas palabras para él.

Sabía que escuchar un disparo era parte de un doloroso recuerdo par él, la historia se repetía, él estaba presenciando la muerte de un ser amado una vez más.

Lo lamento Hoshi, si supieras lo que yo sé, entenderías el porqué de mis acciones, yo siempre voy a protegerte, dónde quiera que esté y donde quiera que vayas.

Nada podrá separarme de las personas que amo, mi amor por ellos, ese sentimiento de apego siempre será más eterno que la vida y más fuerte que la muerte.

—¿Dino? —Dije un poco desconcertado al ver la silueta de alguien, una silueta similar a la de Dino.

No sé de qué se trata esto.

—Jun...

Efectivamente, era Dino, esa era su voz llamando a mi persona antes de abrazarme.

—Perdóname. —Dijo mientras me abrazaba fuertemente.

Sé que estoy muerto, pero aún puedo sentir el cálido abrazo de Dino sincerando su arrepentimiento con acciones. Desconozco el motivo de su disculpa, pero la acepto sinceramente correspondiendo a ese abrazo que tanta falta me ha hecho este último año durante su ausencia.

The Last Fallin' Flower (Seventeen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora