Anabella

Capítulo 8: Premiación al ganador

Nota: Escucha la canción con tus auriculares/audífonos. Finalizando la novela. Disfruta.

Dos años después

Segnini

Hago todo un espectáculo encendiendo mi cigarrillo. Claro que es porque mi chica me está mirando. Sé que la pone mucho verme hacerlo. Como mis labios sostienen el pequeño trozo de papel y nicotina asesino, alzo mi encendedor y achino mis ojos en cuanto el humo sale.

Aspiro hondo.

Ella suspira.

Saborea sus propios labios como si pudiera sentir el mismo sabor que yo siento ahora. Me relajo.

Suelto el humo.

Ella aspira... hondo.

—¿Por qué nos haces esto? — la pregunta del millón. Se la he hecho tantas veces. De distintas formas. En diferentes circunstancias. Y la respuesta siempre es la misma.

—Nací para esto —Niego con mi cabeza y le doy la espalda. Odio esa mirada que tiene justo ahora. La de determinación. Como si fuera la respuesta más ingeniosa y correcta. Joder

—¿Qué tan jodido se puede estar para creer que nacemos para hacer daño a otros? —Ella suelta una risa-resoplido. Súper sarcástica como solo ella sabe ser.

—Eso es un eufemismo. Seg... todos nacemos para herir y ser heridos. Somos humanos. Sentimos cosas... sentir nos hace débiles y propensos a ser heridos por otras personas que también sienten. Nadie está exento de eso. Ni siquiera personas como tú y como yo.

—¿Personas como tú y como yo?

—Sí, jodidos. Rotos. Irreparables.

Lanzo la colilla del cigarrillo por el balcón. Estoy tan furioso ahora. Pero tiene un punto allí.

—Tú me sanaste... —susurro. Sé que escucha. Ella siempre escucha.

—Lo hice. Y luego... te destroce...

***

Presente

Segnini

Mentiría si dijera que no estaba cagado.

Estaba corriendo a toda velocidad en la moto de Laura, y mis únicos dos pensamientos persistentes eran: la pesadilla. Y la pelirroja.

Estaba más preocupado por eso, que por algún accidente o falla de la moto.

Joder. Soy un corredor desde que nací. Amo esto. Soy bueno en esto. Mi miedo no es estrellarme. Ni siquiera perder, porque nací siendo un ganador.Mi miedo se relaciona con esa chica. Es ese tipo de miedo que se enreda en tu estómago y no sabes si es hambre, frio, o ganas de vomitar. Si solo reaccione así al verla... Dios. Esa chica tenía un poder sobre mí, ni siquiera sabía su nombre, ni el color de sus ojos. Pero yo sabía, simplemente sabía que me destruiría.

Franco viene pisándome los talones. De hecho, nadie nos ha podido superar. Ni siquiera Dan. Que últimamente se ha convertido en un corredor muy bueno. Pero sigo llevando la delantera. Me abro un poco y doy chance a Franco para una alineación. Él levanta su casco y me guiña. Le levanto el dedo medio y vuelvo a cerrarme, siendo el único que lleva la delantera. En esa estamos hasta que volvemos al callejón y gano.

Nadie parece sorprendido.

Como dije, nací para esto.

—¡Esa moto te ama tanto como Laura te odia! —Escucho a Fiorella decir, todos me están felicitando y brindado aplausos y pitidos. Pero yo solo me centro en buscarla ¿Dónde está?