Prólogo: El inicio

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Anabella

Era mi cumpleaños numero 8. Lo recuerdo bien porque mamá aún seguía viva. Y, a pesar de los maltratos de padre, y sus estrictas normas y reglas. Ella, era tan especial conmigo.

Así que ese día me regalaron un gato. Nunca antes había tenido mascota. No se me permitía. Como casi todo lo que puede hacer una niña normal. Excepto yo. Porque no nací para la normalidad.

Era un gato gordo. Grandes ojos verdes. Pulcro y abundante pelaje gris. Mamá había mencionado que era un persa. Pero a mí lo único que me importaba era acariciarlo. Alimentarlo. Que me hiciera compañía... sobre todo en las noches...cuando los gritos de padre se escuchaban hasta mi habitación.

Yo abrazaba al gato. Y me centraba solo en su ronroneo hasta quedarme dormida.

Escuchaba, o creo que soñaba con la voz de mamá... me decía: Lo siento... lo siento tanto mi pequeña... algún día, cuando crezcas. Entenderás.

Y la verdad, no entendí.

No entendía porque mis hermanos mayores, no jugaban conmigo. Ni siquiera me dirijan la mirada.

No entendía porque mi padre nunca me trato con cariño.

No entendía las largas y tediosas lecciones de ética... modales... baile... arte... estrategia... historia...

Y por su puesto, que no entendí... porque cuando mi madre murió... no se me permitió llorar en su funeral. Lo cual, fue imposible. Y a consecuencia, recibí severos castigos que me dejaron marcas por días.

Entonces una noche, mientras abrazaba a mi gato en el interior de mi oscura y solitaria habitación. mi padre entro. Llevaba una bolsa en su mano. Salte del susto al ver su cara. Estaba molesto conmigo. Y ni siquiera sabia porque. mi corazón comenzó a martillear asustado contra mi pecho, alertando a mi mascota. Mi gato. De nombre pelusa.

"¿Padre?"

Intente hablarle, pero no podía hacerlo a menos que me diera permiso. Así que me gane un bofetón. Mi gato salto fuera de la cama... pero no lo suficientemente rápido. Mi padre, lo tomo. Entonces me percate del cuchillo que llevaba en su mano. Y entendí... para que usaría la bolsa...

"¡NO! Pelusa no... padre... por favor... ¿porque le has hecho eso?" le cuestione, entre sollozos. Asustada, más no sorprendida. No era la primera vez que lo veía en un acto de tanta violencia y maldad.

"Porque el amor te hace débil, Anabella. Y tú, ya comenzabas a amar ese mugroso gato. Lo acepte mientras tu madre estaba viva, para enseñarte la responsabilidad de hacerte cargo de alguien más que ti misma. Pero ahora, no consentiré ninguna debilidad. No más mascotas. No más sentimientos absurdos. Naciste por una razón... y esa, no es el ser una niña tonta y débil..."

Entonces entendí.

Entendí que mi vida nunca seria normal. O igual a las historias que leía. o como las niñas que veía jugar en la calle desde mi jardín.

A medida que fui creciendo...

Entendí, porque mi madre se disculpaba todas las noches... llorando... mientras me veía dormir.

Y hasta el día de hoy... aún, no he podido perdonarla.

De hecho, dudo que alguna vez lo haga...

















**¡Uffss! Finalmente comenzamos... estoy muy ansiosa con esa historia. Será algo diferente y tengo miedo de que tan receptivas puedan ser a esto.

No me mal entienda. Habrá romance. Habrá pasión... diversión y demás...

Pero es, sin duda, una historia diferente. Que solo las lectoras de mentes abiertas pueden disfrutar. Así que, déjenme sus comentarios...**

P.S: Esta historia será probablemente más corta... aún no lo se, esta en proceso por lo cual, tardara un poco más en actualizarse. Aún así, prometo darles buenos capítulos.

Gracias por el apoyo... besos. Dani

AnabellaWhere stories live. Discover now