El viajero

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Era un excelente día para la familia, la cual estaba preparando todo para irse de vacaciones, ya que su hijo menor pronto cumpliría años y querían pasar un buen tiempo en familia para celebrar.

Toda la familia se reunió para saber que llevaría cada uno, tenía que ser todo tan perfecto que nadie debía olvidar nada.
Parecía que todo estaba listo, así que subieron al auto y partieron.

El lugar al que llegaron estaba bastante lejos, aunque no lo pareciera a simple vista.
La familia se quedó en casa de unos parientes un tanto cercanos, los cuales estaban felices de por fin ver a a sus tres sobrinos, así como a su primo y esposa del mismo.

El hijo menor, era un poco distante, ya que no había exactamente nadie que compartiera su edad, que tampoco era corta, ya que estaba por cumplir los 18 años, sin embargo, este no se sentía tan alegre de que la familia emprendiera ese viaje, pero sólo se quedaba callado y trataba de poner la mejor cara para que nadie se diera cuenta sobre lo que en realidad pensaba.

Llegó la primer noche y todos se fueron a dormir.
El hijo menor no lograba convenir el sueño, tanto que su madre fue a verlo y darle un beso en la frente para calmarlo, porque a pesar de muchas cosas, ella muchas veces era quien más lo entendía.
Su madre sólo le dio el beso, le deseó buena noche y regresó a dormir.

Pasó aproximadamente media hora después de eso que el hijo menor comenzó a sentir como el cuarto vibraba, en sentido que este se espantó y se levantó y antes de que pudiera huir de la habitación notó una vibra resplandeciente, la cual sólo le hizo pensar en casa y en cuestión de segundos este estaba a dos calles de ella.
No sabía que estaba pasando, pero siguió el camino que lo llevaría hasta su casa, y al encontrarse frente a ella, se dio cuenta que no tenía las llaves, pensó en brincar la reja, pero también se puso a pensar que si alguien lo veía; sabría como entrar y podría terminar por robar algo.
Entonces el hijo menor se quedó pensando en que podía hacer, cuando comenzó a entender la situación. Acaba de viajar kilómetros en segundos, no sabía como usar ese don, no sabía si siquiera podría volver y de ser así el caso, ¿cómo explicaría? ¿Su familia regresaría a casa como si nada para ver que allí estaba su hijo?
Su mente se hizo un nudo, y sólo quería volver, para lo que en segundos se encontró en su cama, sólo que ya no era de noche, si no de día.
Tuvo que levantarse e ir a desayunar.

Su madre ya había preparado el desayuno, junto a sus hermanos, al parecer el hijo menor estuvo ausente más de lo que creyó, pues ya estaba todo listo y el siempre ayudaba.
Se quedó pensando en su su madre había entrado a su habitación y ver que no estaba y sólo se quedó callado, tanto como él.
Su padre llegó haciendo bromas a cerca del cumpleaños próximo, que era en cuatro días.
Las cuales incomodaban tanto al hijo menor que sólo pensaba en desaparecer.
Y más aún cuando comenzó a decir que él no tenía amigos, que siempre tenía que estar solo en casa encerrado, ya que nadie lo invitaba a salir, que quizás su único amigo era su gato, el cual se había quedado en casa.
A esto, el hijo menor sólo se levantó y se fue, estaba tan molesto que quiso volver a casa y volvió a aparecer a unas cuadras, aunque esta vez notó que el panorama era un poco distinto, por ejemplo; la casa que ayer era azul, ahora era verde, así como las puertas de algunas personas, ahora eran un poco distintas, pero no hizo mucho caso, sólo se dirigió a casa, donde sintió una vibra distinta, pero no puso gran importancia, ya que vio a su gato en la azotea, de cierto modo se sintió feliz, ya que en realidad sí era su único amigo, pero no porque no pidiera conseguirlos, si no porque simplemente apreciaba más de la compañía de los animales que de las personas.
Vio a su gato y este bajó para saludar, lo acarició un momento y comenzó a pensar si era sensato volver o si debía quedarse. Decidió volver, de todos modos, podría ser peor las bromas de su padre, que era buena persona, sólo trataba de ser un buen papá, aunque no siempre lo lograba.

Así que volvió, ya comenzaba a entender un poco el como funcionaba el trasportarse de lugar.
Así que pensó que en la noche podría ir a otro lugar que no fuera su casa, ya que debía funcionar con cualquier lugar al que él quisiera ir.
Estuvo pensando lo que quedaba de la tarde en eso, hasta que su hermano mayor apareció y se puso a hablar con él.

-Tranquilo, el viejo sólo quiere animarte, sabes como es, debes tenerle paciencia.
-Yo sé, sólo odio que no pueda callarse ni siquiera cuando se trata de mejorar la relación con sus hijos, lo detesto.
-Recuerda que soy el mayor, y he pasado muchísimo tiempo con él, tenle paciencia.
-Gracias hermano, supongo que no queda de otra.

El hermano menor se levantó y se fue a su habitación, en donde ya lo esperaba su madre, necesitaba hablar con él.
Así que justo cuando abrió la puerta, ella ya estaba allí.

En realidad no hablaron de nada, su madre sólo le preguntaba como estaba a lo que el hijo menor sólo decía que bien. Era una charla bastante incómoda, ya que no fluía.
Él sólo pensaba en desaparecer e irse a otro lugar, pensó en muchos lugares y se agotó tanto mentalmente, pues le comenzó a sangrar su nariz, a lo cual su madre sólo dejó de hablar espantada, y le dio un poco de papel que estaba en un buró pegado a la cama.
Le dijo que descansara y salió.
El hijo menor sólo pensaba en irse, pero no entendía porque no pasaba nada, así que volvió a pensar en su casa, para su sorpresa en momentos estaba frente a ella, pero esta vez vio mucha diferencia, ya que no era como antes, ya no había una puerta para entrar, si no simple reja, sabía que era su casa porque habían muchas cosas que sabía que su familia tenía, pero dentro había un perro blanco gigante y amarrado, no sabía de quien era, pues él sí tenía perros, pero ninguno como ese, vio al gato y como el perro le ladraba con desesperación.
Estaba un tanto asustado, ya que no sabía exactamente si debía entrar, pero estaba realmente cansado y decidió arriesgarse, brincó la reja y entró, el perro estaba a punto de atacarlo, ya que se soltó por la fuerza de ver a un intruso, el chico sólo tomó a su gato y trataron de resguardarse debajo de unas maderas. El hijo menor de inmediato quiso volver con su familia, aunque esta vez fue un poco más complicado, se encontró en la plazuela del pueblo a donde habían ido.
Vio a su padre y sus tíos, estaban llorando, y él se acercó preguntando que pasaba.

- Papá, ¿qué pasó?
- Hijo, te estuvimos buscando días, no sabíamos que había pasado, por cierto, feliz cumpleaños.
- ¿Días? Pero si sólo fueron minutos, quizás horas como máximo.
- Hijo, ¿tu hermano estaba contigo? Debo darles una noticia.
- No, yo me fui solo. ¿En dónde fue la última vez que lo vieron?
- Contigo, después de ahí, nadie sabe nada de él, es como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
- Papá, entiendo, pero, ¿por qué estás llorando tanto? Lo vamos a encontrar.
- Hijo, tu madre, debo decirte esto, pero no sé si lo resista.
- ¿Qué pasó con ella?
-Un día después de que no te encontramos ella comenzó a ponerse mal, la llevamos al médico y nos dijeron que tenía niveles extremos de radiación en ella, lo cual le había hecho presentar un cáncer sumamente avanzado, dijeron que le quedaban meses, para una hora, dijeron que este se había esparcido de tal manera que quizás sólo le quedaban horas, pues entró en coma por los efectos, ya no pudieron hacer nada y murió. Nadie sabe cómo explicar lo sucedido.
-Es mi culpa, yo la maté, si yo no hubiera viajado, esto no habría pasado, es mi culpa.
Ella estaba conmigo cuando me comencé poner mal, yo la maté.
- ¿De qué hablas? ¿A dónde viajaste? ¿Cómo pudiste hacerle esto a tu madre, maldito?

Su padre le comenzó a gritar cada vez más al punto que el hijo lo dejó de reconocer, el hijo menor no sabía que hacer, pues no estaba nada de esto, al parecer lo que fue media hora había sido en realidad días, y en esos días los niveles de radiación que había despedido eran excesivos, al punto que mató a su madre. Se sentía inundado por el dolor, pero aún no sabía que había pasado con su hermano.

Su padre le seguía gritando hasta que lo comenzó a golpear, su padre se había convertido en una bestia. El hijo menor sólo pensaba en huir, no sabía que era real y que no, pues su padre jamás había hecho algo así. Así que pensó en lugares, tantos que comenzaron a sangrarle los oídos hasta el punto de desaparecer.

Nadie volvió a verlo, ni siquiera a su hermano, ambos desaparecieron sin dejar rastro. El padre se volvió loco al ver como su hijo desaparecía ante sus ojos.
Había pedido a dos de sus tres hijos en instantes, así como a su esposa.
No pasó mucho para que se él también se le diagnosticara con cáncer, el cual en días acabó con su vida al igual que con su esposa.

El hijo del medio se quedó con sus tíos, los cuales por la radiación tuvieron que mudarse de casa y comenzaron en otra vida viajando a un lugar más tranquilo.

Relatos de una mente violentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora