Mi amigo

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Era un día normal en el trabajo, no había cambios, lo mismo de cada día.
De pronto entró un joven a las oficinas junto a las mías.
Parecía estar buscando a alguien, yo sólo miré un momento y volví a lo mío, ya que estaba un poco atrasada con algunos reportes.

De un momento a otro estaba en mi cúbico diciendo.
-¿Tú eres Ari?
Si así es...
Yo seré tu practicante por todo este mes, y no me veas así, aquí tengo la orden.

Me mostró una hoja en donde aparecían sus datos, y la firma del jefe, por lo tanto, no mentía.
En mi mente sólo podía pensar en mi mala suerte, no quería lidiar con eso ahora.

Sólo le sonreí un momento.
-Está bien, trata de ser ordenado, todas mis cosas tienen un lugar, así que si no te pido algo, no toques nada.
Trae una silla y ponte cómodo.
-Okay jefa.

Se fue y comenzó a buscar un asiento. Volvió muy rápido, le comencé a explicar a cerca de los funcionamientos y mi labor para/con la empresa, pero él estaba más emocionado por la hora de almuerzo.

-Lo siento, te pusieron a mi cargo así que vas a trabajar, y debes pasar, ya que si no lo haces, eso va a manchar mi expediente. ¿Entiendes?
-Lo entiendo, perdón. Ser nuevo nunca es fácil.
Te escucho.

Al fin estaba concentrado, así que comencé de nuevo...

Se marcó la hora de comida, así que sólo me levanté y lo dejé allí.
Como era de costumbre, comía sola, ya que no me gustaba que me interrumpieran mientras comía. Hasta que el joven del cabello negro apareció.
- Ya vi que comes sola, una suerte, diré que odio conocer gente nueva, así que sólo conocerte a ti, me ayuda a enfocarme. Lamento decir que en este tiempo ya no vas a estar sola.
-Está bien.
-¿Sólo eso? ¿Te han dicho que eres muy seria? .
-Sí, me lo han dicho, ¿podrías dejarme comer?.
-Umm, Okay, perdón.

Desde ese momento, se hizo un silencio incómodo...

Pasaron varios días así, donde sólo era dedicarse a trabajar, explicar, comer...

Una mañana, justo cuando llegó se sentó y dijo:
-Deberíamos hacer algo, te invito a salir.
No todo puede ser trabajo, es muy aburrido.
-¿qué día?
-¿En serio me aceptas? Okay, hoy en la noche.
Puedo pasar por ti, o vernos en algún lugar.
-Bien, mejor en el lugar, es más fácil para ambos.

El sólo sacó una sonrisa que le duró durante todo el día.

Cuando llegó la noche, fui al lugar indicado, donde él ya me estaba esperando. Me regaló una rosa justo cuando me vio. A lo cual le di las gracias.
Entramos, era un lugar medianamente tranquilo, ya que había música, la cual no era mala, de hecho volvía ameno el ambiente, pero estaba algo vacío.
Una chica se acercó para pedir la orden, él pidió una cerveza, a lo cual yo pedí una también.
Comenzamos a hablar a cerca de nuestras aburridas vidas hasta que sin darse cuenta, ya habían pasado las horas.

Había llegado el momento de que el lugar cerrara, así que salimos después de pagar la cuenta.
Íbamos caminando, ya que acepté que me llevara a casa.
Todo iba tranquilo, estábamos riendo hasta que él sacó un arma.
Toda sonrisa se borró de mi rostro.

-Traje un juguete, y ahora tú vas a disparar.
Será un juego simple, tiene una sola bala, y... Tendrás que dispararme, si ganas, te llevo a casa y toda la semana te llevaré comida, haré la. Mayor parte de tu trabajo, pero si pierdes... Tú tendrás que curarme y estaré en tu casa toda la semana.
Premio doble...
-¿Estás loco?
-Veámoslo así, si tú no lo haces, yo lo haré, y será contra ti, así que... No tienes opciones.

Todo mi cuerpo comenzó a temblar, estaba demasiado asustada, puso el arma en mi mano diciendo «Dispara».

Mi respiración se aceleró a tal punto que también mi corazón también lo hizo.
Cerré los ojos y jalé el gatillo, no se disparó, él comenzó a reír, diciendo lo bien que se la estaba pasando conmigo hasta que se acercó más al arma, dijo de nuevo, «dispara», yo dije que no quería hacerlo.

«Te dije, que si no lo haces, yo terminaré disparándote a ti. Así que hazlo.»

Solté una bocanada de aire y volví a jalar del gatillo, no se disparó, se acercó más diciendo «dispara».
No lo pensé y lo hice de nuevo, en ese momento fue como si no sintiera nada, solamente lo hice, no se disparó.

Él sólo comenzó a reír más fuerte, podría decirse que hasta con ánimos, me quitó el arma y disparó al cielo. En ese momento el ruido más ostentoso invadió mis oídos, y noté que sí tenía una bala.

-Ganaste, te llevaré a casa y lo demás que dije...
No puedes negar, el del arma soy yo. Y podría tener balas guardadas o quizás algunas otras cosas.
-Está bien.

Todo el camino me la pasé temblando, pero él sólo iba sonriendo.
Sólo deseaba llegar a casa y que él se fuera.
Tenía su brazo en mis hombros, así que no podía estar tranquila ni un sólo momento, todo iba en silencio.

-Llevamos trabajando casi quince días y jamás pregunté, ¿tienes un novio?
-No, no tengo.
-Eso es bueno, me gustas, eso mejora mucho las cosas.

Cuando llegamos a casa, él ya se iba, cuando volvió y me comenzó a besar, simplemente me quedé en blanco, dejé de pensar en el arma, si estaba bien o si estaba mal, sóloentramos a mi casa, todo fue escalando tanto que no supe ni siquiera en qué momento llegamos a la habitación.
De un momento a otro ya no tenía ropa, y él tampoco, estaba encima de mí, tenía cierto miedo, pero sentía tanta adrenalina que eso no me paralizaba.

Cuando todo llegó al clímax volvió a sacar el arma apuntando a su cabeza pidiendo que disparara, entre gemidos y voz entrecortada decía dispara.

Así que simplemente lo hice, en mi mente decía, ya no tenía balas, sólo había una y ya no está.
Así que lo hice y ante todo pronóstico, de nuevo ese sonido ostentoso volvió, solté un grito, pues vi como toda la sangre salía de la cabeza hasta que él cayó al piso.
Me levanté de la cama y no había nada, no había gotas de sangre, no estaba él.
Mi cuerpo quedó helado, no sabía que había sucedido.

Caminé hasta el espejo, vi el arma en mis manos, y me di cuenta de algo.

Yo era él y él era yo.

Relatos de una mente violentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora