Seonghwa un alfa que pertenece a la familia real de Whistle. Por culpa de su pasado decide marcharse de la corona y vivir de forma humilde, causando rumores maliciosos en su contra.
Hongjoong un omega de un reino vecino que tendrá que acompañar a s...
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La noche pasó, y el estaba ahí, enfrente de ese enorme palacio donde había pasado la peor infancia del mundo.
Y ahí se encontraba ese cabrón sonriendo como si nada hubiera pasado.
— Hola hijo — Su padre le sonrió a lo cual el alfa con una mirada seria y fría lo ignoró por completo.
La madre del alfa se acercó, lo abrazó y lleno de besos su cara con mucha ilusión en su rostro.
— Hijo, que bueno que decidiste venir — ella sonrió y el alfa disimuló con una media sonrisa.
— ¡Hermano! — La voz de la menor de la familia se escuchaba por todo el jardín, ella se acercó y lo abrazó, el alfa un poco sorprendido correspondió el abrazo de su hermana menor.
— Bueno que les parece si entramos — Su padre habló, así interrumpiendo el abrazo de los dos hermanos.
Los cuatro entraron al palacio, nada más entrar el alfa se comenzó a sentir terriblemente mal, todo le recordaba a aquella noche en el que su padre cometió algo insólito, cuando el solo era un simple cachorro.
Su lado lobo no estaba muy por la labor de seguir con esto, pero su parte humana le decía que tenía que hacerlo por el bien de su hermana.
— Seonghwa hijo, han venido la futura reina de Whistle, que se casará con Sehun, por favor no hagas nada en contra de ella — el alfa se limitó a asentir levemente, su hermana Yuna río por el comportamiento que su hermano tuvo.
— Saben, mejor retírense, cambiaros para la reunión y en 20 minutos bajad a la sala de invitados— los dos hermanos menores asintieron a su madre y ella sonrió a Los dos.
Todo seguía igual, nada había cambiado, el alfa se acercaba a sus antiguos aposentos intentando tranquilizar a su lobo, para no matar a su padre de un solo arrebato.
Su sonrisa tan falsa lo desgarraba por dentro, pero no podía hacer nada, a fin de cuentas su padre era el rey de Whistle.
De repente su lobo percibió un olor muy poco familiar, y tal es así que hizo que el alfa olvidara todos esos pensamientos hacia su padre y se enfocara en ese gustoso olor.
Comenzó a profundizar más, hasta que por fin dio con esa mezcla tan exquisita para su olfato. Miel y canela se dijo el alfa para si.
Un olor tan curioso que cuando siguió investigando sobre el origen de este un escalofrío lo invadió por todo su cuerpo, esto hizo que durante unos segundos lo sacara de su estado de furia para tranquilizarlo.
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