Nota 4:
Mi cabeza se movía siguiendo el ritmo de las canciones que sonaban en mi computadora, no estar en silencio ayudaba bastante a mi concentración -que estaba bastante ausente últimamente-. Estar a punto de terminar la tarea de geometría analítica me daba una sensación de éxito que, por consecuencia, me provocaba una felicidad gigantesca.
Me levanté de mi asiento de un salto para estirarme un poco, mi espalda ya rogaba a gritos que cambiara de posición hace algunos minutos así que lo tomé como buena excusa para tontear en mi habitación hasta recuperar la sensación de alivio en mi espalda. Y así fue como, por quinta vez en el día, me vi en el espejo con una sonrisa emocionada.
Levanté la blusa de mi pijama en un movimiento cuidadoso, como si tuviera miedo a dañarme de alguna forma; aunque el doctor ya me había explicado repetidas veces que a este punto del embarazo un golpe o rasguño leve no eran para nada dañinos, me preocupaba causarle el mínimo daño a lo que sea que viviera en mi útero.
Vaya, que lindo sonaba eso.
Mi vientre no crecía aún, también había investigado sobre eso y sabía que cada cuerpo reaccionaba completamente diferente, no había un patrón definido que todas las mujeres embarazadas tuvieran que seguir. Pero aún sabiendo esto, no perdía la esperanza de que en algún momento pudiera notar algo; como si eso pudiera hacer más real el hecho de que iba a ser mamá.
Sería mamá con un hijo del amor de mi vida, no en las mejores circunstancias, pero en este par de semanas que habían transcurrido desde que me enteré, me habían ayudado a mentalizarme, analizarlo y saber que estaba feliz con lo que estaba pasando.
Solo había un pequeño detalle, ¿cuándo se lo contaría a Oliver? Y peor aún, ¿cómo se lo tomaría?
Esas preguntas me perseguían día y noche, no saber qué sería de mi si él se mostrara molesto por la idea, me mataba. Pero peor era el miedo de perderlo.
¿Por qué me torturaba con algo que ni siquiera había pasado?
Me tranquilizaba un poco la idea de que la situación entre él y yo había mejorado, tal vez el amor que nos tenemos era tan fuerte como para ayudarnos a sobrellevar situaciones como esa. Las esperanzas jamás me abandonaban cuando se trataba de él, por eso la idea de poder decir que era el padre de mis hijos me hacía sentir que vivía dentro de una burbuja de felicidad que se mantenía segura gracias a él.
Gracias a mi Oliver.
Y enseguida me encontraba sonriéndole como boba a mi reflejo.
Pero pegué un salto cuando escuché un estruendo en el baño de la habitación, genial, una embarazada en una casa embrujada... eso nunca terminaba bien. Corrí hacia la puerta tomando mi raqueta de tenis en el camino, alzándola en el aire en caso de que la necesitara usar, abrí la puerta decidida a hacerle frente a cualquier cosa que se encontrara dentro.
No me esperaba lo que vi.
Ventana abierta; mis cosas en el suelo; mi novio en el piso.
Reprimí una risa cubriéndome la boca con mi mano, mientras dejaba de lado mi raqueta para ayudar al chico que reposaba adolorido en el piso de mi baño.
—Oh por dios, ¿se te perdió la puerta? —sonreí tomando su brazo para que pudiera apoyarse en mí.
—Revisión de seguridad, al parecer tu baño no la pasó exitosamente—se levantó de un salto y pude ver que no fue buena idea cuando noté su mueca de dolor extendiéndose por toda su cara.
—Ven, 007, te revisaré—di un beso en la mejilla mientras lo guiaba para sentarse en la orilla de mi cama.
—¿Sabes? Creo que me desmayaré, tal vez necesite respiración boca a boca para recuperar el aliento—sonreí mientras sus manos rodeaban mi cintura, me había atrapado.
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Días de Sol©️
RomanceEn un mundo donde la base de toda relación y toda decisión es el dinero, existen diferentes maneras de ver la vida, la mayor parte del tiempo, solo dos formas: como una estrategia o como un juego de azar. La familia Clarke veía su vida llena de luj...