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Las manos de Wooyoung recorrieron el pecho amplio de su alfa, acariciándole las mejillas mientras el trote lo hacía mecerse tal cual como un pequeño bebé que ha olvidado ya sus tropiezos, aquel lamentable escenario donde le otorgaban títulos sin siquiera parecerse o querer, realmente, ser parte de ellos.

Wooyoung estaba bien ahí.
Es donde necesitaba quedarse.

Cerca suyo pasó a paso más rápido otro caballo con pelaje más claro, sobre este un joven demasiado guapo, rubios cabellos y ojos confusos que lo miraban con algo parecido a la frustración. No sabía quién era, en el grupo nadie mencionó palabra alguna más que indicaciones mínimas sobre los siguientes caminos de piedra en la montaña, yerbas húmedas por el impaciente llanto del cielo espectador.

—¿me extrañaste mucho? —Susurró San aproximándose a la nuca lastimada del omega, cambiando su mano con que sostenía la soga por otra y así poder acariciarle con algo parecido al cariño los bordes de su mandíbula, reflejando una nube de sus feromonas por el lazo de su mordida y así dormir a Wooyoung.

Causándole un sueño de aproximadamente cuatro horas, este despertó cuando el mismo rubio del caballo tomaba sus manos para activar el espada y ya convertida en una colocarla en el centro de un cilindro disforme construido con rara madera tallada, fuego ardiendo por las hojas creó una humareda aparentemente tóxica que golpeó su rostro como una bofetada, volviendo a la noche en que huyó del castillo sin quererlo, pero no sus recuerdos sino los que el objeto guardaba consigo y la abundante energía que requería para controlarla. Wooyoung rechazaba está y la espada también a él por no tener el suficiente carácter y estabilidad para luchar, devolviéndolo en un sueño donde jamás podía ayudar a sus padres, aquellos que ni siquiera reconocía como suyos, rehusándose totalmente al dolor que eso implicaba.

El corazón se hizo solo hierro y aunque se encontraba en las manos del heredero ya no se transformaba, siendo así mal visto por Yeosang que enfadado abandono el habitación sin presentarse, fuera platicaría con Yunho y este corrió dentro de esta, abrazando al omega aún inconsciente que frotaba sus ojitos con la palma derecha.

—¿Dónde está San? —Mencionó en tan pronto pudo, ganándose un gruñido por parte del alfa más viejo que extrañó tanto sus bonitos pómulos y radiante ser como para solo olvidar lo anterior, besando su frente.

—Le pedí que este fuera por ahora, cariño. Yo, en realidad, tuve mucho miedo de perderte allí… debiste dejar que te enseñará a defenderte correctamente, esto no habría pasado si tú fueses más hábil —desordenando sus cabellos volvió a besarlo, cambiando el vendaje ya sucio de su delgada muñeca para también llevarse el espada y ayudarle a acostarse, soltando el aire retenido sobre sus manos acomodó el costalillo que servía como almohada.

— También pensé que jamás volvería a verte… pero aquí estas y eso me hace feliz, regresar a un lugar seguro —Wooyoung entró en completa consciencia, apretujando con toda la fuerza de su cuerpecito al más alto, frotando una mejilla en el hombro y expidiendo un aroma dulce como el que sabían compartir entre ellos.

Luego aceptó arrugando las sábanas con los puños hasta cubrirse la nariz y curita que esta poseía en el puente. Yunho viéndolo de forma tierna se prometió a sí esto no volvería a suceder, al menos no en su guardia. Por lo pronto hizo caso a su petición solo por tratarse de un momento complicado para él, regañando entre dientes, fulminando con reacia mirada al alfa llorón que recostado sobre una esquina del salón ya desde mucho antes recibía singular aborrecimiento por los demás miembros del grupo.

Choi logró identificar entre los más altos a un conocido bribón, sonriéndole con cierta arrogancia y provocando que este quisiera saltarle encima por una trompada, pero siendo más astuto el lobo se metió al habitación donde su semblante soberbio hizo trizas rebajándose a un avergonzado muchacho cuyas mejillas húmedas y mirada se perdió en los cristales cual vapor friolento ya ha cubierto.

—Ven conmigo, alfa, creí que estabas muerto… necesito saber porque no viniste antes por mí… —Wooyoung se hizo bolita bajo las mantas, diciendo esto con la voz rota, a punto de llorar evidentemente.

San se quitó los zapatos y el abrigo de gruesa piel para cubrir con su anchura al contrario, escabulléndose entre los edredones para sostener su rostro dándole un corto beso en los labios, rindiéndose ante él como nunca antes y así hundirlo contra su pecho, acariciando su cuerpo buscando en este todas las marcas de golpes que recibió por su culpa, doliéndole el corazón.

No fue correspondido totalmente al inicio, el omega lastimado aunque necesitaba de sus toques luchaba también por no depender de ellos, ganando finalmente al entregarse en esas caricias y volver a tocar sus labios con los propios, de estar en un lado suyo resultó encima provocando que el alfa se apropiara de sus mejillas y robara a su boca unos muy bajos jadeos. Sus sentimientos a flor de piel punzando en el duro bulto que los livianos pantalones de San no podían ocultar, rozándose constantemente con la próxima.

                                …

— Su corazón y él mismo se rechazan, esto jamás había pasado… quizá no es quien estamos buscando o podrá ayudarnos en algún momento —escupió con frustración el rubio beta, golpeando sus palmas contra el escritorio y tirando cualquier cosa sobre este.

Yunho negó casi como ofendido, cogiendo sus manos para obligar al más bajo a mirarle. Viéndolo ahora también llegó a dudar, el apego hacia llorón no era habitual o sano totalmente, conocía predestinados cuyos vínculos muy distintos tardaban años antes de crear tamaña dependencia pero era solucionable, necesitaba tiempo para pensar cómo zanjar ese tema.

— ¡Hey, tranquilo! Dales un mes más, Wooyoung siempre se ha cansado de todo lo que dice “amar”, esto no será distinto —causando estas últimas palabras tensión en su mandíbula y propio ambiente, continuó— Podemos trabajar con él aquí, enseñarle a pelear… porque he visto su disposición, creo en su valor y que de proponerlo será quien se le augura.

Yeosang se liberó las muñecas, enseriando sus gestos ante la idea del alfa, chasqueando su lengua por lo tonto y peligroso que sería aceptar de una sola vez.

—Recuerda, serás responsable de todo el poder y muertes que el bastardo Kim sume a sus filas. No vuelvas a tocarme o las amputare.

Gracias por leer.
Dedicaré este y el siguiente capítulo a la lectora deliriales
Trataré de actualizar lo más pronto posible.

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2023 ⏰

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