Koh Tao, Tailandia
En un hotel un poco alejado del pueblo, dónde los turistas se hospedaban cada vez que iban de visita; una señora caminaba de lado a lado, desesperada, mientras que su esposo trataba de calmarla con simples palabras.
-Calmate, mujer.-
-¿Qué pasa si ella ya se olvido de nosotros?-
El hombre un tanto mayor se acercó a su esposa y acarició sus brazos.
-Eso es imposible. Le enviabas cartas cada año.-
-Diosito, que mi niña no se haya olvidado de nuestros rostros.-
El hombre rodó los ojos y soltó un risa profunda, para luego toser. La mujer lo miro preocupada.
-¿Estás bien?-
-Tranquila, mujer.-
Ignoró la pregunta, acariciando la mejilla decaída de la señora.
-Tengo miedo.-
Admitió la mujer, y su esposo la abrazo. Él también tenía miedo, pero tenía que ser fuerte por su esposa. Su doctor tenía la sospecha de que el hombre tenía una enfermedad terminal, hizo algunos análisis, y estaba en lo correcto. Desde entonces la señora Manoban cuida a su esposo como si fuera lo más frágil de el mundo.
-Lisa llegará sana y salva. Si pudo estár todos esos años con esos militares que te hacen orinarte de tan solo verlos, pues un viaje en avión y carretera no le hará nada.-
-Tienes razón, hombre.-
-Despreocúpate y vayamos atender a esos turistas.-
La señora Manoban lo miro confundida, hasta que viajó por toda la recepción y observo a las dos chicas. No esperaba turistas en pleno Agosto.
-Bienvenida, ¿qué se les ofrece?-
Pregunto el hombre, acercándose a las mujeres con una sonrisa por cortesía.
-Buenas, necesitamos una habitación. La mejor que tengan.-
Contesto la pelinegra con la misma sonrisa, mientras que la castaña solo estaba cruzada de brazos y miraba la interacción por sus gafas negras.
-Claro, deme unos minutos.-
-Quiero descansar, por favor, apúrese.-
Jisoo miro a la empresaria con reproche, y esta solo se encogió de brazos.
-¿Podrías controlarte?-
Susurro entre dientes.
-Como quieras.-
Los señores ignoraron el comportamiento de la mujer castaña, no querían que su día se arruinara por una simple chica. Cuando el señor Manoban termino con todo, Jisoo pago por la habitación y se alejaron a paso firme, pero fino.
-Contigo siempre hay que pasar vergüenza, Kim.-
-No seas dramática, no dije nada malo.-
Ambas chicas llegaron frente a la puerta de su habitación, la abrieron e inspeccionaron todo con lujo de detalle, más la empresaria.
-¿Están seguros que es su mejor habitación? Dios mío, parece un cuchitril. Mira este sofá, ¿estamos en los años noventa?-
-Paciencia, señor, solo te pido eso.-
Jisoo le rezaba al cielo, o mejor dicho, al techo de la habitación. Se giró sobre sus talones y encaro a Jennie con suma tranquilidad.
-Si no quieres que te tire por la ventana, mejor cállate.-
Jennie la observo sorprendida, y hizo una seña con su mano, como si estuviera cerrando el cierre de su boca.
-Se agradece. Ahora, ¿qué piensas hacer?-
Pregunto la pelinegra esperando una respuesta por parte de la contraria, pero nunca llego. Alzo la mirada y se encontró con Jennie sonriendo de lado.
-Puedes hablar, idiota.-
-Disculpa, princesa delicada. Lo primero que iré hacer es ir a buscar al estúpido que rechazo mi propuesta.-
-¿Cómo harás eso según tú?-
-¿No es obvio? Esperaba que tú tuvieras su nombre e información personal.-
-Bueno, acertaste, si los tengo.-
-¿Quién es?-
-Manoban.-
Jennie se le quedó mirando esperando más, pero su amiga es tan lenta que no entendió.
-Manoban, ¿qué?-
-Solo tengo Manoban, supongo que es su apellido.-
-Dios, si no me lo dices no me doy cuenta. ¡Obvio que es su apellido, idiota!, ¡Pueden haber miles de personas con ese apellido!-
-¿Te olvidas de que estamos en una Isla?-
Jennie se quedó pensando por unos segundo. Era verdad, estaban en una Isla y por aquí no hay mucha gente. El problema era encontrar al supuesto Manoban.
-Vamos.-
-¿No piensas desayunar?-
Jennie ya salía por la puerta y grito desde esta:
-No tengo tiempo para eso.-
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Revelado | JenLisa
FanfictionMini historia: Dónde una militar retirada y una empresaria eran... ¿Amigas?, ¿Pareja?, ¿Qué eran? Ni yo, que soy la narradora, sé cómo etiquetarlas. Supongo que ellas lo aclararán.