Capítulo 3: La Habitación De Las Maravillas

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La habitación de las maravillas era una gran habitación en el palacio, quizá la más grande y no er apara menos tratándose de los aposentos de su señor todo poderoso, Manjiro.

Oro y joyas, estatuas y artefactos, algunos premios que consiguió en sus viajes y peleas, Manjiro tenía de todo en esa habitación, se dice que incluso oculta los secretos del universo. Además de Manjiro la única persona que tenía permitido entrar a los aposentos de las maravillas era la segunda esposa, Mitsuya Takashi.

Sanzu sentía algo de celos al notar la confianza que su señor había depositado en aquél hombre y juraba que se debía a la habilidad de seducción que el chico había heredado de su madre. Sin embargo no era nada de eso, pues la única razón por la cuál Manjiro dejaba que Mitsuya entrará, era por que podía hacer la labor de limpiar y cuidar de lo que yacía dentro de los aposentos.

Ryuji no podía estar en un lugar tan seco o podría descompensarse en media labor y no era tan tonto como para dejar que Keisuke entrará y lo esperará escondido entre los tesoros para atacarlo. Claro no es como que Mitsuya no pudiera ser mortal, al final del día seguía siendo mitad araña y poseía ciertas habilidades mortíferas.

Sanzu podría anular su poder pero no sus habilidades y cuándo alguien sabe usar el cien por ciento de sí mismo, puede convertirse en un ser peligroso.

Y sanzu ya había probado del mortífero veneno de Takashi en más de una ocasión, sin embargo a Manjiro le seguía causando confianza.

Mitsuya era peligroso, pero nunca había hecho nada para atacarlo en comparación a Keisuke y Ryuji.

A él le gustaba decir que sus esposas tenían mucho carácter.

La capacidad de limpieza y tejido de Mitsuya le otorgó por mucho tiempo muchas prioridades, de hecho aún que pasaba mucho tiempo en los aposentos con las otras esposas, solía dormir en la habitación de Manjiro, pero en camas separadas.

Esta vez el joven de cabello lavanda fue llamado a aquella habitación maravillosa y se llevó una gran sorpresa al encontrarse con el hombre que robó su libertad, con un rostro serio y un cáliz en la mano el cuál rebosaba en vino.

—¿Necesita que me encargue de algo señor?—Preguntó acomodando sus ropas pues la manga de su kimono se había deslizado un poco y esto no pasó desapercibido por Manjiro.

—Has negado que Hanagaki pase la noche conmigo, debido a que estaría nervioso y he aceptado por que has sido mi esposa más devota—El de cabello rubio lo rodeó cuál león a su presa— Pero me pregunto si esto se debe a algún problema de celos.

Mitsuya negó con la cabeza intentando no mirar a Manjiro a los ojos.

—No lo traje como trofeo, quiero que sea mi esposa y como tal tiene que dedicarse en cuerpo y alma a mí—Manjiro tomó de forma brusca el cuello de Mitsuya, se veía realmente molesto.

—Hanagaki es muy joven aún mi señor—El agarré solo se volvía más fuerte haciendo que el habla del pelilavanda sonará con dificultad— No le calculo más de meses de nacido, no puede estar lejos de su madre o morirá.

Al escuchar aquello Manjiro soltó a Mitsuya quién cayó al piso intentando recuperar el aire.

—¿De qué hablas?—Preguntó la furiosa deidad lanzando el cáliz al piso, observando a Mitsuya desde arriba, con aires de superioridad.

— Su aspecto es contrario a su edad, Hanagaki no entiende mucho de lo que pasa por que mentalmente es un niño, así funcionan los hijos de la flora—Mitsuya sintió pánico al ver que Manjiro se acercaba amenazadoramente— Lo más probable es que su madre aún no le haya enseñado ni siquiera lo básico de supervivencia, está en la etapa de brote, no ha florecido completamente— Sanzu quién estaba a un lado de Manjiro confirmó lo dicho por el joven en el piso.

—Lo noté por las flores en su cabeza, no han brotado del todo significa que no ha florecido... Si llegará a estresarse demasiado no llegaría a florecer nunca y se pudrirá al cabo de un mes— Sanzu se acercó a Mitsuya y le ayudó a levantarse—¿Como sabias esto Takashi?

Los ojos violeta del muchacho se tornaron un poco oscuros al dirigirse a la mirada celeste de Sanzu.

—Pertenezco al bosque, mi madre es una Jorogumo ¿y tu haces preguntas como esa?—Lanzó Mitsuya con un pequeño tono egolatra que terminó por ser repudiado por el más alto.

—Tan simpático como siempre.

Por otro lado Manjiro estaba en un dilema feroz; no quería dejar ir a Hanagaki pero si no lo hacía iba a morir, Keisuke le había dicho que un jardín no servirá de mucho ¿Entonces que podía hacer?

Observó a Mitsuya de reojo y caminó con suavidad abrazandolo en el proceso, cosa que descolocó un poco a la araña.

—Lamento haberte asustado, solo querías ayudar— Con mucha duda Mitsuya correspondió el abrazo de Manjiro—Pero supongo que también eres consciente del lugar que decidiste tomar esta noche.

Mitsuya solo tragó grueso y asintió dejando que Manjiro hiciera lo que quisiera con él, sin importarle que Sanzu estuviera ahí.

Un sacrificio por el bien mayor.

Dodo To Muteki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora