°CUATRO°

96 15 4
                                    

Después de un momento de abrazos y tranquilidad, ambos se pusieron a platicar cosas de su vida. Tontas, pero eran entretenidas algunas de ellas, por eso Mike escuchaba cada palabra que él menor decía.

—Si, mi mamá después de todo olvido cambiar la sábanas y olía horrible a leche podrida. —Will le estaba contando a Mike su anécdota de cuando se le derramó un vaso de leche completo en su cama —Ahg, es que recuerdo el olor y me dan ganas de vómitar.

Ambos rieron de una carcajada.

—Me imagino el olor al entrar a tu cuarto, Holly muchas veces también derramó leche cuando se quedaba conmigo. —y de nuevo ambos rieron como nunca en su vida.

Hubo un momento de silencio después de las carcajadas, no era muy incómodo pero estaba presente. Ya no había nada más que contar.

Will giro su cabeza para ver el reloj de su muñeca y... ¡¿Ya eran las ocho?!

—Oh, oh...

—¿Will, estas bien? —pregunto el chico pelinegro comenzando a preocuparse.

—Ah... Si, tengo que irme. Ya sabes, los horarios que mi madre me pone para no llegar tarde. —aclaró.

—Oh, ¿entonces....? —incómodo...— ¿ya te vas?

—¿Ajá? —dijo un poco dudoso.

—Te acompaño, vamos. —eso fue raro.

—¿Estas seguro? ¿No tendrás problemas con tu padre por eso? —Will siempre preocupándose primero.

—¿Cuando no los tengo? —preguntó retoricamente. A Will le pareció gracioso porque sonrió a punto de reír.

—Bueno, si tu quieres acompañarme... No diré que no, vamos. —Will ya estaba tomado su bicicleta. Mike asintió y tomó la suya.

Y ahí estaban, Michael Wheleer y William Byers, de camino a la casa Byers en sus bicicletas. Algo raro, claro. Mike no era de esas personas que acostumbraba a acompañar a las personas hasta su casa, pero con eso Will ya estaba más que satisfecho y feliz...

(...)

Ambos chicos llegaron a casa de Will por ahí de las nueve de la noche. Tardaron demasiado para llegar a casa, era increíble todo lo que habían platicado. Había pasado tanto tiempo desde que no pasaban tanto tiempo juntos, o por lo menos ellos dos solos. Si fuera completamente sincero, Will ya le hubiera dicho eso a Mike.

La misma noche cubría el cielo, logrando oscuridad fuera de la casa de mismo chico. Will bajo de su bicicleta, esperando a que Mike no lo hiciera, ya era demasiado tarde. Pero claro... ¿De quién estamos hablando?

—¿A dónde vas? —preguntó el castaño, acomodando su bicicleta en el porche de su casa.

—¿A dejarte a tu casa? Daaah. —respondió sarcástico, algo muy de Mike.

—Pero ya me dejaste, Mike. —aclaró—. No es necesario que que me dejes hasta mi cuarto. Además, seguramente lo haces para ver a Eleven.

Si, lo más probable era eso que quisiera saludar a la señora Byers (Spoiler, nunca lo hace).

—No la he visto en más de una semana, Will. —hijo de...

Will se sintió completamente humillando ante las palabras del mayor, lo había utilizado sólo para verse con Eleven y lo único que tenía que hacer ahora era volver a molestarse.

—¿Qué? ¿Pará eso veniste literalmente? —vamos Will, dale en la cara.

—Will, sabes que la quiero mucho y no esta bien del todo. Sufrió mucho... —bien hecho Mike, ya la cagaste otra vez.

Three Months | Byler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora