𝑂𝑐𝑡𝑎𝑣𝑜𝑑𝑒𝑐𝑖𝑚𝑜

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Tw/ autolesiones.

Entró al cuarto caminando desganada hasta la cama, tirando sobre está y dejando que el crujido de la madera suene debajo de ella

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Entró al cuarto caminando desganada hasta la cama, tirando sobre está y dejando que el crujido de la madera suene debajo de ella. Su rostro se hundió contra la almohada mientras su respiración comenzaba a ser erratica, llegando al punto en que se tuvo que sentar sobre las sábanas mientras intentaba respirar.

Le faltaba el aire.

Hoy era uno de esos días, dónde la peli negra se cansaba de estar peleando contra esa marea oscura y se dejaba llevar por las aguas turbulentas. Porque a veces había días en los que las olas eran demasiado fuertes para que una joven de 15 años intente nadarlas sola.

Kyoto se encontraba dentro de un profundo océano, de aguas tan oscuras como el negro de sus cabellos y con olas tan fuertes como dolor en su pecho.

A veces el agua era calma, dónde ella simplemente flotaba sobre está mientras miraba el precioso cielo azul, contando estrellas o simplemente buscándole formas a las nubes. Otros días habían algunas olas que parecían querer llevarlas a la orilla de la playa, y luego volvían a traerla mientras ella nadaba intentado salir.

Algunos días era fácil nadar en esas olas, como si pudiera surfearlas, pasando por encima de estas y superandolas.

Pero no hoy.

Hoy eran fuertes, golpeando su cuerpo con violencia y llevándola lo más lejos posible de la orilla. Tratando de meterla cada vez más dentro de ese maldito océano de oscuridad, undiendola dentro de las aguas y quitándole el oxígeno dentro de sus pulmones, cansando cada vez más sus pobres y adoloridos músculos.

Y una vez más, con el corazón latiendo a mil, con el aire abandonando sus pulmones, con su pecho doliendo y la fría llovizna cayendo sobre esas aguas, se rindió.

Porque no era la primera vez que lo hacía, y estaba segura que no sería la última.

Entonces simplemente miro al cielo y dejo de luchar, logrando que las olas la arrastraran marea adentro, deseando con fuerza que su cuerpo se convierta en piedra.

Si fuera una roca sería más fácil.

Si fuera una roca su cuerpo pesaría más y de esa forma comenzaría a undirse lentamente por esas profundas aguas de oscuridad, perdiendo el oxígeno poco a poco mientras finalmente ahogarse.

Ella estaba en esas aguas desde que tenía memoria, y ya hace tiempo que solo esperaba el día en el que simplemente esas aguas la terminaran de consumir.

Quería eso.

Quería que las aguas la llevarán lo más profundo dentro de ellas y finalmente ahogarse en ellas.

Porque Kyoto deseaba morir.

Casi no tenía fuerza para intentar llegar a la arena y ya hacía tiempo que se había rendido ante esa idea.

Así que simplemente se quedó ahí, aguantando la respiración, esperando que de esa forma su cuerpo dejé de flotar y pueda ahogarse de una vez.

Pero falló, entonces su cuerpo volvió a la superficie, comenzando a flotar lentamente al ritmo en que su cuerpo recibía oxígeno. Quedándose así un tiempo, mientras miraba al cielo nublado, sintiendo la lluvia empapar su rostro y notando como las aguas comenzaban a tomar un color rojizo.

Oh, porque a veces esas extrañas aguas se volvían rojas sin que ella lo notara.

Pero cuando Kyoto se daba cuenta ya era tarde, y sus muslos ardían ante los nuevos cortes.

Fue exactamente eso lo que la hizo parpadear rápidamente, desechado las lágrimas de sus ojos y viendo sus muslos ensangrentados de forma borrosa. Con pánico soltó la pequeña navaja que aún sostenía en sus manos, manchando sin querés sus sábanas con la sangre que está aún poseía, y la que seguía brotando de sus nuevos cortes.

- Mierda...

Su voz salió quebrada, comenzando a sollozar por ver el nuevo desastre que hizo. Rápidamente corrió hasta el baño en busca de algo con que poder limpiar y curar sus cortes, mientras que de sus ojos no paraban de caer lágrimas.

Estaba desesperada, revolviendo todo el baño a su paso, en busca de algo con que parar el sangrado de sus piernas y sollozando cada vez más fuerte al sentir que sus intentos eran inútiles. Cuando finalmente encontró su pequeño kit de primeros auxilios comenzó a curarse sus heridas, aún con su llanto sin cesar, aguantando el dolor al tener que hacer pequeñas suturas en los cortes más grandes y profundos, terminado por vendarse bien sus muslos llenos de cicatrices.

Una vez terminó se quedó sentada en el suelo del baño, con su mirada pérdida en algún punto del cuarto y con sus brazos abrazándose a si misma, dejando que nuevas lágrimas caigan por su rostro está vez en silencio.

- Kurogiri, Tenko...

Su susurró había raspado su garganta, logrando que se ahogué con su propio llanto mientras se abrazaba con más fuerza y terminaba por cerrar los ojos, llorando más fuerte al recordar que no había nadie en la guarida, porque su hermano y la liga fueron a un entrenamiento para volverse más fuertes.

Así que por esa noche se permitió llorar con fuerza, pidiendo ayuda a gritos, esperando que todo sea un mal sueño y luego de haber pasado días sin él, que su padre vuelva a cuidarla como siempre.

Entonces lloró y grito.

Sabiendo que nadie vendría por su rescate.

Oye, Señor, sabes que estoy cansado
Oye, Señor, sabes que estoy cansado de las lágrimas
Oye, Señor, solo suéltame.

Mirror -BNHΛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora