~Cada Jueves~

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Apenas la besé dejó de mostrarse a la defensiva, al contrario, deslizó sus palmas por mi cuello y lo rodeó con ambos brazos, de esa manera me di cuenta que los aditamentos de su traje eran tan pesados como los míos; sin embargo no le presté más atención a eso y no perdí el tiempo; la abracé por la cintura sentándola sobre el escritorio mientras me apoderaba de su boca; una vez apoyada de esta manera le agarré los muslos con ambas manos y sentí como me abrazó para estrujarme el cabello con una de sus manos y con la otra mi traje de héroe a la espalda.

- Ah... Katsuki... - Dijo entre besos y prensándome en sus brazos. – No... dejo de pensar en esto... - Entonces enderecé el rostro y la miré a los ojos.

- ¿Qué quieres de mí? – Sentía como la adrenalina se apoderó de cada recoveco de mi cuerpo.

- Todo. – "¿Y qué pasa si yo pido lo mismo?"

- No puedo darte todo. – No, no podía... y ella tampoco.

- Entonces... - Deslizó su mano hasta mi ingle y comenzó a acariciarme; repito no soy de puto palo, claro que puedo tener autocontrol pero ella me hacía perderlo en medio instante, de nuevo, ella no era cualquier chica.

- Mierda Ura... - Pero me puso la mano libre en los labios.

- Shhh... ven aquí número uno. – Y esta vez ella me besó; esto era algo así como una fantasía de las muchas que tuve de adolescente; que una chica buenorra te manosee y besuquee llamándote número uno, sonaba a algo con lo que habría fantaseado a los 15. Pero alguien podía entrar, aunque dije que no me molestaran, sabía que estos cabrones tenían la costumbre de aparecer sólo deteniéndose a tocar por 3 segundos y abrían la puerta, los conocía así que cualquiera podría descubrirnos, yo tampoco cerré con seguro.

- Oe... - Dije girando un poco el rostro y ella me miró abriendo los ojos, pero su mano no dejaba de toquetearme y bueno, estaba pasando lo inevitable.

- ¡Jejejeje! Te delatan. – Dijo divertida porque ya podía sentir la erección con su palma.

- Aquí no... - Y enarcó las cejas, entonces retrajo las manos y miró a la puerta por encima de mi hombro. La tomé de la mano y tiré de ella haciéndola bajarse del escritorio. Tenía una sonrisita en los labios de lo más descarada, coqueta, algo depravada y cargada de lujuria; no sé cómo me metí en estas mierdas, pero no podía decirle que no.

Me acomodé el pantalón intentando disimular la erección que todavía era visible y la solté en la puerta.

- Sígueme. –

- Ok. – Nada más dijo y salimos de la oficina, de nuevo todo el mundo se me echó encima con tareas, pendientes, cosas que firmar o que atender.

- ¿Alguna emergencia? –

- No realmente, pero... -

- Voy a entrenar. –

- Pero Dynamight, señor... -

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