El catre

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Ardía su habitación,

gozaban ella y su amante.

"¡No puede ser! ¡Viene Dante!

¡Escucho que abre el portón!",

gritó con gran aflicción

y bajo el catre morado

dejó a su amante aliviado,

mas cuando Dante la vio

tan fuerte la poseyó

que el catre quedó quebrado.


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