Capítulo 2:
Dos chicos que parecían de mi edad, junto a mi hermana intercambiando unas bolsitas, que lo único que pude ver por la poca luz que había era que contenían un polvo. Vaya impresión me he llevado de mi hermana. ¡Y luego se va haciendo la santa! De santa, nada.
Una descabellada idea se cruza por mi mente y una sonrisa maliciosa sonrisa se dibuja en mi pálido rostro.
***
Me encuentro de vuelta a casa, pensando en cómo aprovecharme de mi hermana. Pobre ilusa. Si piensa que se va a salir con la suya, está muy equivocada. Resulta que mi hermana no solamente trafica sino que les mintió a mis padres, y ahora entiendo el comportamiento de mis padres, lo que ha hecho es imperdonable.
Subo a mi cuarto y llamo a mi amiga, es la única que sabe sobre mi situación actual. N cuanto se lo conté, en menos de cinco minutos llegó a mi casa. Ahora mismo estamos sentadas en el suelo planeando qué hacer:
- Aby, he pensado en chantajearla, ice un vídeo y fotos cuando se encontraba con esos chicos – le digo mientras como pastel.
- Es buena idea, ¿pero sino funciona qué hacemos?
- No sé, ya lo veremos. Cuando salgan mis padres, pondré el plan en marcha.
- Ahora dejemos este tema aparcado y hablamos de chicos – dice riendo, porque sabe que me irrita hablar de ese tema.
- No tienes nada mejor que hacer?
- No. ¡Hey! Tengo noticias. Entraran doce alumnos nuevos, seis chicas y seis chicos – dice remarcando la estúpida palabra “chicos”.
- Ya, ya para el carro. Como si fuera la gran cosa, no me interesa hacer amigas, contigo suficiente, y los chicos pues son seis abortos más de la naturaleza.
- Ay Rox, tú siempre tan dulce – contesta riendo.
- Sí… - digo dejando escapar una carcajada.
Y así pasamos la tarde, hablando, mirando películas y comiendo hasta quedar como vacas rellenas.
Tumbada en la cama, esperando a mi hermana para poner el plan en marcha y así vengarme. A partir de hoy todo cambiaría con mi familia. Pero lo que no me esperaba es que en el instituto también cambiaria mi rutina de siempre.
Un chirrido, me despierta de mi ensoñación. Cuando me levanto me encuentro a mi hermana apoyada en el marco de la puerta. En ese momento sonrío como psicópata y hago pasar a mi hermana:
-¿Y bien? – dice mirándome con miedo sabiendo que acabaría mal.
- Querida hermanita, ¿anoche dónde estuviste?
- Em… salí con mis amigas a pasear – dice jugando con sus dedos. La he pescado.
- ¿A dónde?
- A un lago – contesta en un susurro.
- Vaya mentirosa que eres, ¿eh cariño? De esta no te salvas míralo tú misma- digo mientras preparo el vídeo.
Ella asombrada se me queda mirando horrorizada, mientras yo disfruto de su reacción.
-No se lo enseñes a mamá por favor – dice llorando y suplicándome con los ojos.
- Ja, si piensas que te lo voy a dejar fácil, estas muy equivocada, querida hermana estuviste jugando con fuego. Aún hay más. Por qué les mentiste a mis padres sobre mí.
- Te tenía envidia... – yo asombrada por la respuesta me quedé mirándola con compasión, pero al final regresó mi verdadero yo.
- Pero no tenías derecho a hacerme la vida imposible, por tu culpa estoy marcada de por vida, no puedo vestir normal, soy una anti-social amargada que apenas le dirige la palabra a sus padres… Pero esto no acaba así, o les cuentas la verdad o el vídeo saldrá a la luz – le digo con malicia.
Sin más rodeos sale de la habitación, cabizbaja y con signo de derrota. Punto para mí. A ver qué consigo con esto.
A la mañana siguiente me despierto con humor de perros, no tenía ganas de volver a la rutina de siempre: desayunar, clases, extraescolares, casa, deberes y dormir. Lo peor de todo es que ahora mismo estoy desayunando junto con Aby y aguantando sus comentarios subidos de tono hacía los chicos que vendrán hoy. Cuando faltaban diez minutos partimos hacía el instituto. Voy en dirección hacia la puerta cuando unos chillidos, perforan mis orejas. Lo que me encuentro me da tanta risa que incluso me ha dejado sin aire. Dos chicos con cara de agobiados que para Aby son unos dioses griegos, rodeados de todas las chicas que suelen perseguir a los chicos como perros falderos.
Me fijo en los chicos hasta que mi mirada se cruza con chico de pelo negro ojos azules y piel pálida. Le sostuvo la mirada hasta que la aparta derrotado. Yo toda victoriosa arrastro a Aby y entro en mi primera clase. Mucha gente cuanto les miro a los ojos, apartan la mirada y aún no he descubierto el por qué.
Las clases pasan lentas, los alumnos esperan ansiosos la hora del almuerzo y los profesores no paran de apuntar como locomotoras desesperadas, frases extrañas en las que apenas presto atención. De momento en ninguna clase me ha tocado con ninguno de los nuevos. La hora de comer llega y salgo disparada, hacia algún rincón para que nadie me moleste. Como habéis notado no me relaciono con nadie a parte de Aby y mi familia.
Recostada en el césped mientras escucho música, no me doy cuenta de que el chico que había visto esta mañana está sentado a mi lado, hasta que habla:
- Hola – dice con voz ronca.
- Hola – respondo de manera fría.
El silencio que se instaló se hizo incómodo así que decidí romperlo:
-Bueno me tengo que ir mi amiga me espera - le digo marchándome sin esperar respuesta, pero a lo lejos le oigo decir “nos veremos”.
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El juego de las cartas
RandomCon curiosidad dejo mis cosas al suelo y cojo la carta, la abro con suma delicadeza, al verla me quedo sorprendida con lo que dice, una simple frase: el tiempo corre.