Capítulo 7

23 5 0
                                    

Capítulo 7:

Decidí ir a clases, aún estaba enferma pero antes preferiría  ir al instituto a quedarme en casa con mis padres, que ya volvieron. Me preparo muy lentamente, ni siquiera arreglo mi vestuario, Me tapé las ojeras lo mejor que pude, estaba en un estado irreconocible, aun así no podía hacer nada más que conformarme con mi vestimenta.

Bajé con cuidado, pero no sirvió ya que tropecé con un mueble. Todos estaban dormidos, eso hacía la casa se viera más escalofriante ya que todo estaba medio oscuro y todo desordenado.


Iba a paso lento, si corría o no iba a llegar tarde. Tampoco era un problema para mí. Ya estaba acostumbrada a que los profesores me echaran la bronca o me enviaran al despacho del director.

Cuando llegué, las aulas estaban vacías, supuse que los habían reunido al gimnasio para anunciarles alguna cosa importante. Busqué a mi amiga la encontré delante de la puerta:


-Hola Aby – contesto con la nariz tapada.

-Hola mocosa- suelta una risita y calla inmediatamente por mi fulminante mirada.

-¿Qué dijo la directora esta vez? ¿Otra de sus  tonterías de cada año o algo más interesante? – digo mientras nos dirigimos a nuestra próxima clase. A Aby  le  brillan los ojos:

-¡Estoy que reviento de felicidad! ¡Vamos a ir de viaje a Florida! – abro los ojos desmesuradamente cuando dice viaje. Nunca viajé, simplemente porque no se me ocurrió esta idea. Y lo que me sorprende es que lo haya organizado el instituto, ya que nunca ha hecho un viaje. Puede que parezca una aburrida que no va a ir. Pues voy a ir estén de acuerdo o no mis padres. Esta vez haré una cosa que realmente hago por gusto:

-Voy a ir, Aby – digo despacio esperando la reacción de mi queridísima amiga.

-¿Enserio vas a ir?- responde incrédula.

-Sí y no pongas esas caras, no lo hago para estar unos días sin mis padres, sino por voluntad propia.

-¡Bien, bien, bien! No me lo puedo creer – dice mientras grita y da brinquitos. La jalo de su camisa ya que la gente nos mira como si fuéramos unas alienígenas y le susurro en la oreja:

-Para de hacer eso, aunque estoy enferma te voy a dar un buen zape si no guardas silencio – le digo con los dientes apretados. Ella en respuesta recupera su compostura y rueda los ojos. Como odio eso:

- Y no ruedes los ojos.


El profesor aun no llegaba, Aby me contaba sobre su amor platónico y lo único que hacía era asentir con la cabeza. La puerta se abre y un nuevo profesor de no más de veinticinco años entra junto a la directora:

-Hola chicos, os presento a vuestro nuevo profesor de álgebra – algunas chicas suspiran y lo ven como si fuera la cosa más hermosa del mundo. Admito que es guapo pero no es para tanto como para ponerse de esa manera.

La clase pasa rápido ya que no hicimos mucha cosa aparte de presentarnos y hacer preguntas. Salgo avisando a Aby que me iba. Hoy no tuve problemas, es un gran milagro que no haya golpeado a alguien.

 Voy caminando con tranquilidad hasta que veo un cartel que me llama la atención. Anunciaba unas clases de baile, precisamente funky. Siempre me gustó bailar pero nunca me apunte en alguna clase. Esta vez aprovecharía la oportunidad.


Un olor a pasta me recibió en la entrada. Dejé mis cosas y fui directamente a almorzar sin siquiera mirar a nadie ni a saludar. Esto se me hacia una rutina: llegar a casa, ignorar a mis padres, comer e ir mi cuarto. Esta vez pero, mi madre se puso furiosa:

-Estúpida niñita malcriada, no aportas nada, solamente sabes dormir y comer – responde furiosa.

-Sam te voy a dejar unas cuantas cosas claras, no estoy de humor para ponerme a jugar contigo, primera, me criaste tú, así que es tu culpa de que sea así, la otra tienes otra hermana para que limpie tu mierda, porque yo no voy a mover ni un dedo por ti, y finalmente, dormir y comer son dos actividades muy productivas – le responde ya cansada pero con una sonrisa malévola. Ella sale de mi habitación echando humo por las orejas y da un portazo, que fue necesario llevarme las manos en las orejas por el estruendo.


Me estiré, y pensé que es lo que hice hoy. En el instituto notaba que faltaba algo y que en casa no había nada extraño. Al cabo de unos minutos recordé que Dylan y el misterioso chico no asistieron a clase y no me llamó. No es que  esté molesta simplemente era raro que no me molestara con sus mensajes y sus continuas llamadas. Y lo que faltaba en casa era que no había recibido ninguna  carta, de momento.

Me levanté a buscar la caja donde tenía guardada las cartas y las revisé todas. No entendía nada. no encontraba una relación de esas cartas conmigo. Y no quería contárselo a Aby ya que temía que me estuvieran vigilando y escuchando y solo me faltaría que la amenazaran. Además ella era un poco insegura, una simple amenaza le ponía los pelos de punta y viviría con esa sensación de estar a punto de morir.


Cuando aún no nos conocíamos le hice una broma anónima  amenazándola, ella tenía tanto miedo que no asistió a clase durante dos semanas al colegio En ese momento me sentí mal y no lo volví a hacer. Le confesé que fui yo quien la amenazó, me sorprendí cuando me perdonó y a partir de allí empezó nuestra amistad.

Antes de ir a dormir revisé el folleto para saber a qué hora eran las clases de baile, y de allí me fui a dormir.

El juego de las cartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora