Capítulo 5

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Capítulo 5:


Las clases, por más extraño que pareciera pasaron volando, pero por mala suerte las próximas semanas estarán llenas de entregas, trabajos y exámenes.

Esperé a que todos los alumnos salieran y así poder andar tranquila. Recordé que Aby me esperaba afuera así le envié un mensaje diciéndole que no podría acompañarla, aun sabiendo que se enojará conmigo.

Los pasillos estaban desiertos, ni un profesor rondaba por allí solo faltaban que las luces parpadeasen, las puertas rajadas y objetos destrozados regados por el suelo para que pareciese un instituto abandonado de película. Dejé de meditar cuando llegué a mi dichoso casillero y lo abrí para sacar lo necesario.


Vi un sobre mediocre enterrado entre mis libros. Harta de recibir cartas lo cogí, en cuando lo abrí pensaba que me encontraría con otra advertencia, pero me extrañé al encontrar una carta de póquer. No era una cualquiera, al girarla vi un dibujo de un chico mugriento y manchado de color rojo carmesí, que se supone que simulaba la sangre con un cuchillo en una mano y en la otra llevaba una soga. Mientras observaba la carta intentaba razonar porqué me las enviaban y justamente a mí. Sin respuesta alguna guardé la carta en mi mochila y seguí con mi camino hacía la salida.

A punto de girar una esquina oí voces. Me asomé y eran dos chicos uno de ellos era Dylan y el otro nunca lo había visto. Parecía que estuvieran discutiendo pero me sorprendí cuando oí mí nombre. Sin pensármelo dos veces puse atención en lo que estaban diciendo:

-¡¿Cómo crees que se lo voy a decir!? Antes de creerme me va a mandar al diablo - dijo el chico con tono dolido.

-Tarde o temprano se va a enterar, lo que más me preocupa es su reacción cuando lo descubra. Lo único que se de ella es que no se lleva bien con su familia.

- La alejaron de mí desde el día del accidente, no creo que me recuerde, Dylan, ella solamente tenía tres años, no se me ocurre ninguna idea. Además evito a toda costa que mis padres me vean aquí sino el plan no servirá de nada, ni siquiera la podré ver.

-Ahora el tema de la banda, están esperando el momento para atacar, así cada día hay dos hombres que la siguen vaya donde vaya. Solo espero que no la cojan.

-Por hoy dejémoslo aquí, nos veremos mañana.- dice el chico mientras camina hacia mi dirección. Justo a tiempo me llego a esconder dentro un aula. Cuando los pasos se alejan, salgo tranquila hacia la salida.

A medio camino el cielo se oscurece y pequeñas gotas frisa empiezan a caer hasta convertirse en una tormenta insaciable. Aun así camino con tranquilidad, no tengo ninguna prisa en llegar, la lluvia no me molesta en absoluto, más bien disfruto de las congeladas gotas rozar mi piel.

Faltaban dos cuadras para llegar cuando un coche de un color rojo llamativo se detiene a mi lado mientras la ventanilla baja, en cuando identifico quién es ruedo los ojos:

-¿Qué quieres?

-Sube al coche te llevo. - dice amablemente. Rio y el frunce las cejas confundido.

-¿Me ves con prisa en llegar a casa? Además solo quedan dos cuadras no hace falta.

- ¿Segura? Vas a coger un resfriado. Pero si no quieres allá tú.

- Llevo todo el camino bajo la lluvia. Y no necesito que nadie me lleve, gracias - le digo con una sonrisa forzada.

-Bueno, nos veremos mañana si es que no faltas - sonríe burlón. Gruño en respuesta y sigo mi camino sin darle importancia.

Entro en casa toda empapada. Subo hacia mi cuarto cuando oigo a mis padres conversar alegremente con mi hermana, no me extraña. Me desvisto y pongo la ropa mojada en la cesta de ropa sucia. Justo cuando acababa de ponerme las calzas tocan la puerta:

-Pasa - digo amargamente.

-Podemos hablar - murmura mi hermana mientras cierra la puerta tras ella.

-No, ya hablamos ese día y quedaste advertida, así que si no tienes nada importante que decirme la puerta te espera.

- Es sobre una cosa que descubrí sobre mis padres, realmente me afectó yo no lo conozco pero tú sí. - dice con miedo.

- Dime - respondo mientras me acomodo. Justo cuando iba a responder la llaman para cenar. Le hago señales para que baje y que ya me lo contaría. Me asombre, por mi comportamiento, nunca podía tener una conversación limpia con mi hermana.

El juego de las cartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora