Capítulo 3

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Capítulo 3:

 

El timbre resuena por todo el instituto, como ya estaba cansada decido saltarme las clases y llegar a casa a descansar, solo espero que mis padres no estén.

 Abro la puerta cuidadosamente, pero nada sirve, la puerta suelta un chirrido que suena por toda la casa, pero nadie se da cuenta, no hay nadie. Lo primero que pongo es aceite en la puerta, en cuando termino subo a mi cuarto y lo que no me esperaba, era un sobre negro encima de mi escritorio y la ventana abierta.

Con curiosidad dejo mis cosas al suelo y cojo la carta, la abro con suma delicadeza, al verla me quedo sorprendida con lo que dice, una simple frase: el tiempo corre. Y lo que más me fastidia es que es de un hombre cuya identidad desconozco. He recibido amenazas antes, pero ya sabía quién era, pero esta no tengo ni la más mínima idea de quién es. Sin darle mucha importancia me adentro a la ducha. Mientras la tibia agua cae sobre mi piel, mi mente se relaja  y queda completamente en blanco disfrutando del momento.

En cuando termino, salgo y me quedo embobada mirando a la nada hasta que el sonido del móvil me desconcierta, ¿a quién se le ocurre llamar a estas altas horas de la noche? Ahora que lo pienso, ni mis padres ni mi hermana no están, contesto sin siquiera mirar quién era:

-Diga…- digo con cansancio. Espero a que me conteste pero simplemente se oye una respiración agitada y un murmullo y corta sin más.

Es la llamada más extraña que tuve en mi vida. Ignoro lo que pasó hace unos segundos. Nada más poner la cabeza en la almohada caigo en brazos de Morfeo.

Despierto con un terrible dolor de cabeza, así que para aliviar el dolor tomo una ducha fría y bajo a desayunar. Me sorprendo al encontrar la casa  inundada en un silencio sepulcral, así que me asomo por todas las habitaciones y no hay nadie, las camas están hechas todo en perfectas condiciones. Esto no es normal.

Bajo hasta el comedor y reviso todo hasta que me encuentro una nota de mis padres diciéndome que se han ido de viaje junto a mi hermana. Como no , cada año a viajar junto a su hijita perfecta, además esta semana es mi cumpleaños así que agradezco que no estén y se hayan ido justo esta semana. Hoy decido hacer vaga y no asistir a clases escuchando la voz monótona e irritante de los profesores.

Decido llamar a Aby para ver si viene a hacerme compañía o se va a clases:

-Holaa – digo con fingido entusiasmo.

-Buenas, ¡eh! Hoy no voy a clases, ¿vienes hacer una maratón de películas? -  dice con un toque de esperanza. En ese momento me echo a reír hasta quedar sin aire y le digo:

-Por eso mismo te llamé… por eso somos amigas, casi siempre hacemos lo mismo – digo aun riendo.

-¡Bien! En cinco te quiero aquí, adiós – y corta sin más.

La mañana pasó volando así que a las tres decidí marcharme. En cuando llego me encuentro otra vez con un sobre pero esta vez de color rojo carmesí. Esta vez lo abro esperándome otra amenaza y lo que me encuentro me sorprende: una imagen mía saliendo de casa de mi amiga. Un escalofrío cruza mi espalda como estrella fugaz y esta vez sí que me tomo enserio esta amenaza. Decido esconderla e ir a descansar. Otra vez el sonido del móvil me interrumpe, esta vez miro quién es pero no reconozco el número, dudosa lo cojo y contesto:

-¿Diga?

-Hola, soy Dylan el chico de ayer – dice.

-Ah, hum, hola – digo.

-¿Cómo estás? – pregunta preocupado. ¿Y a este qué mosca le pico?

-Bien. ¿Ahora dime qué quieres?

-Uy tranquila solo llamaba, hoy no viniste.

-No fui  y no es de tu incumbencia – digo fríamente y corto sin esperar su respuesta.

Ahora un chico que ni siquiera conozco, ni quiero conocerlo, se interesa en mi y además me llama preguntándome sobre mi estado. Más extraño no puede ser esto. Sin saber salgo de casa y me dirijo al lago.

Me recosté en frío pasto y cerré los ojos, sin ser consciente de nada me quedé dormida.


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