𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 02

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— Ya falta poco

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— Ya falta poco.—murmuró la joven señora Ericsson con impaciencia, jugando con la tapa de un libro que yacía entre sus manos.

Agradecía no haberse mordido las uñas en ese tiempo.

Diana se encontraba recostada en uno de los comodos sofás que estaban esparcidos por el gran salón principal, todos de colores opacos como el resto de la propiedad. Joshua había salido por la mañana temprano y no volvería capaz hasta la mañana siguiente, según este le había dicho; pero sabía muy bien que estaba con alguna prostituta barata del lugar, no tenía nada en contra de esas mujeres y sus trabajos. Solo le molestaba como era Joshua con ella y las restricciones que le ponía; mientras que él puede hacer lo que quiere. Las criadas estaban ocupadas en sus labores diarias, limpiando los miles de metros de la mansión se arriba a bajo. Ella ya aburrida miró a su costado contemplando el bordado que dejó a medio terminar, tenía pensado un diseño de flores doradas.

Hasta por donde quede no se ve nada mal, capaz pueda seguirlo ahora pero...

Mordió sus labios con impaciencia, algo seguía rondando en su cabeza desde la noche; ni siquiera pudo dormir. Todavía no podía quitarse la imagen de aquel niño cubierto de sangre, algo un tanto perturbador pero quería volver a verlo, necesitaba verlo y descubrir que mierda hace encerrado en la bodega. Se le hacia tan irreal que su esposo lo mantenga en una celda como si se tratara de algo peligroso, y toda esa sangre que vio solo le causaban escalofríos por todo el cuerpo y la preocupación la inundaba.

Llevaba dos días en esa situación.

Diana se preguntaba si se encontraba bien, ¿Por qué Joshua tendría a un niño encerrado en la mansión?, es solo un pequeño pero eso le hacia dudar si su marido estaba tan mal de la cabeza como imaginaba y en vez de lo que creía estaba peor.

Algo que tenía en claro era que debía sacarlo de ese lugar, nadie sabe de las cosas horribles a las que ese infante puede ser sometido o lo que le puedan hacer. Castle tuvo que aprender por las malas de lo que Joshua era capaz de hacerle a ella, ahora no se podía ni imaginar de lo que seria capaz con un pequeño niño.

Tendre que ir de inmediato》

Se levantó del sofá dejando su libro sobre la mesa al lado del bordado, sobre una mesa de madera. Arreglo los dobladillos de su vestido y a paso tranquilo se dirigió a las escaleras con la frente en alto. Algunas criadas la miraron brevemente y volvieron con lo suyo al ver a su superior dirigirse a la señora de la casa.

— ¿Necesita algo señorita Ericsson?—pregunto la mayor, tomando por sorpresa a la castaña cobrizo. La tomó del brazo derecho ejerciendo algo de presión en la zona, era mínima pero aún así no pudo evitar soltar un diminuto y casi silencioso gemido de dolor. Pero aún así, la mujer regordeta lo escucho claramente, las sospechas no tardaron en aparecer de inmediato dentro de ella.

La Duquesa Diana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora