♠ Miércoles ♠

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Los rayos del sol caen suavemente sobre los rostros de ambos adolescentes, el pelimorado no quería soltar el brazo del robot; Ouma siempre ha apreciado el contacto físico, incluso un rozamiento de hombros, quizás porque la piel de Kiibo es única, es suave pero a su vez fría. Ouma muchas veces se ha preguntado cómo se sentiría tocar sus manos, o probar sus labios.

¿Cómo sería estudiar juntos? ¿Cómo se sentiría almorzar con él? Detalles tan nimios que Ouma puede hacer con cualquiera, las quiere hacer con Kiibo; tan sencillo como eso.

—Estás muy callado, eso es mala señal—Bromea Kiibo con ciertos nervios por encima—Y que me estés tomando del brazo lo hace peor.

—¿Me tienes miedo?

—Si, por supuesto—Kiibo se siente patético con tan solo decirlo, no quiere decirle a Ouma lo que quiere oír, pero cuando se trata de Kokichi Ouma, es mejor llevarle la corriente—Siempre se trata de eso ¿no? Molestar, como un bravucón...

—¿Acabas de llamarme bravucón?—Ouma finge estar dolido pero no puede contener la risa—Oye, no soy un matón de instituto, ¿sugieres que hago bullying?

—Nunca dije eso—Los nervios de Kiibo aumentan cuando Ouma se aferra más a su brazo—Solo digo que parece que siempre buscas que te tengan miedo.

—Me describes como si fueras víctima de acoso escolar, bromeas ¿no?

—Yo nunca bromearía con eso—Responde Kiibo con un deje de seriedad—Además, los bravucones son malas personas.

El ego de Ouma aumentó con ese último comentario.

Continúan caminando un rato hasta llegar a la heladería, el cual Ouma reconoció por el nombre de gracias a los cupones; por suerte no había tanta fila, por lo que Ouma consiguió sus helados rápidamente. Zarzamora y nuez.

—¿En serio te comerás ambos?—Pregunta Kiibo mientras el pelimorado disfruta del helado de zarzamora—Ya veo que si...

—Siento lástima por ti Kiibo, no puedes disfrutar del helado, de la fanta de uva, de las manzanas, del chocolate...es tristísimo, comer es de las pocas cosas que todos los humanos hacen.

—No me siento mal porque nunca lo he probado, no se puede extrañar algo que nunca has tenido—Kiibo sonríe con orgullo—Puede que no sea un humano, pero soy un robot, y no me siento menos por no comer una manzana.

He ahí la faceta de Kiibo que encandiló a Kokichi. Si Kiibo fuese un simple chico nervioso nunca hubiera atraído al Dictador Definitivo; pero tiene orgullo por lo que es, es fiel a su dignidad, y se rehúsa a ser visto como menos. Ouma respeta eso, y más tarde hizo que viera a Kiibo con otros ojos.

—Eres raro—Comenta Ouma antes de darle una probada a su helado—Pero al menos eres un raro engreído.

—¡Mira mamá!—Exclama una niña pequeña mientras apunta a Kiibo con el dedo—¡Eres extraño señor!

—Jaja, creo que lo soy—Responde Kiibo con una sonrisa tranquila. La niña se acerca más—¿Estás perdida?

—No—La niña mira al robot fascinada—¿Puedes volar?

—Si, aunque debo tener mucho cuidado.

—¿Puedes lanzar rayos láser por los ojos?

—Si, pero solo en casos de emergencias, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

La niña parece fascinada, como si estuviera viendo a un superhéroe, entonces llega la madre, disculpándose con Kiibo. Ambas se van, con la niña despidiéndose de Kiibo con la mano.

♠ Mi Tesoro más Preciado ♠ (Kiibouma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora