Me aferré a Liam. No quería soltarlo. Oculté mi rostro en su pecho y empecé a llorar.
-Cariño...-Comenzó a decir mi madre.
No quería irme. Aquella era la última noche que pasaba en Londres. Mis padres ya habían preparado todas las cosas y a la mañana siguiente, bien temprano, cogeríamos un vuelo de un millón de horas hacía Estados Unidos.
Liam había venido a despedirse, pero no tenía que haberlo hecho. Todo se me vino encima cuando vi todo el futuro que iba a tener delante: Sin él... Lo abracé con fuerzas, llorando, mientras mis padres, apenados, trataban de hacerme sentir bien para que mi partida no fuera tan dura, ni para mí, ni para Liam. Pero no habría ninguna manera de hacerme sonreír si no era diciéndome que nos quedábamos en Inglaterra, y que nadie tendría que coger un vuelo la mañana siguiente.
-Liam ya tiene que irse-Interfirió mi padre-Y nosotros tenemos que acabar de meter cosas en las maletas.
-¡No!-Grité, aferrándome más a Liam-¡No pienso irme!
Sentí las manos de Liam abrazarme con cuidado. Si no hubiera sido porque mis padres estaban delante, me habría abrazado con fuerza, me habría besado y me habría dicho millones de cosas bonitas, pero tenía un punto de timidez que siempre aparecía cuando estaba frente a mis padres.
-Cielo, vamos...-La mano de mi madre se colocó en mi hombro, pero de un movimiento brusco me moví para apartarla.
-¿Por qué no puedo quedarme con él?-Pregunté con los ojos hinchados de tanto llorar y la voz quebrada. Liam me miró, demasiado triste.
-Porque solo tienes dieciséis años. Sois unos críos y tenéis que ir donde vayan vuestros padres-Inquirió mi padre.
-Venga cariño-Volvió a hablar mi madre mientras me miraba con el corazón roto-Termina de despedirte de Liam y vuelve a tu cuarto a terminar de meter tu ropa en la maleta.
Dejé que las lágrimas salieran con fluidez de mi ojos cuando mi padre cogió a mi madre de la cintura, y con una endeble sonrisa, nos dejaron solos a Liam y a mí en el salón. No podía creer que aquel maldito momento hubiera llegado...
Me volteé lentamente hacía él. Su mirada de dolor me rompió el corazón, y más cuando me abrazó con fuerza, apretándome contra él y dejando un beso en mi mejilla.
-Te voy a echar de menos...-Susurró en mi oído. Me estremecí.
-No quiero alejarme de ti, Liam-Lloré.
-Estaremos en contacto. Te llamaré cada día, aunque tenga que gastarme una fortuna, te mandaré cartas y haremos video llamadas, ¿Vale?-Se separó lentamente de mí, cogiendo mi rostro entre sus manos. Asentí débilmente con la cabeza para luego sentir sus labios rozando los míos, y segundos más tarde, un tierno beso.
-Tengo algo para ti-Dijo después, metiendo una mano en el bolsillo de su chaqueta gris. Sacó una cajita roja y la abrió, dejándome ver el contenido: Un precioso collar, formado por una cadena de plata y la palabra 'amor' colgando de él.
No pude evitar sonreír y negar con la cabeza. Seguidamente, yo también saqué una cajita azul de mis pantalones. Le enseñé el mismo collar, para él. Reímos juntos, colocó una mano en mi mejilla y me acercó para darme otro beso.
-¿Me permites?-Me preguntó, para poder colocarme el collar.
-Claro-Contesté en un hilo de voz. Me puse de espaldas a él y me eché el pelo hacía un lado, para dejar que pasara sus manos con cuidado por delante de mi cuello y atara el collar tras él.
Hice lo mismo con el suyo. Le coloqué el collar que yo le había comprado para que siempre se acordara de mi, y nos quedamos mirándonos, en silencio, con una débil sonrisa dibujada en nuestros finos rostros.
Y volví a sentir sus labios chocar contra los mios. Rozarlos lentamente y pegarlos cariñosamente. Los suyos encajaron perfectamente con los míos, eran como dos piezas de puzzle. Sus tentadores movimientos al abrir y cerrar la boca, me indujeron a intensificar el beso. Aquel sería el último que nos daríamos en mucho tiempo. N tenía idea de cuándo volvería a verlo... Dejé que una lágrima cayera por mi rostro y apoyé mi frente contra la suya, delirando.
-Te quiero...-Dejó escapar Liam, rozando su nariz contra la mía.