Y grité. Grité tan fuerte que hasta las estrellas me oyeron. Una por una bajaron hasta donde yo me encontraba y me preguntaron el por qué de mi agonía. Me iluminaron con su radiante luz y me acogieron así con su calor, pero aun así, el mundo ya no existía para mí, no sin él. Dios, como dolía ese hueco que había quedado en donde antes, se hallaba mi corazón. Ellas trataron de llenarlo con pequeñas partes de cielo, pero aun ni el mas inmenso cielo alcanzaba para taparlo. Mis lágrimas brotaron como espinas punzantes. No había consuelo alguno, la luna se asomo por un rincón y trato de taparme con su manto de luz, pero éste no fue lo suficientemente grande, y el frío se colaba por todos los costados de mi cuerpo. Me sentía morir. No lograría vivir sin él, y lo sabía. Poco a poco las estrellas me acunaron y comenzaron a cantar. Mis ojos se fueron cerrando y el dolor disminuyó, todo quedó en silencio, y de mí brotó una luz. Acompañe a las estrellas al cielo, y lo encontré a él, con su luz, con su amor, con su calor.
2004 - A mi abuelo.
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CUENTOS CORTOS
RandomAquí yacen aquellos fragmentos cortos o cuentos que surgen en la mitad de una noche, en el viaje a casa en tren, en la espera de un aeropuerto; o en aquellos lugares del imaginario que cada tanto, asaltan a la realidad.