Capítulo 6

44.8K 4.7K 3.9K
                                        

Jimin no sabía mucho sobre luces, o el sonido que debía tener una presentación. Tenía algunos conocimientos, sin embargo, no era un profesional instalando.

Hizo lo mejor que pudo. Cal lo felicitó, pero Rossmery le hizo mover un reflector al menos cuatro veces hasta que quedó justo como ella quería.

— ¿Ya está contenta, su majestad? —Cal preguntó en voz alta desde la barra, mientras preparaba todo para la noche.

—Un poco, sí —llevó su dedo índice a su barbilla y dio pequeños golpecitos, analizando el escenario—. Una presentación tan buena merece un escenario igual de bueno.

— ¿Y qué hay de nuestros vestuarios, cariño?

Dos mujeres entraron por la puerta y Rossmery sonrió en grande a verlas.

—La preciosa bombón, Betty May —se acercó a la mujer de color que portaba una peluca castaña y un vestido rosa. Miró al lado y luego abrazó a la de piel blanca que tenía una peluca un poco más alborotada y de color rubio—. La preciosa Charlotte.

Las tres terminaron por abrazarse. El trío de amigas no se veía desde hacía tres años, cuando las chicas necesitaban un lugar donde hospedarse unos días antes de volver a California.

— ¿Y dónde está el guapo Cal? —Le preguntó Charlotte, separándose primero del abrazo.

—Ese tonto está por allá —señaló Rossmery con cierto desdén.

Cal se inclinó hacia la barra, saludando a las mujeres con un ademán.

—Es un gusto verlas de nuevo, chicas. Se ven resplandecientes —les dijo.

—Dime algo que no sepa, cariño —Betty echó parte de esa cabellera castaña hacia atrás.

Jimin, quién estaba aún en el escenario, acomodando las bocinas, se detuvo un momento para mirar con curiosidad a las dos mujeres. Parecían tener casi la misma personalidad que Rossmery, igual de confiadas en sí mismas. Sólo que, aunque todas vestían con pelucas y trajes llamativos, había algo que las diferenciaba. Tal vez era el porte, o los colores distintos. Aún no lo sabía.

—Jimin, mi niño. No seas grosero y ven a saludar a mis amigas —Rossmery le hizo una seña con la mano para que se acercara.

El rubio le hizo caso como un buen joven. Y bajó del escenario para acercarse a ellas.

— ¡Pero mira que cosita tan linda! —Charlotte le pellizcó una mejilla al joven.

— ¿No es muy joven para trabajar aquí? —Betty se cruzó de brazos y volteó a ver a Cal.

—En octubre cumple los diecisiete —responde éste.

—Sigue siendo bastante menor.

—Tranquilas. Sólo me ayuda a atender. Trabaja cinco horas al día, por cuatro días a la semana. Además, a Jimin le gusta este trabajo, ¿O no?

—Dan muy buenas propinas —respondió en un tono algo bajo.

Jimin pasó sus manos hacia atrás, tomándolas entre sí. Estaba nervioso y no sabía por qué. Tal vez era la emoción de conocer gente nueva. Y esas mujeres no eran cualquier persona, eran las amigas cercanas de Rossmery, de Nueva York, eso antes de que se separaran y ellas fueran a Pomena, California; Rossmery terminó en Indiana, con Cal.

—A mí me parece adorable —Charlotte lucía enternecida con la apariencia del joven—. Es lindo y bajito. Recuerdo que me gustaban los chicos así en la secundaria.

—Es mi ahijado —Rossmery puso su brazo sobre los hombros de Jimin—. Nunca tuve hijos, incluso si pudiera tenerlos no los tendría jamás. Pero Jimin tiene algunas ventajas... Habla, come, camina, va al baño, es obediente, y todo lo hace por sí mismo. También es un genio, irá a una buena universidad en un par de años.

Stand by MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora