Capítulo 24

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ㅡKim Jennie, usted venció la leucemia, felicidades.

Fue el aplauso más grande que recibió en su vida, muchos doctores, muchos enfermeros, muchos compañeros que estaban en situaciones similares, y Lisa, quién estuvo a su lado siempre lo celebraron con ella.

La menor se había cortado el cabello, y ahora estaba a la altura de sus hombros, dejaba ver un par de piercings que tenía en sus orejas, que había llenado de aros a pedido de Jennie.

La mayor estaba más brillante que nunca, su cabello había crecido en un tono oscuro que no llegaba a negro, enmarcaba sus ojos color avellana de forma adorable y sonreía como nunca antes en su vida, se había bronceado por los pocos días al sol que había pasado afuera, un ligero tono caramelo acentuaba su rostro.

Antes de hacer sonar la campana, miró a Lisa sobre su hombro y murmuró un "Te lo dije", haciéndola reír y en parte llorar.

Escuchó a Jennie sonar la campana con fuerza y energía y la escuchó reír de forma magnífica, un sonido hermoso, y que llenaba el alma de cualquiera, principalmente la suya y a su corazón.

Terminó de sonar la campana y lo primero que hizo fue voltear hacia ella, Lisa escondía su rostro en sus manos y no podía parar de llorar, y Jennie se acercó para abrazarla y darle besos mientras le decía que era un niña llorona, una sensible de mierda y que la hacía pasar vergüenza.

Salieron del hospital mejor que nunca, Jennie fue saltando de alegría por la vereda, riendo y cantando con la voz tan maravillosa que siempre había tenido, y Lisa la admiraba y la amaba con todo su corazón a veces quedándose unos pasos atrás para verla feliz, dando vueltas como una niña.

El plan era ir hasta el departamento del mayor, como siempre, como era costumbre, pero entre tantos saltos y vueltas, terminaron en el parque, no muy lejos de su destino original, apenas eran cinco minutos y se habían desviado un poco del camino, pero Lisa sí se extrañó cuando vio tanto verde y tantas flores, estaba muy concentrado viendo a Jennie como para darse cuenta que la meyor la había llevado hasta donde quería.

Jennie se volteó hacia Lisa, sonriendo, estaban rodeadas de flores de colores anaranjados y amarillos y rosas, en el jardín de flores de aquel parque.

ㅡSabes que eres muy hermosa, ¿No, Jennie?  ㅡdijo Lisa, totalmente encantada.

ㅡNo tanto como tú, Lisa ㅡdijo, ruborizadaㅡ. Y yo... Tenía preparado algo para ti, desde hace mucho... Te lo quería dar cuando me dieran el alta y sea oficial de que tengo más tiempo contigo.

Lisa esperó en silencio, Jennie sacó un papel de su bolsillo, aquel poema que había comenzado tiempo atrás y que había cambiado y perfeccionado miles de veces para que llegara a ese momento.

Suavemente, comenzó con su poema, que Lisa había escuchado incompleto alguna vez:

<<He caído de un acantilado, he aterrizado en tus brazos; tus manos han limpiado mis lágrimas, tus besos mí alma... En tus ojos hay una guía, grande mí suerte porque es mía; en tus manos acunas mí vida, en las mías concervo tus días... Varias veces me he preguntado: ¿Será este el final de la vía? Pero con solo verte a mí lado, más caminos he buscado para conseguir un legado:... Un amor, un donador del cual requiero algo... >>ㅡ Jennie miró tímidamente a la ruborizada Lisa, quién estaba con sus labios entreabiertos entre tanto discurso, su mano fue hacia una pequeña cajita que guardaba en su abrigo desde hacía ratoㅡ <<... Lalisa Manobal, tendria el honor, ¿De pedir su mano?>>

Abriendo la pequeña cajita, el par de anillos dorados relucieron en su interior, Lisa estaba sin palabras, cubrió su rostro y sólo pudo comenzar a llorar de nuevo, con sus hombros temblando y un nudo en su garganta.

ㅡOh, Lili ㅡJennie se acercó a ella, cerrando la caja, tomando sus brazosㅡ ¿Qué pasa, nena? ¿Es muy pronto? Sé que apenas llevamos unos meses, ocho, casi nueve, pero... Después de todo eso, no quiero perder más tiempo de mí vida, si total, sé que eres la indicada, desde hace mucho que lo sé... Quiero vivir una vida contigo y con el título que se merece... Podemos hacerlo oficial, Lisa.

Lisa escondió su rostro en el cuello de Jennie, quién le parecía adorable, pero estaba impaciente por una respuesta, y se sentía algo mal de no tenerla, creía que en situaciones así la cosa era más rápida, así que se había decepcionado un poco.

ㅡNo tienes que responder ahora si no quieres, nena ㅡdijo la mayor, pero en cuanto habló, la pelinegra comenzó a asentirㅡ ¿Sí? ㅡasintió  más fuerte, y Jennie rióㅡ. Oh, Lisa, me haces la persona más feliz del mundo.

La menor salió de su escondite para tomar sus mejillas y unirse en un beso, un beso que había esperado mucho rato, un beso libre, sin preocupaciones, sin el sentimiento de que quizás eso podría matarla, de que podría dañarla, finalmente podía besarla sin culpa, completamente libres.

Ambas estaban libres y en su libertad se habían elegido la una a la otra, en un destino maravilloso.

Y ese día fue el mejor de ambas, oficialmente sanas, y juntas como nunca antes, unidas en corazón y en alma, y en anillos de compromiso también.

Y ese día fue el mejor de ambas, oficialmente sanas, y juntas como nunca antes, unidas en corazón y en alma, y en anillos de compromiso también

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Chemo | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora