única parte

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               Donde su viaje comenzó, ha de finalizar.

El silencio del oasis lo hace detenerse cuando abandona su nave; la oscuridad se cierra alrededor suyo como un abrazo de consuelo y el frío cala hasta sus huesos. El bulto de mantas sobre uno de sus brazos se retuerce y Obi-wan se ve en la necesidad de buscar refugio lo antes posible.

Pocas almas tienen presencia en una noche como esa; la caída de la República sigue sin ser noticia en el Borde Medio, dejando el caos del planeta central para preocuparse por el único mérito que lo trajo hasta aquí. La única razón que le queda para subsistir, la última esperanza que debe instruir para traer paz a la galaxia.

¿Es sensato dejar tal carga sobre un recién nacido? Obi-wan no puede evitar mirar de soslayo al niño. Con la mata de cabello rubio que apenas cubre su cabeza y el color rojizo de sus extremidades tiernas. Un ser inocente que sólo busca calidez al acurrucarse contra su pecho sin poder imaginar la pena con la que carga sobre sus pequeños hombros.

Piensa en Padmé y la culpa lo corroe con un estremecimiento, cubriendo sus ojos con un manto borroso. Su garganta se cierra en un nudo y tiene que detenerse por unos segundos antes de continuar. La conmoción continúa desde la batalla en Mustafar, teniendo la sensación de que su cuerpo se mueve en automático. Sin creer todo lo que ha perdido en cuestión de pocas horas. Lo que ignoró durante tantos años y que ahora cobró fuerza para arrebatar cada cosa que conocía...que amaba.

Piensa en Anakin y las lágrimas se hacen lugar con un doloroso recorrido por sus mejillas sobre la barba ahora rasposa que termina su viaje cayendo del mentón.

Anakin. Quien fue su estudiante por tantos años, a quien dedicó gran parte de su existencia para enseñarle la importancia de la vida, de los seres sintientes, de aquellos que incluso no eran humanos. Con quien compartió risas, batallas, lágrimas y un constante dolor por la guerra. Confió tan ciegamente creyendo que sabía todo sobre él, que Anakin sabía que podía hablar con Obi-wan sobre sus preocupaciones. Que no tenía que estar solo cuando se sintiera mal...
Nunca fue así. Y nunca se dio cuenta. Lo perdió todo, y ahora está dejando una carga pesada sobre un ser indefenso. ¿Eso lo convierte en un ser ruin?

Obi-wan no puede evitar sonreír cada vez que lo ve, como una viva imagen del amigo que perdió. Como un recuerdo agonizante de su último encuentro. De las palabras que crearon un agujero en el corazón de Obi-wan.

Cuando llega al hogar de los Lars es casi el amanecer. Se encuentra mirando la cabaña a varios metros lejos, preguntándose esta vez si hace lo correcto. Y un sentimiento egoísta se instala en su pecho. Sueña quedarse con Luke, cuidar de él y alejarlo del imperio. Desaparecer en el borde salvaje, ponerlo a salvo y esperar que otras personas se encarguen de Palpatine. Porque Obi-wan ya perdió suficiente y no quiere perder a Luke también. Porque, por un momento, quiere no ser un jedi y vivir con tranquilidad con esta pequeña criatura que se ha ganado su corazón.

No obstante... su destino es lidiar con una tristeza infinita. Con fantasmas del pasado asomando las esquinas, con la culpa volviéndose una constante en su mente y cuerpo. Cuando más lo piensa, más idiota se siente. La tristeza no es un sentimiento con el que deba crecer un niño. Ni rodearse, en su mayoría, por alguien que fue destinado al tormento eterno.

Con un paso a la vez, avanza hasta la morada de quien fue la familia de su antiguo padawan. Cuando se encontró con el joven matrimonio no da muchas explicaciones: Anakin murió, su esposa también. La República sucumbió al lado oscuro y este niño debe crecer sin saber lo que pasó con sus padres.

Cuando Beru lo despide, Obi-wan sonríe con nostalgia. El vacío en sus brazos lo deprime, como si toda la calidez del mundo se haya extinguido en pocos segundos quedándose a la deriva en la oscuridad, queriendo ser llevado por ésta al futuro que le toque sin importancia por nada más.

Obi-wan se siente cansado de continuar, desesperanzado en un universo que está por conocer las sombras de un líder miserable con sed de poder. A quien no le importa la vida si no es para gobernar.

Eventualmente, ese deseo no abandona a Obi-wan. Sin embargo, cada noche a solas después de meditar tratando de comunicarse con Qui-Gon sin éxitos, con el sable de luz de Anakin en sus manos prometiendo que esta vez lo encerrará; Obi-wan se da cuenta que no puede parar ahora, no puede rendirse tan fácilmente. No puede abandonar al niño.

Es la única motivación que tiene, y la única que seguirá funcionando hasta que su alma sea reclamada por la Fuerza.

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Nota.
Espero que les guste, me gustaría saber su opinión con comentarios. ¡Gracias por leer!

𝖴𝗇𝖽𝖾𝗋 𝗍𝗁𝖾 𝗍𝗐𝗂𝗇 𝗌𝗎𝗇𝗌 | Obikin/AnaobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora