Capítulo 3

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Las ocho con cuarenta, la hora exacta donde abrían las rejas, pero a las nueve en punto llegaba la gente. Caminaba a pesar del frío que causaba el día nublado, algunos intérpretes iban a sus respectivos carpas, yo no tenía una carpa propia, ya que en esta jornada debía pasear y hacer actos de magia durante el paso del tiempo.

Unas voces sonaban, ya había gente llegando y obteniendo sus tickets. La emoción que sentía, un espíritu alocado y curioso que llegaba en mis manos, era la hora de hacer felices a la gente...

—Tranquila Juliette, no hagas ningún caos. —susurré cuando mire a unos adolescentes con algodón de azúcar.

Corrieron hasta pasarme y se adentraron a la carpa de Ópalo, la adivina del Carnaval. Música sonó, las atracciones empezaron a funcionar y yo estaba en medio del camino.

Caminé hacia un lugar donde ningún espectador podía entrar, es decir, caminé hacia los tuneles que conectaban a lugares claves dentro del Carnaval. La luz tenue de los faroles de gas me guiaban hacia Carpa Magnum.

Llegué, estaba más o menos oscuro, y no se sentía ni si quiera una alma.

—¡Juliette!

El miedo entró en mis venas, la voz de mi padre retumbó desde afuera, giré, pero no tenía una cara de enojo, si no más bien de, ¿Alerta?

—¿Padre? —me alejaba cada vez que el se acercaba— ¿Qué pasa?

—Ve a descansar, Juliette, la princesa Génesis va a venir hoy y no quiero te vea rondando por ahí.

—Pero...

—Sin peros, no me desobedezcas, jovencita.

Se fue sin decir nada más...

Me fui hacia mi habitación, no quería hacerlo enojar, ya que es la primera vez que me habla calmado, o eso creo, no me acuerdo si me había hablado así sin que se metiera en su personaje.

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Ya era casi de noche, y lo único que había echo era comer, comer y comer. Los nervios a veces me atacaban y así los trataba.

La puerta golpeó...

La abrí, y me encontré con...

—¿Dasha?

—¡Hola Juliette! ¡Que alegría verte de nuevo!

—Pero...supuestamente debías estar en el psiquiátrico... —estaba confundida, Dasha no debería estar aquí.

—Bueno...me dieron de alta, o eso dijo el señor Capuleto. —miró primero al suelo para que luego, rápidamente me mirase— ¡Te vine a buscar para ir a Carpa Magnum! —cambió rápidamente de tema.

Dudosamente fui a Carpa Magnum con Dasha a mi lado. Los grillos daban su sonido, el olor a dulce entró a mis fosas nasales.

Entramos por una rampa, todos estaban alborotados, y preparándose para el show. Me fui a mi camerino donde ahí estaba, el vestido que había llevado en la madrugada.

Me puse primero las botas blancas, luego el vestido, me maquillé de una forma invernal y luego me puse la toca que parecían cuernos de ciervo.

Salí, y ya todo estaba tranquilo. Caminé hacia la salida para el escenario y vi que todos estaban mirando a la princesa Génesis, la heredera de la corona.

La princesa Génesis andaba con un precioso vestido rosado perla con toques elegantes de dorado, y con su tiara en su cabeza. Acompañada de sus padres y con su prometido, Maxwell

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