El sol entraba por unas pequeñas ventanas. Estaba recostada en mi cama mientras que una cajita musical sonaba una melodiosa canción de cuna.
—¿Nos podrian dejar ver a su hija? —la voz de alguien sonó afuera de mi habitación.
—No creo que sea posible, ella debe estar descansando.
—Nosotros como los reyes de este reino, exigimos verla.
¿¡Los reyes!?
Me moví un poco y mi cabeza empezó a girar y regrese a la cama en una posición normal
La puerta se abrió.
—Juliette, tienes algunos visitantes... —mi madre me anunció mientras se iba y dos figuras entraban.
—Señorita Capuleto, que alegría de verla porfin. —la voz aguda de la reina Índigo apareció junto a una sonrisa cariñosa y dulce.
—Su majestad.
—Espero que esté bien, con lo sucedido... —la voz del rey me hizo llamar la atención por "con lo sucedido".
—Exactamente, no me acuerdo lo que sucedió, su majestad...
—Oh querida, —la reina se acerco a la cama y me abrazó— caiste desmayada, todos empezaron a murmurar, apagaron las luces y cuando regresó, ya no estabas.
—Como familia real, nos preocupamos bastante por tu salud.
—Si necesitas algo, tenemos un guardia que se quedará junto a ti por cualquier emergencia.
La reina, lastimosamente separó nuestro abrazo, los reyes empezaron a dirigirse a la puerta hasta que...
—En realidad, necesito algo...
🎪
—¡No puedes irte! ¡Tu perteneces aquí! —mi padre gritó a todos los vientos mientras veía como una maleta mía se guardaba en el carruaje real.
—¿Qué pasa? —Labetinth llegó a la escena.
—Me voy a quedar algunos días en el castillo de Verona, Labeinth.
Se acercó preocupado.
—¿Sucedió algo? ¿Te compraron sin reclamos de tu padre? ¿Te casarán con un príncipe?
Empecé a reírme.
—Claro que no, tonto, me voy por unos días a tener un pequeño receso, así podré descansar de los gritos e insultos de mi padre.
—¿Por cuántos dias te vas?
—Tres días, en el tercero, me voy en la mañana.
—¿Se lo pediste a los reyes?, ¿O ellos te dijeron?
—Andas muy preguntón, Laberinth. —mire como me estaban esperando— Adiós Laberinth, nos vemos en tres días...
Salí corriendo hacia el carruaje y me subí, estaba sola, los reyes se fueron hace unas horas dejándome con el guardia que me habían dejado.
Dentro de la carroza, había una infinidad de manjares, desde tartas de crema de maní hasta un colorido vaso de agua con el color de palo de rosa.
—Señorita Capuleto, puede comer ahora, el viaje es un poco largo.
Sentí como los caballos empezaron a moverse, tomé un bizcocho untado con una crema azulada, sabía a arándanos, comi otro pero la crema era de color naranja de un atardecer, sabía a duraznos.
Tomé un poco del agua palo de rosa y tenía un sabor que ni yo sé como explicarlo.
Abrí una ventanilla que tenían, veía las montañas verdes, el cielo despejado con el sol que pegaba fuertemente. Cerré y continúe con mi buffet de delicias.
¿Nerviosa?, si, iba a un lugar desconocido y además, ningún plebeyo como yo podría entrar, ya que voy al castillo de Verona, hogar de la familia real.
Mis ojos pesaban, pero no quería dormir, queria solo comer ya que no siempre tendré comida de verdad enfrente mío.
Tomé la torta de crema de maní y me la zampé de un bocado, cremosa, delicada y con un sabor agradable para mi paladar.
Comí lo que más pude, dejé algunos postres y bebestibles, me acomodé en el asiento, abrí la ventanilla, ya no se veía pastizales, sino, grandes estructuras de piedra, estábamos en la ciudad de Verona.
Había gente sonriendo o bailando, banderines en los techos de las casas, niños jugando y niñas corriendo.
La luz se desvaneció un poco, estábamos en lo que parecía un túnel, ya habíamos llegado al castillo de los reyes de Verona.
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Circus
FantasyMi adaptación de la obra de William Shakespeare, "Romeo y Julieta" con una pizca del libro de Stephanie Garber, "Caraval". Juliette Capuleto, miembro de la familia Capuleto e intérprete del "El Carnaval de la Familia Capuleto" cuenta su historia, el...