Capítulo 7

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El sol quemaba las piedras del jardín. Sentía el aire cálido, mi frente tenía gotas de sudor. Entré al castillo y la sombra me calmó, con el frío viento del ambiente de la enorme estructura.

Miré un reloj, eran las cuatro con quince, a esta hora normalmente se divisaba a los hombres ir a trabajar en Verona a los campos o a la mina, mientras que las mujeres caminaban a hacer su trabajo de telares o comercio.

Caminé por el pasillo, encontrándome con sirvientes caminando, damas de compañía, concubinas, y todos dándome una reverencia.

Una chica pálida con el pelo negro, una cinta roja como collar y un vestido negro de cuero se acercó.

—Usted debe ser Juliette, ¿O me equivoco? —habló con autoridad.

—Si...

—Yo soy Rosalin. —siguió con su tono de autoridad— Sigame, por favor.

Se giró. La falda de su vestido volaba dramáticamente cuando daba un paso en su caminata.

La seguí y me guió hacia la llamada "ala de la Creación". Subimos una escalera con tapizado de alfombra roja. Llegamos a una puerta.

Al tocarla, las campanas de las cinco sonaron por todo el castillo.

Abrieron la puerta, mostrando una enorme y hermosa alcoba. Una cama de sus cubre camas de color rosado con detalles plateados, cuadros pintados con detalles realistas y todo lo que una reina digna merece.

Génesis estaba sentada en una silla con un precioso vestido celeste.

—Justo a tiempo. —sonrió— Gracias Rosalin.

—Es mi deber, majestad. —se giró para salir y cerrar la puerta.

La heredera se levantó y me dio la mano.

—Será mejor que empezemos...

🎪

Me había echo bañarme en una tina de leche tibia con rosas. También me hizo ponerme un tipo de vestido con encaje.

—Siéntate aquí mientras que buscan los vestidos candidatos para ti. —se sentó a mi lado.

Después de exactamente un minuto, muchos sirvientes estaban unos preciosos vestidos de colores suaves.

—Escoge tres para que te pruebes y las costureras del castillo verán si es necesario arreglarlo.

Me levanté. Caminé hacia los vestidos, había uno azul rey que me llamó la atención, pero no era de mi estilo, había uno verde limón, pero el color era muy llamativo.

Tres vestidos...

Tres vestidos...

Tres vestidos...

Miré uno lavanda, uno celeste y uno coral.

—Estos tres, —giré ver a Génesis— estos son bonitos.

—Ve a probar. —dijo pero con su tono alegre.

Al probarlo, me había decidido por el coral.

🎪

La noche estrellada marcaba que el baile había empezado.

Estaba en la sala del baile, en donde había un escenario, escenario en donde yo estaba "escondida" del público.

Oía la música, los violines, las flautas, creando una melodía tan dulce y elegante como la frutilla misma.

Las risas, las copas chocando, y el sonido de tacones se escuchaba.

—¿Lista? —la voz de Romeo apareció en mi espalda, asustándome.

—¡Romeo! —me gire a verlo con traje.

Estaba vestido de pantalón y camisa blanca, zapatos negros bien lustrados, chaleco negro y una faja de color coral que tiraba el suelo.

—Te ves linda. —se agachó para quedar a mi altura y acomodar un mechón de mi pelo.

—No vuelvas a hacerlo, casi me das un infarto.

—Lo siento, —se acercó y me tomo de las manos— ¿Vamos a bailar?

—Me gustaría. —me llevo afuera del telón, el vestido brillaba a luz de los elegantes candelabros, la música sinfónica sonaba con elegancia.

Me llevo a la pista y me tomó de la cintura y puso su mano en alto con la mía. Vi perfectamente sus ojos, no eran castaños, eran ámbar, tenía pecas en su cara.

Bajé la cara y cerré fuertemente los ojos.

Escuche su risa. Me hizo dar un giro, sentí como la falda del vestido se elevaba levemente al son de la música.

Levanté la cabeza y abrí nuevamente mis ojos. Dio un paso y empezamos a movernos a través de la pista. Escuchaba campanas mientras que en cada paso que dábamos.

La música paró.

—Buenas noches a todos los invitados de esta maravillosa velada. —el rey Alfonso saludó.

—Estamos aquí para conocer a una leyenda de Verona. En el Carnaval de los Capuletos, hay una jovencita que cautivó a todos por sus actos, tales como de magia como de su actuar. —la reina Índigo anunció.

—Estamos hablado de la legendaria Juliette Capuleto.

Los aplausos de todos aparecieron.

—¡Qué vaya al escenario! —cantaron.

Sonreí y miré hacia las figuras de los reyes, ellos con la cabeza me "dijeron" que podía ir. Me hicieron un camino rápido hacia las escaleras del escenario y subí a este.

—Damas y caballeros, ¡Juliette!

Aparecieron nuevamente los aplausos.

—¡Que haga magia!

—¡Muestra tu poder!

Gritaron unos, que hicieron que otros también gritaran.

—Hoy dia, no hará magia para que ella descanse ya que ese es el fin de su viaje del lejano carnaval hasta aquí, Verona. —la princesa intervino.

La música regresó.

Busqué a Romeo, estaba hablando con la misma chica que me guió a la alcoba de Génesis, es decir, estaba hablando con Rosemary.

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